Los peligros de la Ouija cobran actualidad tras un doble suicidio (¿ritual?) en Perú

31 de diciembre de 2021

La Iglesia enseña que el espiritismo tiene graves efectos sobre las personas y, los exorcistas, confirman desde su experiencia los peligros de la Ouija: Es algo maligno y “con el diablo no se dialoga”, como suele advertir el Papa Francisco.

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El pasado 21 de diciembre, la Policía Nacional de Perú encontró en la ciudad de Arequipa los cadáveres de dos jóvenes en lo que parecía un suicidio premeditado en pareja. Ambos se habrían ahorcado en el Mirador Cruz del Cóndor, un lugar turístico emplazado en el Valle del Colca. Pero al desplazarse allí los efectivos policiales encontraron a su lado un tablero “Ouija” dibujado en un papel, una tela con un símbolo de color rojo, además de hierbas, unas runas (objetos utilizados para la adivinación y la magia) y otros símbolos trazados en la tierra.

 

Este peculiar hallazgo hizo que algunos especularan con la posible motivación ritual del suceso, como hizo Infobae, donde leemos que los fallecidos “al parecer estaban realizando una especie de ritual satánico que habría terminado en estrangulamiento”, aunque no hubiera elementos para suponer ese carácter explícitamente satánico. La investigación ha demostrado que formaban una pareja desde hace años, y últimamente tenían problemas económicos (por deudas en su negocio). Según informa La República, se llamaban Ernesto y Olga.

 

Aunque las fuerzas de seguridad no han dado a conocer más detalles –ni siquiera la aclaración de que lo sucedido haya sido un suicidio o un homicidio, algo fundamental–, las teorías se han multiplicado, teniendo en cuenta el sincretismo de elementos esotéricos encontrados y la fecha en la que sucedió el doble ahorcamiento: el 21 de diciembre, solsticio de invierno, vinculado antiguamente a sacrificios rituales en algunas culturas, y más recientemente a una ocasión energética o de apertura de portales, como se dice comúnmente en el entorno de la espiritualidad esotérica de la Nueva Era (New Age).

 

La Ouija, o el espiritismo popularizado

 

 

Lo más reconocible en la escena del crimen fue, por supuesto, la “Ouija”. Aunque existe como producto patentado –por una marca de juguetes, curiosamente– del que se han vendido miles de piezas en las últimas décadas, su uso se ha popularizado tanto que es común verlo escrito a mano en un papel, ya que no precisa más que de una superficie plana en la que aparezcan escritas las letras del abecedario, los números del 1 al 0, “sí”, “no” y la expresión “adiós”. De hecho, el término original inglés –ouija– procede etimológicamente de la palabra “sí” en francés –oui– y en alemán –ja–, en referencia a lo plasmado en el tablero.

Para gran parte de la población no se trata más que de un juego, pero si profundizamos un poco –y si miramos a sucesos como el reciente en Arequipa–, descubrimos que es mucho más, y no precisamente algo inofensivo.

 

El Diccionario de la Real Academia Española define “güija” como: “Tablero con las letras del alfabeto, alrededor del cual se reúnen varias personas con intención de comunicarse con los espíritus”. Reconoce así su vinculación con el espiritismo, que no es otra cosa, según la misma RAE, que la “creencia en que a través de un médium, o de otros modos, se puede comunicar con los espíritus de los muertos”.

 

Su origen está en el siglo XIX, época en la que tuvo lugar el nacimiento del espiritismo contemporáneo. No debemos olvidar que los dos hitos que marcan dicho nacimiento fueron las supuestas experiencias de contacto con fallecidos por parte de las hermanas Fox (Nueva York, 1848) y la publicación de la primera obra de Allan Kardec, El libro de los espíritus (París, 1857). Poco tiempo después, en 1891, fue patentado el tablero ouija tal como lo conocemos hoy (y supuestamente basado en artefactos egipcios).

 

Las explicaciones racionales

 

 

Antes de continuar con la explicación del funcionamiento de la ouija, es bueno que adelantemos la conclusión, por si alguien tiene pereza para leer más. En una perspectiva que aúna la razón y la fe, Vicente Jara, investigador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), afirma en Aleteia: “el tablero ‘ouija’ es un fraude y un engaño en la casi totalidad de las veces que se usa para contactar con alguna entidad espiritual. En muy rarísimas ocasiones, y fuera de las causas naturales, se puede suponer como medio de contactar y tratar con los demonios, nunca con los fallecidos”.

 

¿Por qué este experto cree que la Ouija es un fraude “en la casi totalidad de las veces que se usa para contactar con alguna entidad espiritual”? Porque, como explican los investigadores que se han acercado a este fenómeno desde las ciencias exactas y la psicología, la inmensa mayoría de “mensajes” recibidos supuestamente de los muertos a través del tablero se deben –cuando no hay un engaño consciente por parte de alguno de los participantes– a lo que se llama “efecto ideomotor”.

 

En resumen: los que “juegan” a la Ouija ponen en movimiento de forma inconsciente el objeto que se desliza por encima del tablero. Se trata de movimientos de sus manos y brazos que no responderían a estímulos conscientes ni a una voluntad de efectuar dicho movimiento. Lo sutil de esta explicación ha hecho que muchos atribuyan lo que sucede, si no a la existencia de los supuestos espíritus que se comunican, sí a razones “paranormales” o “parapsicológicas”, poniendo erróneamente la cuestión fuera del alcance de la razón humana. Los experimentos que se han hecho –tapando los ojos a los participantes o dando la vuelta al tablero, entre otros muchos– confirman la explicación ideomotora.

 

Cuando entra en juego lo sobrenatural

 

 

Sin embargo, se han dado casos de “comunicaciones” cuyo contenido es imposible que conozcan las personas que llevan a cabo una sesión con la ouija. Desde una postura exclusivamente racionalista no habría más explicación que la del movimiento ideomotor. Pero –repetimos– hay ocasiones en las que suceden hechos que sólo pueden entenderse desde una perspectiva sobrenatural: la fe cristiana acepta que, además del ser humano y de las demás criaturas de la naturaleza, en el plano físico (coordenadas de espacio y tiempo) pueden actuar Dios, los santos, los ángeles de Dios y los ángeles caídos (demonios).

 

¿Cabría la remota posibilidad de que el alma de un difunto se pudiera comunicar con los vivos a través de la ouija? Como posibilidad remota, puede ser, si Dios lo permite. Pero lo más habitual es que sean demonios quienes se hacen pasar por muertos –conocidos o desconocidos– para convencer a los participantes en una sesión espiritista de la “verdad” de esta práctica, acercando así a las personas al ámbito de la adivinación (conocimiento a través de técnicas de invocación de lo oculto) y, en el fondo, de la superstición, que aleja de la fe en Dios y de la confianza en su Providencia (también en lo que sucederá más allá de la muerte).

 

Los avisos continuos de los exorcistas

 

 

El Magisterio de la Iglesia ha prevenido siempre sobre el espiritismo, y todo lo dicho sobre él puede aplicarse a la ouija. Pero es muy interesante acercarse a las declaraciones de sacerdotes exorcistas sobre los peligros del tablero, realizadas desde su dura experiencia pastoral. Efectivamente: el “juego” de la ouija no sólo lleva a las personas a una perversión de la fe –y un pecado grave, tal como señala el Catecismo–, sino que ha sido la puerta de entrada a la acción extraordinaria del diablo para algunos poseídos.

 

El ejemplo más conocido es el del adolescente norteamericano cuyo caso dio pie a la popular novela –después llevada al cine– El exorcista. Tras haber practicado la ouija (instruido por una tía suya), en 1949 empezó a experimentar fenómenos inexplicables para los profesionales de la salud que lo trataron, y finalmente tuvo que ser un sacerdote, el jesuita William Bowdern, quien afrontara lo que realmente era una posesión demoniaca, con la realización de exorcismos durante dos meses hasta su liberación.

 

En 2014, The Irish Independent publicaba las declaraciones de un exorcista irlandés que advertía sobre lo peligroso de regalar el tablero como un juguete en Navidad: “es fácil abrirse a los espíritus malignos, pero es muy difícil deshacerse de ellos”. Porque los adolescentes y jóvenes, al usar la ouija “pueden ser muy ingenuos al pensar que sólo están contactando con las almas de sus seres queridos difuntos”, ya que el tablero “deja a las personas expuestas a todo tipo de peligros espirituales”.

 

Poco tiempo después, el Daily Mail recogía la experiencia de un antiguo exorcista inglés, Anthony Hayne, preocupado por los adolescentes que “habían estado usando tableros de ouija y habían dejado que las tinieblas entraran en sus vidas”. Porque, como señalaba el dominico español Juan José Gallego, entonces exorcista de Barcelona, “la ouija está haciendo mucho daño” a las personas que buscan en ella respuestas.

 

Aumento de posesiones y exorcismos

 

 

Gary Thomas, exorcista de la diócesis norteamericana de San José (California), al ser entrevistado en 2015 sobre este tema, incluía la ouija entre las prácticas que deben evitarse como formas de “congregar a algún tipo de espíritu evitando a Dios en la forma que sea” y que pueden llevar a la acción extraordinaria del demonio.

Un año después, Vincent Lampert, exorcista de Indianápolis, ponía como ejemplo, al ser preguntado por el aumento de peticiones de exorcismos por el diario The Telegraph, que muchas personas acudían a él diciéndole: “Estábamos jugando con una tabla de ouija y de repente nuestro amigo empezó a hablar en un idioma extraño que no entendíamos. Y empezaron a pasar cosas raras, se movían objetos en la casa”.

 

El sacerdote español José Antonio Fortea, especializado en demonología, aseguraba en una entrevista que “cuando uno hace la ouija, está llamando a espíritus desconocidos, y puede venir cualquiera. No hay control. Y si vienen malos espíritus, pueden introducirse en la persona o quedarse pegados sin separarse de ella”. Reiteraba, siguiendo la enseñanza de la Iglesia, que “ningún espíritu bueno va a hablar a través de la ouija”. Y que sus efectos más nocivos son los “casos de posesión, que es lo peor que le puede pasar a cualquier persona que se dedica a invocar a espíritus desconocidos”, y hasta el “impulso de matarse”. Lo que debe hacer alguien que haya practicado la ouija es “rezar, ir a misa, confesarse… así poco a poco la presencia del demonio se irá debilitando”, porque “Dios ayuda a estas personas a través de la oración y los sacramentos”.

 

Portaluz ha publicado en años pasados otros testimonios importantes, como el del exorcista chileno Luis Escobar, quien en 2013 ponía varios ejemplos concretos (y terribles) conocidos por él. Por la misma época se dio a conocer un caso narrado por el sacerdote argentino Rubén Darío Valenzuela: un deportista adolescente poseído tras practicar la ouija (y con una parálisis corporal consecutiva). Y el dramático testimonio de una madre chilena que narra cómo la Ouija fue puerta para una brutal agresión del demonio a su bebé.

 

Cabe entonces concluir, citando también a Vicente Jara, que: “Si Dios no lo desea, no es posible comunicación alguna de los vivos con los muertos porque sólo Dios es el Señor de los vivos y de los muertos. Practicar la ‘Ouija’ es un pecado y está totalmente desaconsejado por la Iglesia”. Palabras claras que recuerdan la enseñanza católica y confirman lo expresado por los pastores de la Iglesia en general y los exorcistas en particular.

 

 

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