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A Fernando Chomali no querían admitirlo al sacerdocio porque era tartamudo. Dios lo sanó y hoy es cardenal

En un relato íntimo el Cardenal Fernando Chomali Garib, arzobispo de Santiago de Chile da testimonio del poderoso amor de Dios que lo llamó a dar la vida si fuese necesario, por la salvación de todos, en especial de los pobres y los que sufren.

por Portaluz

10 Abril de 2025

El pasado 3 de abril de 2025, el canal de YouTube "REC: Razón en Cristo", publicó el registro audiovisual del testimonio que el arzobispo de Santiago de Chile, Cardenal Fernando Chomali Garib, ofreció a jóvenes universitarios, ante quienes confidenció detalles íntimos de su vida. Pinceladas de un alma sacerdotal que por amor a Cristo y su Iglesia, se esfuerza en dar la vida al servicio de la salvación de todos, en especial de los pobres y los que sufren.

A continuación, transcribimos un extracto del testimonio que puede conocerse por completo en el video que introduce estos párrafos.

 

Elegido por Dios para ser pastor "con ojos abiertos, orante y de pies desnudos"

 

Bueno, me dijeron que contara mi testimonio de fe y voy a partir contándoles que yo estudié ingeniería en la Universidad Católica, esta universidad, que quiero mucho, entrañablemente. Entré el año 75 a Ingeniería y conocí muy buenos amigos, muy buenos.

El año 77 uno de esos amigos ya no estaba en la universidad. Su nombre es Jerónimo Walker. Entonces yo le pregunté al hermano, que también estudiaba en la universidad -Patricio Walker- qué había pasado con Jerónimo y me dijo: "Jerónimo entró al seminario". Me dije... 'yo quiero ser como él'. 

Por lo tanto, lo primero que les quiero decir es que todo lo que ustedes hagan, digan, piensen, impacta en los demás y puede impactar positiva o negativamente.

Jerónimo me impactó positivamente en primer lugar por su sencillez, por su humildad, por su inteligencia... brillante ¡eh! En el curso de cálculo dos ya era ayudante. Un hombre muy inteligente pero muy bondadoso y piadoso. 

Entonces siempre quedé con la idea de que era posible llevar una vida consagrada. Por supuesto que yo estaba muy inmaduro en esa época como para postular al seminario y me titulé Ingeniero, aunque siempre estuve con la idea de ingresar... 'En un año', dije, 'yo este año me voy a dedicar a hacer un discernimiento vocacional'. 

Y ese año tuve la gracia de conversar con un muy buen sacerdote quien me dijo: "¿Sabes? yo creo que tú tienes vocación sacerdotal". Fui a postular al seminario, llamé por teléfono, pues en esa época no había celulares y me recibe Jerónimo Walker que estaba de diácono camino al sacerdocio. Nos encontramos, nos dio mucha alegría.

Me hicieron todos los test habidos y por haber para entrar al seminario, pero no me querían dejar entrar por tartamudo, porque yo era muy tartamudo. De hecho, no podía ni hablar de lo tartamudo que era. Mis padres estaban muy desesperados con mi tartamudez así que me habían llevado a muchos lugares para ver si se si me curaba y la verdad que en todos les fue muy mal.

Yo estudié en la Alianza Francesa y terminé los últimos años en el Instituto Nacional. Iba al colegio por las mañanas... el bullying, todo eso lo viví. Yo tengo un doctorado en bullying y soy muy contrario al bullying, soy muy enemigo del bullying, hace mucho daño. 

Terminé con una fonoaudióloga quien, aunque era una excelente fonaudióloga, pero por supuesto que no me superó la tartamudez. Tenía una escuela especial donde iban jóvenes, niños, con síndrome de down. Sucede que yo en el colegio (por las mañanas) lo pasaba bastante mal y en la tarde con estos jóvenes con síndrome down lo pasaba excelentemente bien porque todos los que estábamos ahí teníamos algún problema. Ahí entendí algo muy importante: no hay nada que cautive más a una persona que sentirse amada que sentirse respetada y no hay nada más grande de una persona que amar y respetar a los demás.

Como llevaba un año en esa escuela especial y la tartamudez no se me pasaba me sacaron de ahí y de hecho muchos compañeros de curso con los que me sigo viendo hoy día se acuerdan de eso. 

Sobre el seminario pasó que le preguntaron a un Obispo auxiliar que se llama Sergio Valech -ya falleció- y le dijeron: "Oye tenemos un candidato, una persona normal, ingeniero civil de la Católica, con una vida espiritual, de misa... ¡y es tartamudo! ¿qué hacemos con él?" Y él les dijo: "Que entre nomás y ahí vemos lo que pasa". Así fue, está en el acta. 

Bueno, y el asunto es que él dijo "que entre y veamos lo que pasa". ¡Oye, miren lo que pasó, soy cardenal! Es como increíble ¿no?

Y entré al seminario. Les puedo decir chiquillos, por lejos, por lejos los 7 años más felices de mi vida, lejos, lejos. O sea, de hecho, decían en el seminario que yo tenía vocación de seminarista. ¡Imagínense! Porque es un tiempo precioso, un tiempo en primer lugar donde hay personas muy distintas. Eso es muy bonito que nos vincule la fe.

Normalmente a nosotros nos segregan por barrio, por colegio. Esa es la verdad. En el seminario no. En el seminario Dios llama al que quiere, como quiere. Eso es muy hermoso... convivir durante 7 años con personas muy distintas.

En el seminario aprendí filosofía y teología y quedé maravillado. Compartí con compañeros muy distintos movidos por la fe. Tuve la gracia de tener la misa diaria y los espacios de oración todos los días. Conocí una realidad que la verdad yo no conocía. Siete años maravillosos.

Bueno, ahí me di cuenta de que vale la pena jugársela por grandes motivaciones. ¿Cuáles eran las motivaciones que tenía para postular al seminario y aventurarme en este camino? En primer lugar, una clara conciencia de querer hacer la voluntad de Dios y la verdad que no siempre reflexionamos sobre eso; estamos tan ocupados sacándonos buenas notas o la mejor nota posible para entrar a tal carrera, para ciertas cosas, que nos olvidamos cuál es la voluntad de Dios. 

Y una prueba de que yo estaba haciendo la voluntad de Dios ¡es que se me terminó la tartamudez! Increíble. 

Me di cuenta que cuando uno no está a su gusto, cuando hay poca sintonía entre lo que uno es y lo que uno hace, el cuerpo habla, el cuerpo habla. Por eso que es muy importante buscar la voluntad de Dios, hacer un discernimiento para ver qué es lo que Dios quiere de uno. Créanme que ha sido un camino hermoso, no fácil y por supuesto que volvería a hacer lo mismo 70 veces siete a pesar de todas las dificultades que puede tener una vida consagrada.

(...)

Quisiera contarles que a propósito de este nombramiento de cardenal me llegó una carta del papa. Y me da tres consejos. Yo creo que esos consejos valen para todos, valen para todos. 

El primer consejo es que tengamos los ojos abiertos y una mirada amplia. El mundo no se acaba en su colegio, en su sala de clase; el mundo es mucho más que eso. ¡Ábranse a conocer el mundo, lean, estudien, investiguen, ábranse al mundo de la pobreza! Abrir los ojos es muy importante. Tengan apostolados constantes, atrévanse a vivir la vida como una gran aventura.

En segundo lugar, que tengamos las manos juntas, rezar. Yo creo que una de las crisis que estamos viviendo en Chile, una crisis muy profunda, es la crisis que yo llamo de la frivolidad. Estamos frívolos. Temas terribles, terribles; como abuso, corrupción, cohecho, etcétera, son tratados frívolamente. Son temas muy profundos que tienen que ser tratados en profundidad y no hay nada que de mayor profundidad espiritual que la oración. De hecho, el Señor dice 'sin mí no podéis hacer nada'. Lo dice y nos dice que invoquemos al Espíritu Santo que nos dará sabiduría, nos dará prudencia, nos dará templanza, nos dará alegría para hacer discernimiento, inteligencia. ¡No teman ser personas de oración! (...)

Y en tercer lugar dice... tener los pies desnudos. Porque si andamos con suelas demasiado grandes no palpamos los dolores y hoy día la tendencia es a encerrarnos en nosotros mismos sin palpar los dolores de tantas personas que gimen por compañía, que gimen por más amor, que gimen por mayor solidaridad.

 

(...) Puede seguir conociendo el testimonio completo del cardenal Chomalí publicado por REC arriba, en el video.