Debemos curarnos de la hipocresía y la medicina es saber acusarse a sí mismo ante Dios. Un cristiano que no sabe acusarse a sí mismo no es un buen cristiano y corre el riesgo de caer en la hipocresía, reflexionó el Pontífice.
En el camino hacia Damasco, el Resucitado se manifestó a Saulo y le pidió cuentas de su furor fratricida, preguntándole: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?».
"Para salvarse uno debe amar a Dios y al prójimo, ¡y esto no es cómodo! Es una ´puerta estrecha´ porque es exigente, el amor es exigente siempre", ha dicho el Pontífice.