“En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.” (Jn 13, 35). “Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan” (…) “Vosotros sed perfectos, como vuestro Padre Celestial es perfecto” (Mt.5, 44.48)
Ese llamado de Jesús a entregarnos al Reino de los Cielos, que reseñan sus citas en el Evangelio, sigue sin ser escuchado por algunos. Los mismos que le crucificaron ayer, hoy cierran sus corazones. Ciegos, que, de no mediar conversión, terminarán con sus almas en el infierno. Sí, hoy, los adherentes del materialismo ateo y los del liberalismo individualista se fusionan para engañar al pueblo. Lo manipulan hasta el punto en que los corderos levantan arengas cavernícolas donde unos son acusados de Fachos y los otros de Comunachos… Bandos que desde la barricada disparan consignas imaginando un sueño que creen propio, pero en realidad son la vieja y conocida ‘carne de cañón’, servil a los señores que han parido en burdeles refinados sus teorías de materialismo ateo y de liberalismo individualista.
Esos señores propulsores de las ideologías de Mal, solo cuando es de beneficio a sus intereses alegan por los derechos de algunos. Claro que, si la violentada es una mujer como aquella que acaba de ser asesinada en un motel en Linares, al sur de la capital de Chile, guardarán silencio. ¿Será acaso porque era carabinero o en lenguaje del vulgo… paca?
Al igual que ustedes, yo también me asqueé ante comentarios llenos de odio e indolencia. Como si esta joven, por el solo hecho de ser policía hubiese perdido su condición de ser humano. ¡Basta! ¿Qué nos pasa? Ella es una hija de Dios y el crimen mediante el cual le arrebataron su vida, sigue siendo tan repudiable como cualquier otro. Está en juego la dignidad humana y nadie es inferior por pensar distinto, ni superior por tener el poder. La mayoría no siempre posee la verdad, ni tienen la solución a los problemas de una sociedad. Recuerden a Napoleón, Hitler, Stalin, Lenin, Mao, Churchill, Pinochet, Obama y tantos más que a causa de su soberbia arrebataron la vida a millones de víctimas. Eso, sin mencionar el Juicio de Dios que enfrentarán.
Entre nosotros los cristianos también tenemos que hacer un mea culpa, porque no nos amamos como Nuestro Señor demanda. En nombre de nuestras ideologías también nos hemos dividido adaptando el Evangelio a nuestros propios modos de pensar, boicoteando la Palabra Revelada, impidiendo quizá la acción del Espíritu Santo, privándonos a nosotros mismos del amar según Jesús enseña en el capítulo 17, versículos 20 al 26 del Evangelio de Lucas: “… que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos”.
Pero ante toda esta desolación -como de Viernes Santo-, mirando la cruz en que Cristo es vuelto a ser crucificado en la carne de tantos que sufren, aferrémonos a la esperanza cierta de la Resurrección. ¡Sí hermanos! Dios hará un mundo nuevo. Los huesos secos, sin vida, van a regenerar y se levantarán convertidos en hombres nuevos. Dios nunca abandona a su Pueblo, porque lo ama. Somos únicos e irrepetibles para Dios, nuestro Padre.
El haga descender su bendición sobre el mundo y en particular sobre cada hija e hijo de esta Patria.