El español Pablo López Rivera tiene 22 años y estudia Fisioterapia. Hace algunos meses lo invitaron a un Seminario de Vida en el Espíritu, organizado por la Renovación Carismática Católica (RCC). Gracias a este providencial encuentro, después de atravesar un “tiempo de desierto y sequía espiritual”, descubrió “el poder de la oración de alabanza”, que, aunada a la Eucaristía y a la adoración, se han convertido en pilares de su fe.
“En mi día a día busco a Dios, aprendo a encontrarlo en cualquier situación e intento mantenerlo en el centro de mi vida. Dios hace de la cotidianidad algo especial y llena nuestros días de pequeños milagros”, afirma.
Este joven sevillano acude a Misa en la Parroquia de San Carlos Borromeo y participa de la Hora Santa organizada por la agrupación juvenil Hakuna, donde comparte con sus hermanos de fe “la diversidad de carismas que Dios concede”.
Antes de participar del Seminario de Vida en el Espíritu (SVE), el pasado mes de febrero, reconoce que llevaba tiempo de sequía espiritual y sentía la necesidad de reencontrase con Cristo. “Me había alejado de Dios, estaba triste, desanimado y me sentía incapacitado, sin fortaleza interior ni voluntad propia. Mi relación con Dios se había deteriorado y había caído en un bucle de lucha solitaria contra mis pecados de la que no era capaz de salir, y era consciente de que el único que me podía ayudar era el Señor”.
Un cambio drástico
Sus padres pertenecen a la Renovación Carismática, cuya fiesta principal celebra el movimiento a nivel mundial el día de Pentecostés. “Desde pequeño conozco la RCC por la vinculación de mis padres, pero a mí nunca me gustó, es más, me echaba bastante para atrás. Ahora que frecuento sus grupos y los he conocido desde dentro, me encanta y me siento parte de él”.
Pablo resume su experiencia de haber participado en el SVE de la RCC, así: “Fue espectacular, mi vida ha cambiado drásticamente, vivo plenamente consciente del amor de Cristo, todo es diferente, ha renovado mi interior y todo lo que tengo alrededor, haciéndome más consciente del milagro de la Eucaristía y el poder de la alabanza”, asevera.
Conocer al Espíritu Santo
Sobre la efusión del Espíritu Santo, añade que “es un encuentro espiritual con Dios, un regalo incalculable y creo que todo joven debería tener esa experiencia. Lo recomiendo porque no conocemos casi nada del Espíritu Santo y es fascinante. Vivimos escuchando las mismas cosas desde pequeños y tenemos una idea errónea y superficial del cristianismo, de nuestra espiritualidad. El Seminario de Vida en el Espíritu te ayuda a conocer maneras de encontrarse con Cristo mediante la alabanza, te renueva el alma y te presenta al Espíritu, que es impresionante”, añade Pablo.
“Todo cambió – continúa – de repente, y venciendo la vergüenza, fui entrando en la dinámica de la alabanza, ansiando cada vez más conocer al Espíritu Santo. Yo me sentía extraño, sentía que mi corazón estaba herido y cuanto más alababa más cuenta me daba del dolor que llevaba dentro. Era como un dolor constante en el pecho, como un nudo que buscaba desatarse. Al día siguiente era la efusión del Espíritu Santo, y mi alma sabía lo que iba a pasar”, recuerda.
Finalmente, el Seminario de Vida en el Espíritu “ha cambiado drásticamente” su forma de vivir la fe. “Todas las eucaristías y todos los momentos de alabanza son encuentros con Cristo, y después de haberse mostrado tan maravillosamente ante mí se me hace imposible negar su existencia, su amor y su misericordia, y tengo claro que solo existe un camino para ser feliz: se llama Jesucristo y se hace posible mediante la alabanza”.