
por Portaluz
6 Marzo de 2014Muchos creyentes conocen los dichos de Santo Tomás, el santo que se negó a creer a sus hermanos apóstoles cuando afirmaban que Jesús había resucitado pues se les había aparecido después de su muerte. "Si no veo las marcas de los clavos en sus manos... y no meto mi mano en su costado, no creeré", dijo Tomás.
En los relatos del evangelio, él consigue su deseo. Fue un particular privilegio pues la mayoría de las personas, tal como señala el propio Jesús, son bienaventuradas porque creen sin haber visto. Este honor del creyente tiene por contraparte que no pocos de ellos arquean las cejas cuando se habla de "milagros".
Pero para quienes tienen la oportunidad de visitar Nápoles en el día que la ciudad celebra a su patrón, San Gennaro (San Genaro ), lo extraordinario puede tornarse asequible por los sentidos... al menos ante sus propios ojos.
Los hechos ayer y hoy
Cuando el día despunta cada 19 de septiembre en Nápoles, miles de fieles se dirigen a la catedral de la ciudad para orar ante la “Capilla del Tesoro” pidiendo que se produzca el milagro... Se trata de un suceso maravilloso que ocurre periódicamente desde hace más de trescientos años. La sangre de San Gennaro, mártir alrededor del año 305 D.C. durante la persecución de Diocleciano a los cristianos, obispo de Benevento, conservada en dos pequeñas ampollas de cristal selladas en un relicario de metal, experimenta la licuefacción (se hace líquida).
Ocurre cada año en tres ocasiones relacionadas con el santo: la traslación de los restos a Nápoles, (el sábado anterior al primer domingo de Mayo); la fiesta del santo (19 de septiembre) y el 16 de diciembre, fecha del aniversario de la erupción del Vesubio en 1631, que se calmó con las oraciones de los creyentes a San Genaro.
El 5 de mayo del 2008, reporteros de 20 canales de TV, entre ellos CNN estaban presentes en la catedral cuando ocurrió el milagro.
Pero la licuefacción de la sangre del santo napolitano suscita dudas y polémicas en el mundo científico. “Se trata simplemente de un compuesto químico hecho a base de hierro, preparado en la Edad Media, que se mantiene sólido si no se mueve y asume el estado líquido cuando es agitado”, afirmó la conocida astrofísica italiana Margarita Hack hace algunos años.
Sin embargo, Giuseppe Gherazi, profesor de la facultad de biología de la Universidad de Nápoles, tras cuatro años de investigaciones y una serie de análisis espectrales, llegó a la conclusión de que en la ampolla estaba sangre de verdad.
Las conclusiones de la investigación
En cuanto a la historia de la reliquia, el primer dato lo dio un cronista medieval -Chronicom siculum-, quien el 17 de agosto de 1398 describió con estupor el fenómeno singular de la licuefacción de la sangre.
Entre los elementos positivamente ciertos en relación con esta reliquia, figuran los siguientes:
1. La substancia oscura que se dice es la sangre de San Genaro -la que, desde hace más de 300 años permanece herméticamente encerrada dentro del recipiente de cristal que está sujeta y sellada por el armazón metálico del relicario- no ocupa siempre el mismo volumen dentro del recipiente que la contiene. Algunas veces, la masa dura y negra ha llenado casi por completo el recipiente y, en otras ocasiones, ha dejado vacío un espacio equivalente a más de una tercera parte de su tamaño.
2. Al mismo tiempo que se produce esta variación en el volumen, se registra una variante en el peso que, en los últimos años, ha sido verificada en una balanza rigurosamente precisa. Entre el peso máximo y el mínimo se ha llegado a registrar una diferencia de hasta 27 gramos.
3. El tiempo más o menos rápido en que se produce la licuefacción, no parece estar vinculado con la temperatura ambiente. Hubo ocasiones en que la atmósfera tenía una temperatura media de más de 30° centígrados y transcurrieron dos horas antes de que se observaran signos de licuefacción. Por otra parte, en temperaturas de 5° a 8° centígrados más bajas, la completa licuefacción se produjo en un lapso de 10 a 15 minutos.
4. No siempre tiene lugar la licuefacción de la misma manera. Se han registrado casos en que el contenido líquido burbujea, se agita y adquiere un color carmesí muy vivo, en otras oportunidades, su color es opaco y su consistencia pastosa.
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