Hoy muchos católicos desoyen la llamada de Roma, y no solo con este Papa sino también con los anteriores. No solo los laicos, los católicos de a pie, sino un número extraordinario de sacerdotes, incluso obispos en España. Esto es escandaloso y explica uno de los elementos cruciales de la debilidad católica. ¿Por qué, si no se escucha el mandato de Roma en una cuestión donde ha reinado la unanimidad de Papas tan distintos, vamos a mantener coherencia, cohesión y acción sostenida en el tiempo en temas donde la unanimidad es menor?
Me refiero a la actitud y al compromiso que el Vicario de Cristo ha pedido a lo largo del tiempo en relación con la política.
La expresión «la política es una de las más altas manifestaciones de la caridad cristiana» o variaciones similares ha sido utilizada por varios Papas en el contexto de la Doctrina Social de la Iglesia. Esta idea subraya la importancia de la participación política orientada por principios cristianos y la búsqueda del bien común como una forma de vivir la caridad en la esfera pública.
Los Papas que han utilizado la expresión no son pocos ni recientes:
Pío XI: Encíclica «Divini Redemptoris» (1937). «La política bien entendida es una de las formas más altas de la caridad porque busca el bien común». Pío XI destacó la importancia de la participación activa en la vida pública para promover el bien común y contrarrestar ideologías totalitarias.
Pío XII: Discurso en el Congreso de los Cultivadores de la Tierra (1946). «La política es y será siempre una de las formas más altas de la caridad cristiana.» Enfatizó la dimensión moral de la acción política y su rol en el servicio a la comunidad.
Pablo VI: Discurso en la Clausura del Concilio Vaticano II (1965). «La política es una de las formas más altas de la caridad porque sirve al bien común.» Enfatizó la importancia de la acción política como una vocación que promueve la justicia y la paz en la sociedad.
Juan Pablo II: Discurso a la Acción Católica Italiana (1979). «La política es una de las formas más altas de la caridad en cuanto busca el bien común.» Juan Pablo II alentó a los laicos a participar activamente en la política para promover los valores cristianos y el bien común.
Benedicto XVI: Encíclica «Caritas in Veritate» (2009). «La política es una de las formas más preciosas de la caridad porque se pone al servicio del bien común.» Destacó la importancia de la política en la promoción del desarrollo humano integral y el bien común.
Francisco: Discurso a los Miembros de la Internacional Demócrata de Centro (2014). «La política, tan denigrada, es una de las formas más altas de la caridad porque busca el bien común.» El Papa Francisco ha reiterado este concepto en múltiples ocasiones, subrayando la política como un servicio que busca la justicia y la dignidad de las personas.
Desobediencia y falta de cohesión: Un análisis de la crisis de autoridad en la Iglesia Católica
La idea de que la política es una forma alta de caridad se basa en la concepción de que la caridad no es solo un acto privado, sino también una responsabilidad social que se expresa en la búsqueda del bien común a través de la acción política. Esta perspectiva ve la política como una vocación noble que, cuando se orienta adecuadamente, puede ser una expresión de amor hacia el prójimo. En la Doctrina Social de la Iglesia, el bien común se refiere a las condiciones que permiten a todos los miembros de la comunidad alcanzar su plenitud humana. La política bien entendida debe orientar sus esfuerzos hacia la justicia social, la dignidad humana y la promoción del bien común.
Los Papas han subrayado la importancia de la participación activa de los cristianos en la vida política. Esta participación debe guiarse por principios éticos y una visión del bien común, evitando la corrupción y el egoísmo que a menudo desvirtúan la política.
La cuestión del qué es clara, pero ni se exhorta a ella, ni se advierte, ni se practica ni acompaña. ¿Qué clase de pastoral es esta? La Iglesia y los católicos deberían tener claro este mandato; su instrumento es la doctrina social. La cuestión, la reflexión partiendo de aquel empuje, debería centrarse en el cómo, en las formas de cumplir mediante una práctica que resulte fiel al mandato, que sea la caridad cristiana y el bien común lo que impere, y no se confundan ambos con la doctrina del partido al que me he apuntado.