Los “monjes brasileños”: ni son monjes, ni curan a distancia, sino que son médiums camuflados. Testimonio de una víctima

14 de octubre de 2022

Con oraciones espíritas y un lenguaje en apariencia cristiano, aseguran que a través de ellos actúan espíritus de médicos ya fallecidos. Sin embargo, mezclan espiritismo y culto umbanda. Una práctica más cercana al demonio que repugna a la razón, al sentido común y a la fe.

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En algunos países de Iberoamérica desde hace décadas han ganado popularidad creciente los llamados "monjes brasileños", publicitados como sanadores espirituales que serían capaces de actuar a distancia desde su Templo Espírita Tupyara.

 

Enfermos de la más diversa procedencia escriben a quienes, según su propia publicidad, "con disciplina, amor y voluntad entregan su trabajo al servicio de sanación espiritual". Pero tras las buenas palabras, resalta el término "espírita", nombre que alerta sobre la identidad y actividad real de este grupo: espiritismo, comunicación con los muertos… nada que tenga que ver con monjes ni con la fe cristiana, sino más bien realidad cercana al enemigo de Dios y que pone en abierto riesgo a personas confiadas.

 

Así le ocurrió a la periodista chilena Javiera Suárez, quien luego explicaba en los medios de comunicación el año 2017 cómo, tras ser diagnosticada de un agresivo cáncer, un amigo le aconsejó escribir a los famosos "monjes". "Había que mandar una carta, era gratis y no perdía nada. Por eso lo hice".

 

Pero aclaraba que su mejoría se debía al buen tratamiento médico, no a los curanderos brasileños: "en ningún caso me he sanado gracias a ellos… Si fuera tan fácil, nadie se moriría de cáncer… Me da susto que, por ejemplo, un paciente con cáncer vea esto como un frenesí y una salvación". Con pesar para sus cercanos y quienes la conocieron, Javiera fallecería en 2019.

 

En el origen, un médium brasileño

 

 

El Templo Espírita Tuypara fue fundado en 1943 en Río de Janeiro, por obra de José Herman Hungerbühler (1903-1964). Este gurú que alguna vez fue un seminarista católico, aseguraba tener desde niño "la capacidad de ver y escuchar espíritus". A los 26 años, renegando de la fe católica, se convirtió formalmente al espiritismo, lo cual le habría permitido desarrollar "sus facultades mediúmnicas, en especial la clarividencia, la audiencia y la intuición". Sus seguidores afirman que "fue instrumento misionero en la predicación evangélica - ¿de qué Evangelio se trataría? -, que es la meta del Templo Espírita Tupyara".

 

Por si la manipuladora referencia a esa pretendida "evangelización" no fuere suficiente, su templo lo preside una imagen de Cristo a cuyos pies sitúan una estatua de la deidad -orishá- Iemanjá, rodeados de retratos y estatuillas de santos católicos y otros personajes que dicen servirles para "canalizar". Entre ellos destaca la efigie de Bezerra de Menezes (1831-1900) un médico brasileño que se convirtió en una gran figura del espiritismo en aquel país y al que recuerdan como "el médico de los pobres". Por eso difunden oraciones que lo tienen como destinatario o intercesor.

 

En el templo realizan sesiones que estarían dirigidas por entidades que se manifiestan en personas... un llamado "Padre Manoel" y un tal “Fray Rogério”, lo que induce a la confusión, al utilizar tratamientos propios de las órdenes religiosas católicas, cuando realmente se trata de médiums, personas que aseguran estar en contacto con las almas de los muertos. Estas sesiones consistirían en "pases, estudio del Evangelio, fluidificación del agua y oración para los desencarnados", y otras veces "pases de magia y cura".

 

¿Cómo realizan su "trabajo"?

 

 

Aunque lo más significativo y atrayente es la “operación fluídica espiritual”, que es como llaman a la sanación a distancia. ¿En qué consiste? Ellos explican que esta cirugía espírita "viene, por intermedio de abnegados médicos espirituales, instrumentos de la infinita misericordia de Dios, para actuar en el cuerpo periespiritual del enfermo, con impactos en su cuerpo material, corrigiendo cambios en su estructura físico-orgánica".

 

Aunque, para evitar problemas legales, aclaran que no se plantean como alternativa a la medicina tradicional. Pero es fácil suponer que en su desesperación las personas seducidas por las promesas de estos espíritas abandonen sus tratamientos; ello sin olvidar el riesgo espiritual que conllevan estas prácticas, tal como enseña la Iglesia en diversos documentos magisteriales, alocuciones de los Papas, testimonios de exorcistas o en particular el documento magisterial Jesucristo Portador del Agua de la Vida.

 

Los llamados "monjes brasileños" declaran que su servicio es gratuito –convenciendo a muchos de un supuesto altruismo y autenticidad–, y los solicitantes de ayuda reciben como respuesta una fecha y hora concreta en la que "el hermano será operado fluídicamente", el "médico" que lo hará y lo que se debe "observar rigurosamente" en cuanto a alimentación, vestido, baño anterior, etc. También indican los vendajes que deben realizarse después.

 

Conexión con el culto umbanda

 

 

En una investigación sobre la cosmología, los rituales y la antropología en el espiritismo brasileño (titulada O mundo invisível), Maria Laura Viveiros de Castro Cavalcanti –profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro– informa que "el Templo Espíritu Tupyara es un centro mixto, que combina sesiones umbandistas y espíritas", lo que "hace palpable la cuestión de la relación entre espiritismo y umbanda".

 

La umbanda es uno de los cultos afroamericanos más importantes, y el más extendido precisamente en Brasil, donde nació en el siglo XX con la fusión de creencias de origen africano, la religión católica y el espiritismo contemporáneo de procedencia francesa. De ahí que sea tan fácil la interrelación.

 

Viveiros de Castro recoge en su investigación las impresiones de los propios adeptos tanto del espiritismo como de la umbanda, y ellos mismos subrayan las coincidencias: la manifestación de los espíritus en los actos de culto, su comunicación a través de las personas que entran en trance, el uso de ropa blanca, etc.

 

Pero hay algo más. Un dato que no revela el centro espiritista de los falsos monjes en su página web, ni detalla la antropóloga brasileña: el nombre "Templo Espírita Tupyara" procede de un "caboclo". Los caboclos son, originalmente, los mestizos de europeo e indígena. Sin embargo, para el culto umbanda son los espíritus de personajes indígenas legendarios, que habitan en los bosques y están organizados en falanges, según sus funciones.

 

Durante los ritos umbanda, los caboclos se "incorporan" a los médiums cuando éstos entran en trance, y así entran en comunicación con los seres humanos. El caboclo Tupyara está relacionado con los orixás (divinidades intermedias) Oxóssi, Xangó y Omulu y, según los manuales umbanda, sus trabajos están "enfocados a la sanación y desobsesión". De ahí que sea el más representativo para los espiritistas que se hacen pasar por monjes sanadores.

 

Un testimonio real de sus efectos destructivos

 

 

Una joven que prefiere no revelar su identidad ni su procedencia –por el sufrimiento que el recurso a los tupyara generó en su familia– ha querido contar a Portaluz su experiencia. "Mi madre, en su desesperación por sus hijos enfermos, cayó en una especie de carrera loca por lograr que alguien los pudiera sanar", recuerda. Ella tenía sólo 6 años, prosigue narrando, cuando su madre "le preguntó a un sacerdote amigo si podía acudir a estos 'monjes' y el sacerdote en persona la acompañó la noche de la 'operación', pues sería a las 12 de la noche".

 

"Teníamos que vestir ropa blanca, las camas debían tener sábanas blancas y debía haber agua limpia en el velador. A medianoche dormíamos, y mi madre y el sacerdote velaban, rezaban, porque los ‘monjes’ vendrían a las 12. Al día siguiente amanecimos con fiebre y convalecientes. Yo nunca me di cuenta de nada", afirma.

 

No hubo recuperación física. Pero sí hubo algunas consecuencias comprobables señala: "mi familia dio un giro terrible hacia la desintegración. Comenzaron a pasar muchas cosas malas…". Ella tiene claro, con la perspectiva de los años, que "se juntaron desesperación, falta de confianza, miedo, poca fe, inseguridad, soberbia y un largo etcétera".

 

Tras esa nefasta experiencia la protagonista de esta historia no se apartó del camino de la fe. "A mí Dios me protegió ciertamente, pues nunca me he separado de su amor", confiesa. Pero lo que vivieron su madre y su hermano no fue tan positivo. "Tras acudir a los 'monjes', mi madre hizo espiritismo y anduvo por un largo camino de esoterismo, del que tardó mucho en retornar. Pero mi hermano siguió una senda de destrucción horrible que terminó con su muerte", confidencia.

 

 

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