por Portaluz
4 Diciembre de 2025El año 2022, el sacerdote católico 'Mietek' Puzewicz nos compartía su certeza de la invasión de los rusos en Ucrania denunciando: "Herodes, Hitler, Putin, los nombres de los genocidas cambian, las víctimas más inocentes son niños, y sus nombres también cambian".
Ahora es Sor Lucía Caram directora de la Fundación Convento Santa Clara quien alza la voz. Ella recoge ayuda humanitaria para Ucrania y ha recibido el reconocimiento Orden de la Princesa Olga de manos del señor presidente de Ucrania Volodomir Zelenski.
En esta entrevista con el portal católico Alfa&Omega Sor Lucía testimonia la esperanza del pueblo ucraniano que no se doblega ante la barbarie de Vladimir Putin y sus secuaces.
¿Qué supone para usted este reconocimiento?
Tengo un agradecimiento muy grande. Pero no lo veo como algo para mí, sino para todas las personas que me han ayudado. Muchas entidades se han sumado en estos cuatro años para que podamos hacer lo que dice el Evangelio: dar el ciento por uno. Empezamos donando una ambulancia y hemos terminado entregando 159. Empezamos montando un hospital y ya hemos terminado tres. En realidad, he sido yo la que le he dado las gracias a Zelenski por permitirme hacer algo por quienes pienso que están haciendo todo por Europa. Es gente que está defendiendo nuestras fronteras mientras son atacados de una manera muy cruenta. El Papa Francisco siempre decía que una de las características de esta guerra es la crueldad y yo lo he podido ver. He visto cuerpos destruidos de jóvenes, de mayores e incluso de niños. De hecho, una de las grandes preocupaciones del presidente Zelenski, que el otro día en nuestro encuentro sacamos a relucir, es la de la infancia.

¿Por eso la acompañó Juan Carlos Cruz, de la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores?
Sí. Juan Carlos Cruz, como experto, me está ayudando mucho con el tema de la defensa de los niños. Estamos viendo qué podemos hacer para traer de vuelta a casa a esos 20.000 niños ucranianos, muchos de los cuales no se sabe dónde están. Seguramente muchos han sido adoptados, pero otros tantos están siendo adiestrados por el Ejército. Se les está diciendo que sus padres no los quieren, que los han olvidado. Se intenta destruir su identidad. Hace un mes estuve con Cruz en la Oficina de Protección a la Infancia en Kiev y pudimos entrevistar a dos niños que venían del cautiverio. Uno de ellos, de 8 años, Danielo, cuando le pregunté qué podía hacer por él me dijo que ya no quería vivir. Estuvo dos años en cautiverio recibiendo formación militar. El otro niño fue violado y tenía la mirada totalmente perdida. Están destrozando la vida de los niños.
Cuando se anunció que Ucrania le concedía esta condecoración, en febrero, usted dijo que cada vez costaba más conseguir ayuda humanitaria. ¿Cómo ha evolucionado esta situación?
Sigue igual. Cada día que pasa, cuesta más conseguir ayuda humanitaria para Ucrania. Lograr una ambulancia o generadores es un auténtico calvario. Ahora mismo es un conflicto que parece que no existe. Se dio un primer momento de solidaridad compulsiva, después llegó la fatiga mediática y, por último, el olvido. Y el olvido mata.
"Sueño con ayudar a reconstruir un país que hoy se desangra por una guerra cruel. Todo esfuerzo ha valido la pena, cada gesto, cada vida sostenida. Y le pido a Dios que me dé fuerzas para seguir, sin aflojar, hasta que llegue la paz que este pueblo merece." (Sor Lucía en Facebook)
Su labor es testimonio de lo contrario. Hay un compromiso sostenido en el tiempo con quienes sufren. ¿Cuál es su motivación?
Siempre he creído que es muy importante practicar la proximidad con la gente. En realidad, es lo que hace Jesús en el Evangelio. Pasa entre las personas compadeciéndose de las multitudes, tocando sus llagas. Lo que ocurre es que cuando tú tocas las llagas de la gente, su dolor pasa a ser tu dolor. A cada instante veo más claro que mi vida son vidas; y en este caso mi vida es también la vida de los ucranianos. Siento que no los puedo abandonar ni defraudar porque están con el agua al cuello. Hace apenas unas horas hubo un ataque en Ternópil que dejó muchísimos muertos y heridos. Las imágenes son de terror. Pero para mí no es un ataque más; a mí me escriben las víctimas diciendo que por favor les demos voz.
¿A qué víctima quiere dar voz en esta entrevista? ¿Qué testimonio tiene marcado?
El de una mujer joven que me explicaba, en el jardín de su casa, que ahí mismo los rusos habían matado a su hijo de 16 años. Entonces, salió desesperada a la calle a pedir ayuda y se encontró con que los soldados estaban disparando a sus vecinos. Practicaban su puntería y se jaleaban cuando mataban a alguien. Al volver a entrar en su casa, aterrada, se encontró que estaban violando a su hija adolescente. Ella me decía que cada vez que veía a su hija se acordaba de lo sucedido y se quería morir, «pero me doy cuenta de que tengo que vivir para que ella viva». Tras relatarme esta historia, me pidió que lo contara para que el mundo no se olvidara de la crueldad que estamos sufriendo.
¿Cómo está afectando la llegada del frío a la población?
Me explicaba el presidente Zelenski que lo que está haciendo Rusia ahora es ir región por región reventando las infraestructuras, con lo cual hay muchas poblaciones que en este momento no tienen ni agua ni gas, ni electricidad. En muchos puntos están ya con varios grados bajo cero. Ellos hablan de que los está matando el «general Frío». Nosotros hemos enviado dos tráileres de edredones y ahora nos hemos puesto el reto de enviar 10.000 sacos de dormir, que he encargado y todavía no he pagado. La idea es llevarlos pronto porque están pasando mucho frío.
Fuente: AlfaOmega.es
