
por Cardenal Felipe Arizmendi Esquivel
Hechos
Pareciera que el mal prevalece sobre el bien. En efecto, viendo y escuchando noticias, se resalta más la llamada nota roja.
En los noticieros, se habla más de guerras, asaltos, robos, pleitos callejeros y familiares, secuestros, deficiencias en los gobiernos, inundaciones, terremotos, extorsiones, abusos de toda índole, etc. Sin embargo, en la vida ordinaria son muchísimas más las personas buenas que se portan bien y que hacen el bien.
Es cierto que, en nuestras iglesias, ha habido lamentables casos de pederastia. Es cierto que muchos clérigos no somos lo que deberíamos ser. Es cierto que muchas personas se alejan de la práctica religiosa, a veces por el mal trato que reciben en nuestras oficinas parroquiales. Sin embargo, son muchísimos más los sacerdotes que son fieles a su ministerio y son reconocidos por su entrega pastoral. En verdad, son muchísimos más nuestros buenos pastores. Son muchas las obras buenas que se promueven en las parroquias y nuestras iglesias siguen siendo lugares de confianza para todos, también para migrantes y necesitados.
Es cierto que abundan los divorcios y los conflictos familiares; pero son muchísimos más los hogares donde prevale la armonía y se inculcan principios morales. Es cierto que muchos jóvenes están esclavizados por las drogas y las pandillas; pero son muchísimos más los estudiosos, responsables, honestos y buenos hijos. Es cierto que hay grupos armados dedicados al tráfico de drogas y a la extorsión; pero la mayoría de nuestro pueblo es trabajador, honrado, solidario y amante de la paz.
Es cierto que en nuestros gobiernos y en las instancias legislativas y judiciales de todos los niveles hay corrupción, avidez por el dinero, prepotencia, arbitrariedades, cambio de partido político según intereses, demagogia, compromisos oscuros, irresponsabilidad para enfrentar los problemas comunitarios; pero también es verdad que no faltan gobernantes, legisladores y jueces humildes, honestos, justos, responsables, capaces de escuchar también a sus contrarios, cercanos al pueblo, creativos para ofrecer soluciones efectivas, sacrificados en su servicio, fieles a su religión.
Iluminación
El Papa Francisco, en su exhortación Gaudete et Exsultate, afirma:
"El Espíritu Santo derrama santidad por todas partes" (No. 6). "Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, «la clase media de la santidad»" (No. 7).
"La santidad es el rostro más bello de la Iglesia. Pero aun fuera de la Iglesia Católica y en ámbitos muy diferentes, el Espíritu suscita signos de su presencia, que ayudan a los mismos discípulos de Cristo" (No. 9).
Acciones
No nos dejemos contaminar por el mal que parece dominar nuestro mundo, sino que esforcémonos por ser personas buenas, muy fieles a los caminos que Dios nos ha señalado y, por ello, muy justos y honestos en nuestros trabajos y cargos, muy unidos en nuestras familias, muy fraternos con quienes nos rodean, muy cercanos a quienes sufren en su cuerpo o en su espíritu. De nosotros también depende que nuestro mundo sea mejor.