
por Portaluz
11 Abril de 2025"El poder del agua bendita se puede ver durante un exorcismo. Las personas poseídas simplemente lo odian", subraya el padre Eugeniusz Derdziuk, exorcista de la diócesis de Zamość-Lubaczów (Polonia). Para entender este fenómeno, vale la pena averiguar cómo sucedió que esta, una de las sustancias más comunes en el Universo -por la gracia de Dios que actúa a través de las bendiciones que imparten sus sacerdotes-, ha llegado a ser una ayuda tangible para que nos defendamos contra el mal.
Purificación espiritual
Desde las primeras frases de las Sagradas Escrituras, el agua lleva el simbolismo de la vida. "El espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas" (Gn 1,2), escribe el autor inspirado, señalando que el agua está directamente vinculada a la acción del Espíritu Santo, que da la vida y conduce a la creación de un mundo armonioso. Dios separa las aguas de la tierra y las reúne en un solo lugar, y el río que fluye desde el Edén, ramificándose en cuatro brazos (ver Génesis 2,10), da origen a la vida en toda la tierra y se convierte en un símbolo de la abundancia, el cuidado y la gracia de Dios.
Después de que la tierra ha sido poblada por los hombres, el Creador requiere que Aarón y sus hijos se laven las manos y los pies antes de comenzar el servicio litúrgico (ver Éxodo 30,18-21). Luego, el líder armenio Naamán, siguiendo el consejo del profeta Eliseo, se sumerge siete veces en el río Jordán y se cura de la lepra (ver 2 Reyes 5,10-14).
Los ejemplos citados muestran que el agua puede ser utilizada por las personas no solo para el cuidado del cuerpo, sino también para el "lavado moral".
La fuente de la vida de Dios
Las aguas del diluvio y del Arca salvadora (ver Génesis 7,17-24 y 1 Pedro 3,20-21), el manantial que fluyó cuando Moisés golpeó la roca (ver Éxodo 17,6) o el cruce del Mar Rojo por los israelitas (ver Éxodo 14,21-22) son presagios del sacramento del bautismo.
Jesús señala repetidamente (véanse Juan 3,5; Mc 16,16; Mt 28, 19-20), que la iniciación cristiana es una condición necesaria para entrar en el Reino de Dios. Subraya la acción sacramental del Espíritu Santo y al mismo tiempo subraya que no basta con hacer una confesión externa de fe, sino que también es necesario un renacimiento espiritual, que dé lugar a una nueva vida en Dios.
"El que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed" (Jn 4,7-14), subraya en el diálogo con una mujer samaritana. Estas palabras significan que aquellos que reciben el Espíritu Santo estarán plenos espiritualmente, porque Él da la plenitud de la salvación y la vida eterna.
Escudo contra el mal
San Ambrosio subraya que el agua es un medio para transmitir la gracia de Cristo, con la que todo se lava, mientras que el agua en sí misma no necesita ninguna purificación. Como vemos, el Señor da un poder extraordinario al agua bautismal.
También la da al agua bendita que está en las pilas de las iglesias. "Al entrar a la iglesia, hacemos la señal de la cruz con agua bendita en nombre de la Santísima Trinidad, también nos referimos a una costumbre muy antigua de lavarse, así como a nuestro propio bautismo. Nos recordamos a nosotros mismos nuestra dignidad de hijos de Dios y al mismo tiempo reconocemos la autoridad del Señor sobre nosotros" explica el sacerdote y exorcista Eugeniusz Derdziuk.
Diciendo esto, el exorcista enfatiza inmediatamente que no se debe olvidar despedirse con agua bendita también al salir de la iglesia. "Al fin y al cabo, salimos del lugar santo y vamos al mundo, que no es así en absoluto" y añade: "El agua bendita nos protege de los malos espíritus y del mal. Que la usemos y, Dios no lo quiera, ¡no lo olvidemos!"
Cuando el sacerdote autorizado bendice el agua que se utilizará en el rito del exorcismo -y que también los fieles pueden llevar a sus hogares- utiliza una fórmula litúrgica particular. Así lo explica el sacerdote canadiense Ghislain Roy: "A lo largo de la oración de bendición, se reza al Señor para que la aspersión de esta agua nos procure los tres beneficios siguientes: el perdón de nuestros pecados, nuestra defensa contras las trampas tendidas por el Maligno y el don de la protección divina. La oración de exorcismo del agua habla de eliminar la más mínima porción de poder del demonio con el fin de extirparla y de rechazarla, e igualmente luego destaca otros efectos como el de sanar enfermedades, de acrecentar la Gracia divina, de proteger las casas y los lugares donde los fieles se guardan de toda influencia inmunda ejercida por Satanás. Y en la oración agrega: que las trampas del enemigo infernal sean frustradas y que la serenidad y la salud de los habitantes sean garantizadas protegiéndolos de toda presencia susceptible de entorpecer su seguridad o su inquietud".