“Ante el abismo oscuro de la muerte” y tras un duro camino, Olga logró entregarse “al abrazo de Dios”
“Ante el abismo oscuro de la muerte” y tras un duro camino, Olga logró entregarse “al abrazo de Dios”

“Ante el abismo oscuro de la muerte” y tras un duro camino, Olga logró entregarse “al abrazo de Dios”

Su madre primero, después su abuela, y también su tía quien cuidó de ella desde su adolescencia y hasta sus inicios profesionales... todas murieron a causa de la misma enfermedad.

por Portaluz

24 Septiembre de 2022

Olga Soto nació en el seno de una familia sencilla, en un pequeño pueblo de Sevilla (Andalucía, España). Lleva 25 años casada con Joaquín y es madre de 4 hijos: Lucía, Diego, María Magdalena y Esperanza. En 2016 fue diagnosticada de un cáncer muy agresivo y de carácter genético. Pero la enfermedad -cuenta a Mater Mundi en un video testimonio (ver al final)- había estado presente en su vida desde los 9 años. Su madre primero, después su abuela, y también su tía quien cuidó de ella desde su adolescencia y hasta sus inicios profesionales... todas murieron a causa de la misma enfermedad.

Antropóloga de profesión, sus preguntas sobre el sentido de la enfermedad y de la muerte la llevaron a trabajar en cuidados paliativos. En esa etapa cultivó el don de «no tener prisa» y aprendió la importancia de valorar el más mínimo gesto de amor, que da sentido y consuelo a cada vida cuando se acerca el final. Olga define sin tapujos la eutanasia como una falacia; un disfraz en esta sociedad “anestesiante” en la que vivimos tras el que “se pretende esconder de forma barata y fácil” un momento clave para la persona, que es afrontar su propia muerte, su despedida.

“Enfrentarse a la muerte es afrontar en soledad un abismo oscuro”, afirma Olga con determinación. De modo que, si se hace desaparecer la red afectiva del amor familiar, el sentido religioso y trascendente, es normal que cualquiera se quiera morir, dice Olga. Trabajando en cuidados paliativos aprendió mucho de lo que ahora nos transmite en su impresionante testimonio. En sus pacientes descubrió que “en el momento de la muerte había luz, había vida”. Algo que ella misma comprobaría al poco tiempo.

Un Miércoles de Ceniza afrontaba la noticia de su posible inminente muerte. Sin embargo, sería el principio de su camino a una nueva vida, aunque ella quería negociar con Dios. “El mal hace mucho ruido, pero el Señor está actuando mucho más. Y el mundo necesita más testimonio de lo que Él está haciendo”. Y por eso, precisamente, ella abre su corazón aquí. Para contarte los detalles de su recorrido hasta su nueva vida.