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Una misa bastó para dejar la corriente New Age

Christie Martin practicó por mucho tiempo técnicas paganas de sanación. Creció pensando que la Iglesia Católica era un "culto extraño". Pero tres segundos fueron suficientes para desmitificar esta idea.

por Equipo Portaluz

5 Septiembre de 2013

“Yo era una tonta arrogante sentada, asistiendo a mi primera misa y veía las cosas como un documental de National Geographic”. Así de tajante es Christie Martin al narrar su primer encuentro con la Eucaristía. Nacida en familia protestante, creció pensando que la Iglesia Católica era la “prostituta de Babilonia” y que Papa era sinónimo de anticristo. "Mis padres me dejaron claro que no estaban de acuerdo con las doctrinas católicas y crecí con la impresión de que eran un culto extraño, como la secta Moon".

Era maestra de “milagrosas” terapias

Su resistencia a creer, se fortaleció unos años después, con los oscuros rituales que realizaba. “Yo era una líder espiritual de una comunidad. Daba clases, escribí canciones, y guié un sinnúmero de rituales. Incluso recuerdo que hacía un montón de cosas increíbles, dañinas, como el pronóstico leve y otras más espeluznantes”.

Evitando entrar en detalles, Christie recuerda su extraordinario poder de convencimiento. Sus seguidores creían que tenía capacidad para liberarlos espiritualmente. Pero el fondo, señala hoy, era otro... “Me sorprende la forma en que estaba esclavizando. No me había visto a mí misma cómo adoraba al diablo o a los demonios. Pensé que había encontrado una fuente de poder legítimo”.

Muchos seres humanos tienen cualidades de liderazgo, reflexiona, que mal usado te atrapa como a un adicto... “Las personas involucradas en las prácticas ocultistas -precisa- se estancan y quedan atrapadas por cuestiones personales. Es similar al estancamiento de la personalidad causado ??por el alcohol y el abuso de drogas”.

Tres segundos de conversión

Christie recuerda el día de su liberación como el momento más importante de su historia. Junto a su marido iban de paseo cuando sin motivo aparente decidieron ingresar a una iglesia, cual turistas. En el instante que accedían daba inicio el rito penitencial de la Eucaristía. Pero la voz del celebrante y la asamblea se fueron disolviendo para Christie, a la par que, dudosa de todo lo que veía, comenzaba a divagar en diversas ideas que sin control inundaban su mente. Era tentada. No lo sabía... “Analizaba a distancia y me decía mentalmente: «Los bancos de esta iglesia son tan fálicos... ¿a quién quieren engañar diciendo que sus creencias no tienen relación con un patriarcado judío?»”. Luego, ambos se sentaron al tiempo que una persona se situó frente al estrado y cantó los párrafos del salmo. “Me llamó la atención y se detuvo la tendencia altiva de mis pensamientos. Empecé a estar interesada...”. Pero nuevamente la atrapó un bombardeo de ideas sin sentido.

“¿Qué otra cosa -me dije- habrán tomado los judíos? Bueno, proseguí, si Jesús tuvo la pretensión de ser el Mesías judío, supongo que deben haber dichos elementos en estos ritos católicos, pensé con desdén, ya que nunca había visto elementos judíos en las iglesias protestantes a las que había asistido como niña”.

El cuerpo de Cristo se manifiesta

Pero fue al momento de iniciar la consagración que ocurrió lo inesperado (y confiesa que nunca había escuchado ni menos sabía lo que significaba aquello que presenciaba por vez primera). “A esas alturas, cuando ya había realizado mi recorrido por el pensamiento escéptico, algo me dejó atraída hacia el altar, pero intentando resistirme y por ello con cierto sarcasmo pensé... «¿Y si todo esto fuera cierto?»".

Escuchó las palabras del sacerdote y vio los gestos que realizaba consagrando sobre la hostia y el vino mezclado con unas gotas de agua, que luego se convirtieron en el cuerpo y sangre de alguien que se le reveló... “Ese proceso llevó sólo tres segundos. Eran como olas tras olas de revelaciones en mi mente, tanto que llegué a quedar aturdida. Era hermoso, exquisito, pero a la vez doloroso. Vi cosas, sentí cosas, todo en una rápida sucesión con la claridad de las palabras. «Todo es cierto», resonó en mi mente, repicando tal como una campana”.

“Jesús mismo estaba sobre el altar”, recuerda emocionada, agregando que entonces vio su historia y quedó destrozada. Pero esto, aunque no lo sabía entonces, era sólo la última tentación antes de abrirse a la misericordia. “Tenía que tomar una decisión. Sentía que era mi última oportunidad. Me encontraba ante la verdad. Así me costara cada amigo que tenía, la comunidad que había construido, mi reputación, todo. ¿Estaba dispuesta a renunciar?... ¡Por supuesto que sí! «¡Oh Dios sí”», dije”.

El manual de Rosario y la Asunción de la Virgen María

Desde ese “embriagador momento” señala, regresó a una realidad que para ella ya no era la misma. “Sabía que me había convertido en católica, aunque no tenía una idea exacta de lo que eso significaba. Miré a mi costado buscando a mi esposo, pero no estaba. Entonces, sobre el banco vi aquél pequeño folleto que mi marido había tomado, casi como un juego... de una exposición por la que pasamos pocas cuadras antes de entrar a la iglesia. El texto era una guía breve de cómo rezar el Rosario. Cuando comencé a leer los misterios, sentí que la vida de Jesús se acercaba de nuevo a mí. Coincidió además que ese era el día de la Asunción de la Virgen”.

Al terminar la misa Christie, sincerando su poco conocimiento de la doctrina, se acercó a conversar con el sacerdote, quien le explicó en qué consistía la Asunción de María. Pero Christie, cual niña, que ha descubierto un tesoro, quería más. “Me miró sorprendido y me dio una respuesta demasiado pequeña para satisfacer mi hambre, «es cuando la Virgen fue llevada al cielo para cuidarnos como Reina y Madre». Tuvo que pedir una cita para iniciar su catequesis y así, recuerda, “comencé a leer un libro tras otro. Yo, completamente ignorante, con cada lectura que el Padre me entregaba tenía nuevas preguntas que le llevaba en un cuaderno”.

Un “si” que valió la pena

En el transcurso de aquellos encuentros de catequesis vivió otra transformación al momento de ser acogida y sanada en el sacramento de la reconciliación. Luego de esto supo que era el momento de dar la cara a quienes la habían conocido como una mística del New Age. “Para muchos, mi conversión fue una sorpresa increíble. Baste decir que mi grupo se asombró de que alguien estuviese dispuesta a renunciar. Mis amigos que participaban en estos ritos de la Nueva Era y que se reían del cristianismo, dejaron de relacionarse conmigo en cuanto supieron la noticia. Y, al contrario de lo que se podía pensar, mi familia entendió y mis padres concluyeron: «Esto será bueno para tu familia»”.

Hoy, que es madre de cinco hijos, Christie valora haber descubierto a Cristo en tan sólo tres segundos durante una eucaristía. “¿Por qué visité esa iglesia ese día? Yo estaba buscando algo, sí, y encontré más de lo que esperaba. Crucé aquella puerta como quien va a una cafetería, para coger de la mesa lo que me interesase. Yo no pensaba cambiar. Pero Dios tenía otros planes".