
Visitar Toledo es algo que ayuda mucho a entrar en la historia de la Iglesia y de España. No se puede entender ni la historia eclesiástica ni la civil española sin esta ciudad. Esas murallas y puertas custodian muchos tesoros y no sólo en cuanto a obras de arte, libros y documentos, patios y plazas, iglesias y monasterios, sino también mártires. Bien puede llamarse a Toledo ciudad martirial y con gran gozo y letras mayúsculas. Basta leer el libro de Jorge López Teulón, Mártires a la sombra del Alcázar de Toledo, para hablar de Toledo de otra manera. La sangre de tantos sacerdotes, religiosos y laicos que no reniegan de su fe en aquellos trágicos días de julio, agosto y septiembre de 1936 es el sello de lo grande que es Dios y la fuerza que da a los que escoge para ser mártires, testigos de la fe hasta las últimas consecuencias.
Algo de esto vivimos el sábado, víspera de San Mateo; igual que Mateo sigue a Jesús tras dejarse mirar por él, muchos otros, siglo tras siglo, le siguen y algunos de manera heroica. Así hasta llegar al primer tercio del siglo XX. Todo se revuelve, ¡la fe está en juego en España! Quieren que desaparezca del todo y reine un nuevo modo de vida, la plena enajenación del hombre al margen de Dios. Se entabla batalla cuerpo a cuerpo, pero también y sobre todo en el espíritu. Es algo que no puede pasar desapercibido. ¡Entremos más adentro en la espesura!:
¿Somos conscientes de lo que vive el superior de un convento con no pocos frailes y la mayoría de ellos jóvenes estudiantes de teología? Dejemos hablar al Beato Eusebio del Niño Jesús.
¿Qué pasaría por la cabeza del responsable de estos jóvenes que sueñan con ser sacerdotes religiosos? Preguntemos al Beato Nazario del Sagrado Corazón.
¿Cuánto sufriría el mayor de la comunidad que tantas veces había confesados a esos chavales veinteañeros que buscan luz en su consejo y enseñanza de la madurez de una vida entregada a Dios? Acudamos a los sermones del Beato Pedro José de los Sagrados Corazones.
¿Cuántas veces se acordaría el profesor de Historia de la Iglesia de aquellos primeros mártires de los comienzos del cristianismo cuando se ve escondido también en una "catacumba" junto a 6 hermanos de su convento? Vayamos a clase con el Beato Ramón de la Virgen del Carmen.
¿Cómo puede ser posible escribir algo tan lleno de perdón, bendición y amor cuando uno ha sido condenado a muerte por un tribunal de guerra sabiendo que es inocente? Leamos la carta de despedida que escribe a su familia el Beato Tirso de Jesús María.
¿Quién diría a un joven de 23 años que al cambiar el convento de estudios de Salamanca por el de Toledo por ser un buen organista le iba a servir de puerta para el martirio en plena calle Alfileritos? Escuchemos las melodías del Beato José Agustín del Santísimo Sacramento.
¿Se puede pedir algo más a un huérfano de padre y madre desde niño que ser perseguido a muerte porque en su corazón el amor de Dios le llena y le desborda? Aprendamos a poner toda la confianza en el Padre y en la Madre del cielo como el Beato Hermilo de San Eliseo.
¿Es pura casualidad o algo más que ese chaval que corre por las calles de Toledo buscando refugio en una casa se encuentra de verdad con la luz de Cristo al derramar su sangre en la calle del Cristo de la Luz? Corramos buscando siempre la luz verdadera en compañía del Beato Eliseo de Jesús Crucificado.
¿Se acordaría ese joven de 22 años de su tío carmelita descalzo como él que había sido luz directa y clarificadora para su vocación y también de la de otro santo de la talla como es San Josemaría Escrivá cuando deja todo en Dios en sus últimos días de vida en este mundo? Busquemos siempre la vida de santidad ya sea en una vocación u otra con la ayuda cercana de algún sacerdote que busca lo mejor para nosotros como hace el Beato Perfecto de la Virgen del Carmen.
¿Cómo tiene que vivir por dentro un jovenzuelo cuyo sueño es llegar a ser sacerdote al coincidir casi el mismo día de su bautismo con otro bautismo que le une plenamente a Cristo en la Cruz sin llegar a la ordenación sacerdotal? Vayamos a la eucaristía con ese fervor del Beato Melchor del Niño Jesús.
¿Cuánto rezaría un chico nacido en la montaña palentina que lleva por nombre José a su santo patrón San José, cuando se disfraza de carbonero y se pone en camino como él a "otro Egipto" para salvar su vida? Recemos siempre a San José en todas nuestras necesidades unidos al Beato Constancio de San José.
¿Pensaría ese niño que siempre que le preguntan qué quiere ser de mayor responde que médico, que al final de sus días un médico lo iba a acoger en su casa para defender su vida al haber tomado el hábito de la Virgen del Carmen para ser médico de almas y sanar lo que la medicina no puede? Dejemos que sea Dios quien marque el camino de nuestra vocación y digamos que sí a lo que nos pide para ser felices como el Beato Félix de la Virgen del Carmen.
¿Cuánta sería la esperanza de ese muchacho que siendo fraile es llamado a filas en el sangriento octubre de 1934 de ganar también la batalla que comienza en julio de 1936? Luchemos siempre con esperanza, esa que no defrauda y nos lleva al cielo, la que llena a todos los que rodean al Beato Plácido del Niño Jesús.
¿Cuántos saben hoy día lo duro que es el trabajo de una mina y más hace tiempo y con apenas 14-15 años como los que tiene ese alpujarreño que no blasfema ni en la mina ni cuando le apuntan con un fusil por ser fraile? Busquemos siempre la vida de gracia y seamos luz para aquellos que toman el nombre de Dios en vano como hace sin miedo alguno el Beato José María de la Dolorosa.
¿A cuánto puede llegar la unión con la Pasión de Cristo para que un joven que ha dejado su tierra gallega, ante la súplica de su madre que le pide volver a casa si llega la guerra, responda con el corazón en la mano que quiere correr la misma suerte que sus hermanos de hábito? Vivamos siempre en familia, pero con la mirada en el cielo, sin quitarla nunca, a imitación del Beato Daniel de la Sagrada Pasión.
¿Qué puede pensar un niño que va creciendo y llega a la adolescencia y camina hacia la juventud siendo pastor de ovejas y abandona todo para seguir al Buen Pastor que da la vida por sus ovejas? Dejémonos guiar siempre por Cristo que nos conduce a los mejores pastos que van más allá de las praderas en las que forja su vocación el Beato Clemente de los Sagrados Corazones.
Todo esto son recuerdos de la vida de los beatos mártires carmelitas descalzos de Toledo que nos muestran lo que sucede cuando un corazón se enciende en amor de Dios y se deja matar por ser testigo de ese amor... La jornada martirial de Toledo tuvo muchos y muy buenos momentos: una conferencia de Jorge López Teulón seguida del testimonio de Emilia Alba, una mujer que es testigo de todo lo sucedido en su casa donde se esconden algunos de los mártires, comida de hermandad, recorrido por los lugares de refugio y martirio y al final vísperas con adoración al Santísimo. Todo para difundir el amor y devoción a los mártires, y saber que tenemos grandes intercesores en el cielo a los que hemos de invocar y pedir aquello que más necesita nuestro corazón. Es algo tan grande... Además, contamos con la entrañable compañía de muchos de los familiares directos de los mártires. Ellos han guardado su memoria siempre. Cuentan detalles que hacen ver que no dejan de ser hombres de carne y hueso, pero con un toque especial, el de la vocación de mártir, el que da la vida por Cristo y nos muestra un camino de santidad que muchos quieren ocultar. O lo que es peor aún, borrar de la memoria histórica, pero eso es imposible, hay mucha sangre derramada por los alrededores del convento de los carmelitas descalzos de Toledo que nos muestra la verdad de la historia.