Impactante relato de una judía sobreviviente del Holocausto: Se arrodilló al pie de la cruz y se enamoró de Jesús
Impactante relato de una judía sobreviviente del Holocausto: Se arrodilló al pie de la cruz y se enamoró de Jesús

Impactante relato de una judía sobreviviente del Holocausto: Se arrodilló al pie de la cruz y se enamoró de Jesús

Huyendo de la Polonia ocupada por los nazis, Rachel Drazek se enamoró de Jesús. Más tarde, como benedictina, tomaría el nombre de Hermana Paula. Está sepultada a los pies del Monte de los Olivos en Jerusalén.

por Portaluz

17 Marzo de 2023

Rachel Drazek nació el 15 de octubre de 1929 en Ostroleka, una ciudad del este de Polonia, hija de Simcha y Fajga Drazek. Su madre murió cuando era una niña de tres años y fue criada por la segunda esposa de su padre, Chaya, en la cercana Lomza. Su hermano, Yitzhak, nació unos años más tarde.

En septiembre de 1939, cuando tenía 10 años, su padre fue reclutado por el Ejército Rojo después de que los soviéticos tomaran el este de Polonia. Fue herido, hospitalizado y posteriormente asesinado.

Rachel, su madrastra y su hermano se vieron obligados a trasladarse a un gueto judío superpoblado, donde vivieron durante un año. "Un día me subí a la verja del gueto y observé el amontonamiento de ancianos y niños. Aún no me había dado cuenta de que los estaban llevando a la muerte", contaría muchos años después.

Una huida en la que se pierde de su hermano y madrastra

En la imagen los padres de Rachel

Cuando se organizó una fuga del gueto, "con la ayuda de buenos polacos", señala, fue capturada por la Gestapo. "Estaba segura de que me fusilarían, pero me llevaron a la Gestapo. Ese día cogieron a otros judíos en Lomza, entre ellos a un médico que huía con su mujer, que era polaca. Pasé toda la noche en la Gestapo. Oía gritos, llantos de niños, ruidos de palizas. Por la mañana me ordenaron que me fuera".

La noche del 1 de noviembre de 1942, cuando el gueto estaba siendo liquidado Rachel consiguió escapar y refugiarse en un escondite. “Oíamos llorar a los niños, gritos aterrorizados. Durante dos noches permanecimos en el escondite como si nos hubieran matado. Finalmente, uno de los polacos dijo: «Ya podéis marcharos». Escapamos al bosque. Hacía frío, con la nieve polaca de hasta dos metros. Los polacos nos ayudaron. Estuvimos en el bosque hasta que nos avisaron de que teníamos que huir”. Nunca volvió a ver a su madrastra ni a su hermano.

Enamorada de Jesús

En enero de 1943, durante la fiesta de la Epifanía, se encontró con unos polacos mientras paseaba con un amigo judío. "Se dieron cuenta de que éramos judíos. «¡Judía!» gritaron y nos lanzaron bolas de nieve. Los alemanes podrían haber llegado en cualquier momento". Pero de repente, cuenta, vio una capilla y una cruz. Entonces pensó: "Si me arrodillo ante la cruz, me dejarán en paz" y le dijo a su amiga que si hacían la genuflexión los demás pensarían que eran cristianos. Así sucedió. "Fue un milagro para nosotras", dice. Cuando se levantó, recuerda que era otra persona. "Vi a alguien sufriendo en la cruz, igual que yo. Le dije: «Eres judío. Tú sufres y nosotros también»". Y entonces “ocurrió algo", contaba años después, ya de benedictina. “Me enamoré", añadió.

Luego juró que si sobrevivía a la guerra sería para ella señal de que Jesús era el Mesías. “Mi decisión fue que si me hacía cristiana entraría en un monasterio para poder rezar por el pueblo judío”. Pasó los meses siguientes en un sótano de patatas y tiempo después, tras presentarse como una huérfana polaca logró sobrevivir con una familia alemana. En aquel tiempo comenzó a ir a la Iglesia, fue bautizada, se confesó y recibió la Primera Comunión.

La hermana Paula

Al final de la guerra, a los 16 años, ingresó en el monasterio benedictino de Lomza. Pero se sentía sola, extrañaba a su hermano... "Me dolía. Me sentía culpable. Ese era mi estigma", recuerda. Más tarde, unos parientes suyos la localizaron e intentaron convencerla de que volviera al judaísmo, pero a pesar de las lágrimas, amenazas, ofertas de dinero y otras tentaciones, permaneció en el monasterio. Los registros de las benedictinas revelan su temor a que los judíos intentaran secuestrarla. También se dice que se ofreció una gran recompensa a quien pudiera sacarla de allí, pero ella declaró que nunca se iría.

Al irse a vivir con la familia alemana fingiendo ser polaca había adoptado el nombre de Maria Janina Malczewska, pero al hacerse monja, se convirtió en sor Paula. A mediados de los años setenta viajó a Israel tras entrar en contacto con el Hermano Daniel, antes conocido como Shmuel Oswald Rufeisen, un polaco superviviente del Holocausto que se había hecho monje. La siguiente parada de sor Paula fue el monasterio benedictino del Monte de los Olivos.

Aprendió hebreo en Ulpan Etzion, en Israel, como complemento de lo que había aprendido en una escuela judía durante su infancia. Encendía velas los viernes por la noche y tenía tiempo libre en Shabat para rezar por el pueblo judío.

Epitafio

"Este es mi lugar", decía. "No creo que me haya perdido nada por hacerme cristiana. Al contrario, encontré mucho más: Jesús era judío, su madre era una judía creyente. Los cristianos venimos de Israel y volveremos allí". Durante años se mantuvo en contacto con parientes judíos en Israel y otros lugares.

Tanto en vida como en la muerte, sus dos identidades inseparables permanecieron unidas: era una judía superviviente del Holocausto que se había convertido al cristianismo, consagrándose a Dios como benedictina. Así lo muestra una nota que guardaba en su habitación del monasterio donde describe cómo el cardenal Jean-Marie Lustiger, otro judío polaco que se convirtió durante el Holocausto, había pedido que se rezara el Kaddish sobre su tumba. Atendiendo a este hecho su amiga Yisca Harani rezó el Kaddish sobre la tumba de la hermana Paula con las siguientes palabras introductorias:

"La hermana Paula, Raquel, hija de Fajga y Simcha, siempre sonreía, siempre tenía buen corazón, pero vivía con una profunda tristeza. Sus añoranzas por su familia judía que se perdió en aquella terrible guerra en aquel continente cristiano, terminaron con su entierro en este monasterio del Monte de los Olivos, con vistas a la capital de Israel, Jerusalén".

Fuentes: Haarest y Gosc