Portaluz. Luis Santamaría del Río
26 Diciembre de 2025Las sectas aprovechan cualquier ocasión para captar adeptos. En torno a la celebración de la Navidad, no sólo los grupos de origen cristiano se apoyan en el Nacimiento de Jesucristo para llevar a cabo su propia campaña proselitista -como hacen los mormones-, algo perfectamente entendible por su pretensión de ser el cristianismo auténtico. Y más en medio de un mundo en el que cada vez se paganizan más las costumbres de estos días del año.
Lo sorprendente es que también los grupos esotéricos ofrecen actividades y contenidos para invitar a las personas a ir más allá de lo superficial de las fiestas navideñas. Pero no para rastrear su origen y sentido cristiano, sino para ofrecer una lectura simbólica y alegórica, en una estrategia que busca "resignificar" la conmemoración anual de la Natividad. Estrategia perfectamente diseñada por sectas de procedencia teosófica y utilizada con frecuencia en la New Age (y que puede verse, por ejemplo, en la relectura esotérica de la Semana Santa por parte de la secta Metafísica).
Metafísica: Navidad como "un espíritu femenino"

Precisamente comenzamos nuestro recorrido por la secta Metafísica. En su libro Un tesoro más para ti, la fundadora del grupo, Conny Méndez, se refiere al "Espíritu de Navidad" como una "actitud dadivosa que se despierta en los días de Pascua". Pero, en realidad, "es un espíritu femenino que tiene más de dos mil años. Se formó con el egregor que surgió con el nacimiento del Niño Jesús". Hay que aclarar que egregor, en el lenguaje esotérico, sería una entidad que surge como manifestación de un pensamiento colectivo. Méndez va más allá al decir que este espíritu tiene nombre: María, "aunque no es la Madre Virgen". Y añade que "se le puede invocar para que nos invada de deseo de regalar, de alegría y devoción".
El líder actual de Metafísica, Rubén Cedeño, ha dedicado algunos de sus muchos libros a este tema. A pesar de su apariencia cristiana, la enseñanza sigue siendo esotérica. Podemos verlo, por ejemplo, cuando detalla el elenco de fiestas navideñas, entre las que destaca el 8 de diciembre como "día de la Señora Inmaculata, Guardiana Silenciosa de nuestro planeta", la noche del 24 de diciembre para celebrar "la Natividad del Maestro Jesús" (sería un "maestro ascendido" más entre otros) o el 28 de diciembre como "día de nuestras Presencias 'Yo Soy'", utilizando siempre terminología propia del ocultismo.
Cedeño hace una lectura alegórica de los símbolos de la Navidad, afirmando que los adornos típicos sirven "para atraer la energía del Espíritu de Navidad". El pesebre "es un campo de fuerza de energía", Santa Claus es "un ser de luz" y el Espíritu de la Navidad sería, a diferencia de lo dicho antes por Conny Méndez, "un ángel solar, su nombre es Natívitas, se expresa como una estrella de nueve puntas con radiación verde, blanca y rubí". Entre otros textos, el gurú de Metafísica divulga "decretos" (conjuros) para dar la bienvenida a dicho Espíritu, borrar "del subconsciente y del registro etérico" todo lo negativo del año que termina, etc.
Nueva Acrópolis: el solsticio y el renacer de la luz

Otro ejemplo claro lo encontramos en la secta Nueva Acrópolis, con una gran actividad como asociación cultural en el ámbito hispanoamericano. Es fácil encontrar en sus publicaciones referencias a valores positivos, como cuando Mª Dolores Fernández-Fígares escribe que, ante las desigualdades e injusticias, "no es otro el mensaje que nos lleva desde la choza de Belén, tan representada en estos días: la necesidad de hacer algo por los demás, de comprometernos con la construcción de un mundo más justo". Observemos la trampa: decir que "no es otro" que lo solidario lo expresado por el Nacimiento de Cristo es vaciarlo de toda su dimensión trascendente y de revelación sobrenatural. Bonito, sí. Simbólico. Pero sin Dios.
Para esta adepta española, la Navidad, "con sus significados compasivos y cariñosos", puede ser "otra oportunidad para entrenarnos a descubrir al idealista que hay en nosotros y ponerlo a trabajar por un mundo mejor". No hace más que mostrar el modus operandi de Nueva Acrópolis, que es aprovecharse del idealismo de las personas y de las ganas de mejorar las cosas para ofrecer su organización como el mejor instrumento para conseguirlo. En otras publicaciones podemos ver cómo se refieren a la Navidad como "una celebración del amor" en la que "compartimos buenas vibraciones", o la excusa para vivir un "momento de solidaridad" y presumir de acciones de voluntariado (debidamente ataviados para la publicidad correspondiente).
Una revisión de las páginas oficiales de la secta en Internet nos revela algo más: el sentido pagano, mitológico y esotérico de la Navidad que pretenden inculcar sus responsables en quienes participen en sus actividades formativas y festivas (habitualmente en torno al árbol navideño). Así, vemos cómo hablan de "celebrar el solsticio de invierno, símbolo del Sol Invictus" -en 2024 en Burdeos- o de "un símbolo universal del renacer de la luz... como una conexión con lo trascendente y con la naturaleza, en sincronía con el solsticio de invierno" -en 2024 en República Dominicana-. También explican que "la Navidad no está fuera: es el nacimiento de lo mejor que hay en nosotros" -en 2025 en Zaragoza-.
Otro elemento en el que insisten es el árbol de Navidad, del que ofrecen una interpretación simbólica desprovista de cualquier sentido religioso: "es el centro del cual surge la creación que comienza como una semilla", "es símbolo de renovación", "es una representación del árbol de la vida" y "se decora con bolas de colores y luces, en relación a los planetas y las estrellas". Desde Nueva Acrópolis subrayan que "la Navidad es más que una tradición; es un viaje hacia la luz interior". Y, acto seguido, el mensaje proselitista: "¡Te invitamos a aprender más y a reflexionar con nosotros!".
Sectas gnósticas: el descenso del Cristo solar

Pero si hay una corriente esotérica de impronta teosófica extendida por Hispanoamérica es la conformada por las múltiples sectas gnósticas que se consideran herederas de Samael Aun Weor (el colombiano Víctor Manuel Gómez Rodríguez). En su libro El quinto evangelio, Samael dedica un capítulo al "auténtico simbolismo de la Navidad", asegurando que "es un evento maravilloso sobre el cual urge meditar profundamente". Tomando pie en lo astronómico, dice que "el Sol físico no es más que un símbolo del Sol Espiritual, del Cristo-Sol", y tras el solsticio de invierno "debe avanzar para darnos su vida, y en el Equinoccio de la Primavera se crucifica en la Tierra".
El nacimiento de Jesús no sería más que una repetición del "drama cósmico del sol" que tiene lugar cada año. Y, a partir de ahí, Samael Aun Weor hace la esperada relectura esotérica de cada elemento de los relatos bíblicos, empezando por Belén, que "es un nombre esotérico", ya que "en tiempos en que el Gran Kabir Jesús vino al mundo, la aldea de Belén no existía". Una barbaridad desde el punto de vista histórico, ya que aparece atestiguada desde la época del Antiguo Testamento. Belén significaría "torre del fuego", y estaría conectada con el "trabajo" de los iniciados gnósticos "con el fuego sagrado", realizando "la gran obra", que no es otra cosa que tener relaciones sexuales sin eyacular, la cumbre de las prácticas de estas sectas.
De esta forma, para el gurú colombiano, "el descenso del Cristo al corazón del Hombre es un acontecimiento cósmico-humano de gran trascendencia". Y añade la clave fundamental: la distinción entre el Jesús histórico y la figura de Cristo. "Muchos suponen que el Cristo, exclusivamente, fue Jesús de Nazareth, y están equivocados". Continúa diciendo: "Jesús de Nazareth, como Hombre, o mejor dijéramos, Jeshuá ben Pandirá, como Hombre, recibió la Iniciación Venusta, lo encarnó; mas él no es el único que haya recibido tal Iniciación", que habrían encarnado otros personajes como Hermes Trismegisto, Juan el Bautista... Por eso "debemos entender al Cristo como es, no como una persona, no como un sujeto". Una idea sin fundamento bíblico ni histórico. Un delirio propio de las sectas gnósticas contemporáneas.
Unos y otros grupos ejemplifican perfectamente la estrategia de resignificación de las doctrinas y prácticas cristianas por parte del esoterismo contemporáneo y la espiritualidad New Age. Un señuelo que tiene un cierto éxito en entornos culturales de raíces cristianas, donde la figura de Jesucristo sigue generando interés y atracción. Urge, por lo tanto, estar atentos a estas técnicas de captación que se basan en el engaño.
