El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que afecta entre un 2 a 3 % de la población, se caracteriza por un patrón de pensamientos y miedos no deseados (obsesiones) que provocan comportamientos repetitivos (compulsiones). Estas obsesiones y compulsiones interfieren en las actividades diarias y causan un gran sufrimiento emocional a la persona.
La mejor forma de tratar a quien padece TOC suele ser una combinación de TCC (terapia cognitivo-conductual) y medicamentos. "Pero en ocasiones, enmascarado dentro de las trampas engañosas de un TOC, hay un ataque real del Maligno", afirma el exorcista y psicólogo norteamericano padre Stephen Rossetti.
En un artículo recién publicado en su blog, padre Stephen recuerda los padecimientos de dos personas diagnosticadas de TOC a quienes él conoció y asistió. Uno de ellos, a quien llama "John" era continuamente atormentado por pensamientos malignos y blasfemos hasta el punto de no poder desenvolverse, dice el sacerdote. "Años de psicoterapia no le proporcionaron ningún alivio. Cabe destacar que estas obsesiones comenzaron después de haber recaído en la pornografía. La confesión, la modificación de su vida y varias sesiones de liberación prácticamente extinguieron las obsesiones mentales", afirma el exorcista.
Del mismo modo, "Alicia" -prosigue el sacerdote- estaba atormentada por pensamientos de odio a sí misma y desesperación, que a menudo la llevaban al borde del suicidio. Aunque la psicoterapia era útil, los ataques mentales eran intensos, desproporcionados con respecto a su estado psicológico, y los ataques comenzaban cada vez que intentaba rezar o ir a misa. "Ella también encontró un alivio considerable a través de la renuncia a lo demoníaco y las posteriores sesiones de oración de liberación", señala padre Stephen.
En ambos casos -reconoce el exorcista- las obsesiones mentales no desaparecieron por completo, porque su raíz estaba en debilidades psicológicas. "Pero quedó claro que Satanás, siendo un oportunista, estaba explotando estas debilidades humanas. Exageró estas debilidades hasta el punto de la disfunción completa, la desesperación y el suicidio", sentencia Rossetti y reitera que gracias a los cuidados del alma "la ferocidad demoníaca de los ataques se ha disipado".
Para el padre Stephen las obsesiones demoníacas pueden distinguirse de las cavilaciones psicológicas del TOC "por su intensidad, por ser desproporcionadas con respecto al estado humano de la persona, y a menudo provocadas por la realización de prácticas sagradas". Además, suele haber una apertura a lo demoníaco que puede identificarse, especialmente en las prácticas pecaminosas y/o ocultas recientes. "Por último, la intensidad de los ataques mentales se disipa tras las oraciones de liberación".
Padre Stephen advierte que el demonio se esmera en sus ataques en especial al final de nuestra vida. "Cuando uno entra en el juicio final, Satanás, el gran acusador, acusa al alma de todas sus infidelidades en la vida. Exige que sea consignada al infierno. Como relata Santa Catalina de Siena en El Diálogo, el Señor le reveló que: «En el momento de la muerte... el Diablo los acusa con gran terror y oscuridad... el Diablo los atormenta con [su] infidelidad para llevarlos a la desesperación»".
Pero el recurso del alma en los momentos extremos, y siempre, es la misericordia de Dios. Jesús pagó el precio de nuestros pecados. "Somos salvados en esta vida, y en la próxima, por el Amor de nuestro Dios misericordioso", recuerda el exorcista.