Anna Smajdor, de la Universidad de Olso, escribe en la revista Theoretical Medicine and Bioethics que no se debería desperdiciar los úteros de las mujeres con muerte cerebral, cuando las personas que desean tener hijos pueden utilizarlos. "Ya sabemos que se pueden llevar a término embarazos en mujeres con muerte cerebral", afirma. "No hay ninguna razón médica obvia por la que no sea posible iniciar esos embarazos".
Pero la ética de esta macabra propuesta parece haber sido obviada por Smajdor, por la Universidad de Oslo que la respalda y quienes desde el mundo empresarial o referentes ideológicos liberales felicitan tales alternativas.
Para Smajdor (en imagen anterior) incluso si algunas mujeres con EVP pudieren recuperarse, este tipo de gestación subrogada debería seguir permitiéndose. "Sugiero que -si todo lo demás es igual- debería ser una opción para cualquiera que desee evitar los riesgos y cargas de gestar un feto en su propio cuerpo", dijo, y añadió: "Sugiero que los hombres con muerte del tronco encefálico también tengan la posibilidad de gestar, lo que significaría que el grupo de donantes potenciales aumente aún más, y que ciertas preocupaciones feministas podrían así apaciguarse".
El donante tendría que dar su consentimiento con antelación, explicó Smajdor, pero, en general, cree que las políticas gubernamentales deberían apoyarlo. "Los Estados y los servicios sanitarios deberían adaptar sus políticas y procedimientos para permitir la DGCE entre otras opciones de donación", afirmó. "Si la DGCE se considera un medio sencillo de facilitar una reproducción más segura y evitar los problemas morales de la maternidad subrogada, deberíamos estar dispuestos a aceptarla como una extensión lógica y beneficiosa de actividades que ya tratamos como moralmente no problemáticas".
Smajdor reconoció que el proceso es "directamente el uso del cuerpo como contenedor fetal". Pero, al igual que muchos apologistas de la maternidad subrogada, seguía argumentando que debería permitirse si el donante está de acuerdo, a pesar de la naturaleza intrínsecamente explotadora de la maternidad subrogada.
Pero importante es considerar que en los últimos años los investigadores han logrado restablecer las funciones cerebrales de un paciente que llevaba 15 años en estado de EVP, y también han descubierto que hasta un 20% de las personas declaradas EVP pueden no estarlo en absoluto, y son plenamente conscientes de lo que ocurre a su alrededor.
Además, aunque alguien haya dado su consentimiento de antemano, no habría forma de asegurarse de que sigue estando dispuesto a que su cuerpo se utilice como "contenedor fetal", y esto sólo conduce aún más a la mercantilización de los niños, con los cuerpos de las mujeres obligados a ser las herramientas para crear los productos que los adultos adinerados desean.
China, un paso adelante
Pero el gigante asiático va un paso más adelante que sus competidores europeos en esta carrera por la creación de un nuevo orden para la gestación (y selección) de seres humanos.
Hace un año atrás la revista Journal of Biomedical Engineering sorprendía al mundo con una publicación firmada por un grupo de científicos chinos del Instituto de Ingeniería y Tecnología Biomédica de Suzhou. En su estudio -ya revisado por pares- ofrecen al mundo un "útero sintético" para la gestación de fetos bajo supervisión de una inteligencia artificial.
Esta tecnología permitiría "no solo aumentar el entendimiento del origen de la vida (...), también proporcionaría una base teórica para resolver defectos congénitos y otros problemas reproductivos", destacan los chinos. Gestación artificial que tendría además consecuencias prácticas, ampliando el umbral de supervivencia para bebés prematuros que en la actualidad se fija en 22 semanas de gestación. El uso de inteligencia artificial, asimismo, contribuiría a refinar los análisis previos "para optimizar a largo plazo la tecnología de cultivo", destacan.