por Portaluz
8 Diciembre de 2025
Cuando el Santo Padre llegó a la Piazza di Spagna, el coro y la asamblea entonaron un himno mariano titulado «Te levantas más hermosa que el alba». El Vicario de Roma, el cardenal Baldassare Reina, y el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, dieron la bienvenida al Papa a su llegada.
Tras una oración inicial, el Papa León ofreció un ramo de flores al pie de la columna de 12 metros de altura de la Virgen Inmaculada y el coro rezó cantando la Letanía de la Santísima Virgen María.
A continuación, el Papa ofreció una oración dedicada a la Virgen:
"¡Ave, María! Alégrate, llena de gracia, de esa gracia que, como luz gentil, hace radiantes a aquellos sobre quienes se refleja la presencia de Dios. El Misterio te envolvió desde el principio, desde el seno de tu madre comenzó a hacer grandes cosas en ti, que pronto requirieron tu consentimiento, ese «Sí» que inspiró muchos otros «síes». Inmaculada, Madre del pueblo fiel, tu transparencia ilumina Roma con luz eterna, tu camino perfuma sus calles más que las flores que hoy te ofrecemos. Muchos peregrinos de todo el mundo, oh Inmaculada, han recorrido las calles de esta ciudad a lo largo de la historia y en este año jubilar. Una humanidad probada, a veces aplastada, humilde como la tierra de la que Dios la moldeó y en la que no cesa de soplar su Espíritu de vida. Mira, oh María, a tantos hijos e hijas en los que no se ha apagado la esperanza: haz brotar en ellos lo que tu Hijo ha sembrado, Él, Palabra viva que en cada uno pide crecer aún más, tomar carne, rostro y voz. Que florezca la esperanza jubilosa en Roma y en cada rincón de la tierra, esperanza en el mundo nuevo que Dios prepara y del que tú, oh Virgen, eres como la joya y la aurora. Después de las puertas santas, que se abran ahora otras puertas de casas y oasis de paz en los que renazca la dignidad, se eduque en la no violencia, se aprenda el arte de la reconciliación. Venga el reino de Dios, novedad que tanto esperaste y a la que te abriste por completo, desde niña, desde joven y como madre de la Iglesia naciente. Inspira nuevas intuiciones a la Iglesia que camina en Roma y a las Iglesias particulares que en cada contexto recogen las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de nuestros contemporáneos, sobre todo de los pobres, y de todos los que sufren. Que el bautismo siga generando hombres y mujeres santos e inmaculados, llamados a convertirse en miembros vivos del Cuerpo de Cristo, un Cuerpo que actúa, consuela, reconcilia y transforma la ciudad terrenal en la que se prepara la Ciudad de Dios. Intercede por nosotros, que nos enfrentamos a cambios que parecen encontrarnos desprevenidos e impotentes. Inspíranos sueños, visiones y valor, tú que sabes mejor que nadie que nada es imposible para Dios, y que Dios no hace nada solo. Muéstranos el camino, con la prisa que un día movió tus pasos hacia tu prima Isabel y la inquietud con la que te convertiste en exiliada y peregrina, para ser bendecida, sí, pero entre todas las mujeres, primera discípula de tu Hijo, madre del Dios con nosotros. Ayúdanos a ser siempre Iglesia con y entre la gente, levadura en la masa de una humanidad que clama justicia y esperanza. Inmaculada, mujer de infinita belleza, cuida de esta ciudad, de esta humanidad. Muéstrale a Jesús, llévala a Jesús, preséntala a Jesús. Madre, Reina de la paz, ruega por nosotros."
