¿Qué sucedió en el alma del joven polaco Bartek Krakowiak que, de estar ante una ventana abierta, en lo más alto de un edificio, a punto de saltar al vacío, pocas horas después inició un viaje de 1.200 kilómetros, a pie, para ir a la aldea de Medjugorje, donde le dijeron que se aparecía la Virgen?
Hoy, Bartek es un feliz esposo y padre, "católico", afirma, apasionado miembro de una comunidad "que se ocupa de la unidad entre los cristianos. En zawolaj.pl llevamos el ecumenismo en el corazón" cuenta a Portaluz, en un generoso contacto por mensajería de Instagram.
Pero esta fe que le sostiene, la familia que ha consolidado llegó tras sanar los daños de una historia donde siendo niño se vio enfrentado a la violencia. "Vengo de una familia alcohólica; en mi familia se ha vertido vodka durante generaciones. Desde muy pequeño sufrí el acoso de mi padre. Ahora sé que las palabras duelen mucho más que el golpe, así que el hecho de que me pegara unas cuantas veces no es nada comparado con lo que me dijo".
¿Cómo se crece en un ambiente de violencia y falta de amor? Ni él mismo podía responder a esta pregunta, cuyos efectos empezaban a causarle problemas en la escuela. "Mis padres no me preguntaban de dónde venía, si tenía algún problema con algo, si era malo en algo. Para mi padre yo era malo... era malo de cojones. Por lo que oía en boca de mi padre, mi psique estaba destruida, mi autoestima era nula, me avergonzaba de mí mismo y de lo que tenía en casa", sigue recordando Bartek.
Los años siguientes se vio arrastrado de forma inevitable por el caudal de una cascada de sucesos. Y es que las carencias afectivas gatillaban que Bartek se metiera en problemas: peleas, hurtos, robos, sexo fugaz, alcohol, drogas, reformatorios.
El sacerdote no era un pervertido
El primer acontecimiento que inició el largo y doloroso proceso de conversión de Bartek fue un encuentro con un joven sacerdote durante un retiro al que asistió "por casualidad". Así lo recuerda: "Un cura se me acercó y quiso hablar conmigo. Lo primero que pensé fue: pervertido. Yo veía a los sacerdotes, a la Iglesia y a toda la fe a través del prisma de lo que aparece en los medios de comunicación... Créeme, cuando vi a ese cura, lo primero que quise hacer fue darle una paliza, ni siquiera sé por qué", confiesa.
Aquel sacerdote le compartió su testimonio personal de fe, lo que cogió a Bartek por sorpresa. Tras la conversación, el chico hizo examen de conciencia y se confesó de toda su vida. Sin embargo, éste no era aún el comienzo del deseado final feliz. Tras estos acontecimientos y un intento por cambiar de vida, Bartek volvió a ser el de antes al cabo de unos meses, y el vacío de su corazón se hizo aún mayor. Fue entonces cuando decidió acabar consigo mismo.
Un alto edificio de apartamentos, una ventana abierta y él: un joven de 22 años que se encontraba completamente solo. Los preparativos para el suicidio se vieron interrumpidos por el sonido de una notificación de su teléfono que se activó sola: era una nueva canción del rapero Tau, que Bartek llevaba tiempo escuchando. En ella el rapero transmite las palabras del gran amor de Jesús a un oyente en particular. Lo que Bartek escuchó le hizo cerrar la ventana. Al día siguiente -dice- oyó una voz en su corazón que le decía que fuera a Medjugorie...
El viaje de su vida
Bartek y su hijo
Así que se puso en camino, sin ningún tipo de preparación ni dinero: sólo él, un par de zapatos y una mochila, y más de 1.200 kilómetros a pie hasta la Virgen María que le dijeron se aparecía en esa aldea de Bosnia Herzegovina, Medjugorje. Esta peregrinación marcó un hito en la vida de Bartek. Las increíbles historias que vivió durante el viaje le hicieron darse cuenta de lo valioso que es a los ojos de Dios, que vela constantemente por él. Cuando hoy vemos a un Bartek sonriente con su esposa y su hijo, predicando la Buena Nueva a los jóvenes, con vocación por el ecumenismo, cuesta creer que hace seis años fuera un hombre destrozado, que estuviera tan cerca del suicidio ....
La Virgen María ha desempeñado y sigue desempeñando un papel importante en la vida de Bartek. "Trato a María como a una madre", dice al digital polaco Niedziela. "Su intercesión ante Dios me ayudó mucho", añade. ¿Por qué estuvo dispuesto a caminar 1.200 kilómetros por acudir a María? "Realmente no sé la respuesta a esta pregunta. Simplemente oí el sonido de 'Medjugorje' y comprendí que debía ir allí. Mucha gente me escribió diciéndome que estaba demasiado lejos que mejor fuese a Czestochowa. Pero yo sabía que de este viaje hacia María iba a salir algo grande".