Imagen gentileza de Peter Nicola.
Imagen gentileza de Peter Nicola. Unsplash

Distinguir entre verdadera y falsa religión

P. Fernando Pascual por P. Fernando Pascual

15 Diciembre de 2025

En algunas ocasiones se escucha que sería falso distinguir entre religión verdadera y religión falsa, porque nadie puede pretender una plena posesión de la verdad.

Afirmar lo anterior resulta paradójico. Por un lado, se indica que algo es falso. Por otro, que no sería correcto hablar de una religión como verdadera.

En realidad, existen verdades y falsedades. Quienes dicen que es falso distinguir entre religiones están convencidos de ello, pues de lo contrario no podrían decir lo que dicen.

Por lo mismo, tiene mucho sentido, incluso resulta clave para cualquier ser humano, reconocer que no todas las religiones pueden ser verdaderas, y que puede haber una religión que contenga la verdad que tanto anhelamos.

Vemos, así, que resulta imprescindible poder distinguir entre verdad y falsedad al hablar de religiones (como respecto de muchísimos otros temas), y que no es erróneo afrontar este tema.

Al mirar a la mayoría de las religiones, notamos cómo se autopresentan como verdaderas, pues ello es parte intrínseca de cualquier propuesta religiosa: verse a sí misma como un camino hacia el encuentro con Dios y su salvación. Pero ello no basta para que tengan la verdad de su parte.

El cristianismo, de un modo constitutivo, se construye desde la convicción de haber recibido, como don, no solo verdades clave para la vida religiosa, sino a la misma Verdad encarnada, al Hijo de Dios hecho Hombre.

Cristo mismo afirmó que Él era el Camino, la Verdad y la Vida, y que nadie puede ir al Padre si no a través de Él (cf. Jn 14,6).

La afirmación de Cristo no puede ser vista en clave relativista, como si no excluyera otros caminos, considerados como insuficientes a la hora de buscar a Dios.

Si Dios existe, y si Dios se ha manifestado en la Encarnación del Hijo, entonces hay una religión que destaca como verdadera, como el camino que todo ser humano necesita para llegar a su plenitud, aquí en la tierra y en la vida que inicia tras la muerte.