arzobispo-habana
arzobispo-habana

El Arzobispo que sobrevivió a Fidel Castro defiende la fe: "Esta es la hora del Espíritu"

Nació el 11 de julio de 1948 en Camagüey, ordenado sacerdote en 1972, obispo en 1997, fue Papa Francisco quien lo designó a la cabeza de la Arquidiócesis de La Habana en abril del pasado año 2016.

por Portaluz/ Nuestra Voz

13 Octubre de 2017

Desde que llegó a la capital de la isla no ha pasado desapercibido y muchos saben que el padre obispo Juan de la Caridad Garci?a Rodríguez se levanta temprano los viernes para ir a celebrar la misa a las religiosas y residentes de la casa Edad de Oro, un hogar donde las Hijas de la Caridad cuidan personas con severas discapacidades mentales, desde la cuna hasta la muerte. Realidad que a nadie deja indiferente, al decir de quienes lo visitan.

Cuando Monseñor Garci?a termina la misa, ayuda aseando y dando el desayuno a los enfermos. Esos gestos de servicio van mostrando quien es este pastor y acrecentando el carin?o que los feligreses le manifiestan en La Habana a este camagu?eyano que también es de extensos momentos de oración y maneras sencillas.

El editor Jorge I. Domínguez, quien lo ha entrevistado para el portal Nuestra Voz de la Diócesis de Brooklyn (USA) reconoce no ser un testigo imparcial, pues su padre, Teodosio Domi?nguez, es el primer dia?cono permanente de Cuba. “Tiene 88 an?os, esta? enfermo y vive en un pequen?o pueblo a treinta millas del Arzobispado de La Habana. Monsen?or Juan Garci?a, en medio de sus muchas obligaciones, ha hallado tiempo para visitarlo varias veces. En febrero, cuando supo de la muerte de mi madre, acudio? al pueblo para celebrar la misa de cuerpo presente en la iglesita del pueblo”, cuenta el editor de Nuestra Voz.

Cuando el Arzobispo de la Habana hace sus oraciones en la noche antes de dormir, ¿Por que? reza? ¿Por quie?n?

Bueno, cuando uno se va acostar la Iglesia le pide rezar una oracio?n que se llama Completas en la que se pide el perdo?n por lo que no se ha hecho bien... que siempre hay algo que no hacemos bien. Se pone uno en las manos de Dios. Y entonces le digo al Sen?or como deci?a Juan XXIII: «Yo me voy a dormir, Tu? ocu?pate de toda la Iglesia que se queda ahora en espera, en oracio?n, muchas veces actuando». Porque hay personas que por la noche trabajan: las Siervas de Mari?a, que cuidan enfermos por la noche, las Hijas de la Caridad, que atienden a los impedidos fi?sicos y mentales. Siempre pido por las vocaciones y siempre le digo al Sen?or que man?ana no haya abortos, si Tu? quieres, que man?ana no haya abortos, que man?ana no haya violencia, que man?ana todo sea paz y concordia.Dicen que usted es un pastor con olor a oveja. ¿Por que? tiene esa fama?

Bueno puede que tenga la fama, pero en realidad uno siempre pudiera hacer ma?s. Lo u?nico que hago, o trato de hacer, es lo que dice el Evangelio: visitar enfermos, acercarnos a los que sufren, acompan?ar a las personas, escucharlas, orientarlas.En los an?os noventa crecio? mucho la asistencia de la iglesia. Algunos opinan que la pra?ctica cristiana ha vuelto a declinar en los u?ltimos an?os. ¿Que? piensa Ud. al respecto?

Yo creo que hay un deseo de Dios extraordinario. Eso no quiere decir que la gente venga a la iglesia, que se bauticen, que hagan la Primera Comunio?n, que se casen por la Iglesia, pero hay una cosa muy buena que tiempo atra?s no habi?a: El deseo de Dios. Todo el mundo pide bendiciones, todo el mundo hace preguntas, todo el mundo quiere un rosario -que quiza?s no sepan rezar, pero lo piden-, quieren crucifijos, Biblias, preguntan sobre cuestiones de la Iglesia, del Evangelio, de la Biblia, de la fe. Nosotros tenemos una tierra bueni?sima, [pues] hay un deseo de Dios. Lo que nos toca ahora es sembrar. Es un gran desafi?o el nuestro: pasar del deseo de Dios a la vida de Dios, a la vida realmente cristiana, que es una vida de amor, una vida de perdo?n. Yo creo que este es un momento bueni?simo. Yo creo que el Espi?ritu tiene sus momentos y sus tiempos. Ahora es el momento de hacer presente el Evangelio, para presentar la verdadera fe, para mostrar la verdadera fe. Esta es la hora del Espi?ritu y este es nuestro momento.El papa Francisco ha dicho que e?l quisiera que la iglesia fuese como un hospital de campan?a, una Iglesia «en salida», que vaya a las periferias. ¿Que? quieren decir esas frases desde la perspectiva de La Habana?

Hay muchas personas que sufren, muchos nin?os que sus papa?s los abandonaron, muchas esposas abandonadas, muchos viejitos abandonados, necesitados de carin?o, necesitados de amor. La Iglesia quiere salir a ayudar a esos sus familias. Tenemos que tratar de consolar a los familiares de los presos que esperan la liberacio?n de estos presos y que desean ayudarlos ma?s. La Iglesia tambie?n quisiera ayudarlos ma?s. Hay muchas personas que sufren y Jesucristo estaba al lado de los que sufri?an, y consolaba, y esta es nuestra misio?n. Hay una cosa bonita, aqui? en La Habana, que está resurgiendo con mucha fuerza que es la infancia misionera, un grupo de nin?os y adolescentes que van visitando las casas en muchos lugares lejanos en donde no hay capillas, donde no hay casa de misio?n, donde no hay iglesias. Y alli? conocen el dolor, conocen la angustia, y entonces traen la buena noticia del evangelio. La experiencia es muy bella, es muy hermosa, tanto para los que van a anunciar el evangelio como para aquellos que lo reciben.

¿Y cua?les son sus esperanzas?

Hay un texto bi?blico que dice que Dios nos puede dar aquello que no podemos imaginar. No es textual la frase, pero ese es el mensaje. Dios es capaz de darnos lo que no podemos imaginar. Con esa confianza esperamos que todo sea mejor, que nos tratemos como lo que somos: hermanos, hijos de Dios e hijos de la Virgen de la Caridad. Esa devocio?n a la Virgen es tan fuerte que hay gente que dice que no cree en Dios pero que si creen a la Virgen. Es ilo?gico pero lo dicen, y lo aseguran, y eso es un motivo de esperanza tambie?n. Es una fe que se puede instruir, que se puede catequizar, que se puede hacer crecer. Estamos en las manos de Dios. Dios quiere el bien de todos, nos creo? para la felicidad, nosotros somos los que estamos encargados de sembrar esa esperanza y ese camino de felicidad, ensen?ar ese camino. Quiza?s hoy estemos mejor que ayer en cuanto a la fe; y pienso que man?ana estaremos mejor que hoy.