
Mattia Ferraresi, redactor jefe del diario Domani, acaba de publicar en España un libro cuyo título y subtítulo lo dice todo: Los demonios de la mente. Relato de una época en la que no se confía en nada, pero se cree en todo (Ed. Encuentro). La experiencia de Ferraresi, que vivió en Estados Unidos durante más de una década y sigue colaborando en la prensa norteamericana, es clave para entender este libro. En él se habla, ante todo, del gran país al otro lado del Atlántico, aunque no es difícil comprobar que en Europa la mentalidad conspiranoica ha arraigado en Europa, no pocas veces alimentada por las redes sociales y el extremismo político.
Este libro es un manual básico de "dietrología", que es como llaman en Italia a las investigaciones sobre lo que hay detrás. Los conspiranoicos siempre ven algo detrás de todo lo que pasa, un plan preconcebido. Por eso, la conspiranoia, tarde o temprano, desemboca en el esoterismo, ocultismo o cómo queremos llamarlo. Desemboca, sin duda, en el delirio. Así llegamos a un mundo de sujetos disociados que no son capaces de diferenciar lo que ocurre dentro de su cabeza de lo que ocurre fuera. Están convencidos de que hay otra realidad que es la "verdadera". Esto me recuerda personalmente a esos titulares, de los que desconfío por naturaleza, del estilo de "Lo que no quieren que sepas". Me dan ganas de preguntarles, aunque sé que es un esfuerzo inútil, quién les ha transmitido esa "verdad".
No fiarse de nada es el camino para seguro para creérselo todo. ¿Por qué una mente supuestamente analítica y racionalista termina por entregarse a la superstición? El filósofo Auguste Comte, difusor del positivismo, es un ejemplo en el siglo XIX, pues al final de su vida soñaba con una religión del positivismo cuyos sacerdotes predicarían desde el púlpito de Notre Dame de París. Esto enlaza con las "verdades enloquecidas del raciocinio" a las que se refirió Chesterton en su libro Ortodoxia. Por mi parte, añadiré que es peligroso obsesionarse con la "verdad" que uno ha configurado en su mente hasta el punto de defenderla con la mentira simplemente porque uno está persuadido de que su causa es justa. Una cita de cine clásico: esto es lo que hace Quinlan, el policía, que falsifica pistas en Sed de mal de Orson Welles.
La obsesión de buscar en todo un significado oculto hace estragos en nuestra sociedad posmoderna. Un amigo me contó que en uno de sus círculos sociales se hablaba mucho de conspiraciones, asociadas sobre todo a la política. Él oía estas charlas y se callaba hasta que un día alguien le preguntó su opinión. Respondió que dudaba de la existencia de esas conspiraciones, al menos en el modo extravagante en que eran presentadas. El resultado fue que ya no lo invitaron a más reuniones.
El conspiranoico no admite la duda, pues, tal y como afirma Ferraresi, se siente inteligente, pues "los demás son ingenuos, credulones y manipulados por el poder". De ahí, que en su mentalidad el mundo se divida en iniciados y descerebrados.
Los temas de los capítulos del libro de Ferraresi son tan actuales como incisivos. En ellos se habla, entre otros temas, del despertar woke, la obsesión cientificista, las criptomonedas, los peculiares comportamientos de Robert F. Kennedy jr., la mezcla entre conspiración y espiritualismo o incluso las convergencias -en lo que al estilo se refiere-entre Taylor Swift y Donald Trump.
Por lo demás, Ferraresi acierta de pleno al señalar que la vida cotidiana es una sucesión de actos de fe. Continuamente tenemos que fiarnos de los demás, bien sea del conductor del autobús o del médico o del tendero. En este sentido, hay una frase del autor que me resulta lapidaria: "La confianza es un aliado en el itinerario del conocimiento". En efecto, Ferraresi apuesta por el conocimiento, al modo de la conocida apuesta de Pascal por la existencia de Dios, al subrayar que "quizá merezca la pena apostar a que el mundo es conocible, que la razón humana está hecha para aferrar los objetos y que la realidad es, en última instancia, una promesa buena, no un engaño dispuesto para condenar a la humanidad a la infelicidad".