“El padre me explicó que tenía que hacer una buena confesión de vida, que tenía que comulgar porque tenía pecados muy fuertes y si yo estaba en gracia de Dios, todo iba a cambiar”, testimonia a Portaluz.
El corazón de María late con una única pasión: llevarnos a todos al encuentro con Jesús, su Hijo. Y para ello no tiene problemas en subirse al metro si fuere necesario.
“Saber que algo estuvo mal nos hace sentir vergüenza. Pero, aunque nos incomode poco o mucho llega el momento de la Confesión y debe ser sincera”.
“Estaba allí en persona. Yo estaba asombrado. Me enamoré de nuevo y aún más; lloré de alegría. Fue un encuentro con mi Señor vivo a través de la gracia de su economía sacramental. Fue Su regalo para mí a través de Sus Apóstoles”.
Encadenada por las adicciones y la fiesta, Karen no entendía para qué la estaba preparando Dios. Accede a su testimonio en este nuevo video de Mater Mundi.
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