
por Alfa&Omega
18 Diciembre de 2015Lo primero que Vincent recuerda de la fe es cuando con cuatro años de edad le dijeron -a lo bruto- que iría al infierno si no se bautizaba. “Un profesor de religión me dijo que debía bautizarme si no quería ir al infierno así que llegué a casa y le pedí el bautismo a mi madre”, explica Vincent. “Mi madre, que era agnóstica, me dijo para tranquilizarme: "Claro que sí hijo, te bautizaremos" y ahí se quedó la cosa”, continúa.
Precisamente su madre -siendo agnóstica y sin darse cuenta-, fue una de las primeras personas en acercarle a Dios. “Era muy abierta, frente al resto de sus hermanos y de sus padres, que eran ateos. Mi madre era mucho más moderada en su posición. Ella no rechazaba la fe y eso fue un ejemplo muy positivo en mi vida”.
La segunda pista que le puso Dios para acercarle a la fe fue la iconografía religiosa, por la cual siempre sintió mucha atracción. “De adolescente coleccionaba todo aquello que tuviera una imagen religiosa de cualquier credo. Tenía un pedazo de estatua de San Antonio en mi cuarto. Con 18 años, había coleccionado infinidad de cosas religiosas. En ese momento era más pan-religioso”, recuerda Vincent. Y esa atracción por todo lo que tuviera que ver con las imágenes religiosas lo interpretó como una búsqueda: “No profesaba ninguna fe y me interesaban todas. Yo esto lo entendí como una búsqueda, como una necesidad de poner mi mirada en algo más allá”. Vincent, sin saberlo, estaba comenzando un camino que le ha llevado al bautismo, y ese camino comenzó gracias a su inquietud. “Dios se ha servido de mi inquietud para acercarme a la fe”, asegura.Obstáculo en el camino: El monopolio de la verdad
A pesar de su atracción por la iconografía, Vincent seguía siendo agnóstico y lo que le echaba para atrás de los católicos es lo que él definió como su monopolio de la verdad. “Para mí, que una religión profese que tiene la única verdad y el único camino era algo que chocaba y que me alejaba del cristianismo”, cuenta este joven australiano. Pero gracias a su novia y a un cura católico las dudas se fueron despejando.
La novia de Vincent se convirtió tras el cáncer de su madre. “Cuando le detectaron la enfermedad, María se puso a rezar intensamente por la curación de su madre. El cáncer desapareció y a María se le despejaron las dudas. Después de algún tiempo volvió a la fe y empezó a hacer visitas a los pobres. Ella me contaba lo contenta que estaba y que tenía que acompañarla a visitar a los pobres porque era increíble, era un sitio muy especial”.
Vincent un día probó suerte y acudió, junto a su novia, a la casa donde se atendían a los enfermos. Fue allí donde conoció al padre Alberto, del que se hizo buen amigo y quien le ayudó a superar las barreras de los prejuicios. “El sacerdote me ayudó. Me contó que él había hecho peregrinaciones por países musulmanes y cuando te encuentras de frente a un hombre de Dios, da igual que sea musulmán, que sea cristiano, tú te das cuenta de que es un hombre de Dios. Eso me inspiró mucho respeto y me calmó bastante esas preocupaciones”.La Santísima Virgen María conquistó su corazónOtra de las cosas que le fue acercando a la fe fue el ejemplo de las personas. Dios quiso que Vincent se encontrara con personas clave en su vida que, de una forma natural, le fueran acercando hacia Él. “El ejemplo de los demás siempre me llamó mucho la atención. Mi madre pudo ser muy ejemplar en esa apertura, en esa tolerancia. Yo creo que fue clave. Y el padre Alberto, algo parecido. De hecho él fue mi catequista”. Son personas que marcaron a Vincent y le ayudaron a liberarse de prejuicios y de dudas.
Acompañaba al sacerdote a visitar a los pobres y Dios fue también conquistando su corazón mediante la música y la Virgen... “Yo soy una persona que me emociono con mucha facilidad. Pude asistir como espectador a varias Misas y me emocionaba especialmente la música. Recuerdo que al oír los cantos a la Virgen, muchas veces lloraba. Era un llanto de tristeza porque sentía que no participaba de la Misa y era también un llanto por la Virgen. Veía aquellas personas que le cantaban a su madre y yo había perdido a la mía”.
Vincent se fue sintiendo cada vez más atraído por la liturgia y anhelaba participar plenamente. “Me afectó muchísimo no poder comulgar y me sentía como un excluido. Allí nació ese deseo de poder comulgar, de poder participar con la comunidad. Ahí empezó mi interés primero y real por la religión católica, casi como un interés social. Fue entonces cuando comencé a recibir catequesis”.Catequesis recibida como Buena Noticia
“Yo me quería dejar llevar. Tenía mucha ilusión en vivir el proceso sin ninguna idea preconcebida y sin ninguna expectativa sobre mí. Cuando empecé el catecismo hice un esfuerzo de distanciarme de cualquier resultado del proceso. Obviamente, si empiezas a recibir catequesis es con la intención de convertirte y bautizarte pero yo, en verdad, quería vivirlo con más libertad y pensé: A ver qué pasa. Yo estoy dispuesto, pero no sé si me conozco lo suficiente para saber cómo voy a responder a la catequesis. Me dejé esa libertad para decir que si en un momento una enseñanza me chirriaba, no podría proceder y tendría que parar”, explica Vincent sobre el comienzo de las catequesis.
Y con esta disposición, las catequesis fueron un éxito. “Mucho del mérito es del padre Alberto, que ha sabido llegar a mi corazón y comunicarme las cosas, las Verdades, para que yo las entendiera. Todas las enseñanzas esenciales del Evangelio me parecían muy aceptables, me parecían Buena Noticia. Me iba pareciendo apetecible y me iba entregando, me iba dejando llevar”.Mi independencia espiritual hacia el bautismo
El proceso que estaba siguiendo Vincent ilusionó a mucha gente, especialmente a su novia, que veía como la persona a quien amaba se estaba acercando, poco a poco, a Dios. Fue entonces cuando María quiso animar a su novio a seguir dando pasos hacia el bautismo inminente. Pero Vincent le dejó muy claro que no quería presión, que le dejara ese espacio. Ella entonces fue muy respetuosa y durante unos meses fue un proceso que el chico no compartió con nadie. “Me tenía que independizar espiritualmente. Quería estar seguro de mis propias intenciones”, puntualiza Vincent. Él no quería bautizarse porque le hiciera ilusión a alguien, él quería bautizarse porque había descubierto a Dios.Tres sacramentos en un día
Vincent consiguió llegar al final del proceso, y decidió bautizarse. Tras un largo un proceso de transformación, de intimidad con Dios, el 21 de junio de 2014, a los 32 años, recibió el bautismo, la confirmación y la Primera Comunión. “Mucha gente, cuando se acercaba la fecha, me hablaba de la importancia de aquel día y me decían que tenía que llevar chaqueta y corbata. Yo les decía que yo no era así, y que Dios me quería como era”, así que Vincent decidió llevar su habitual traje claro y su camisa de flores.