Por los caminos de la unidad y la paz. El primer viaje apostólico del Papa León XIV

Por los caminos de la unidad y la paz. El primer viaje apostólico del Papa León XIV

Andrea Tornielli por Andrea Tornielli

26 Noviembre de 2025

Al igual que ocurrió con Benedicto XVI en la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia en 2005 y con Francisco en la JMJ de Río de Janeiro en 2013, el primer viaje del Papa León se lleva a cabo con un destino establecido por su predecesor: a Iznik, en  Türkiye, una parada obligatoria para conmemorar los 1700 años del primer concilio de Nicea; y al martirizado Líbano, para honrar una promesa hecha por el propio Francisco que la guerra y la enfermedad le habían impedido cumplir.

El primer viaje apostólico de un Papa está destinado a marcar su pontificado: así fue para Pablo VI, quien en enero de 1964 realizó una histórica peregrinación a Tierra Santa, abrazando al patriarca de Constantinopla, Atenágoras. Así fue para Juan Pablo II y su viaje a Puebla, México. Así fue para Francisco, con el abrazo a millones de jóvenes en Brasil.

Por una singular coincidencia, el viaje que comienza en las próximas horas y que llevará a León primero a Ankara, Estambul e Iznik, y luego a Beirut, representa casi una síntesis geográfica de dos ejes fundamentales que han surgido en estos primeros meses de pontificado: la unidad y la paz.

La unidad está en el corazón de la primera etapa, para conmemorar un concilio que marcó indeleblemente la historia de la Iglesia al proclamar la fe en Jesucristo Hijo de Dios. Es inútil ocultarlo: es necesario mirar al encuentro de Nicea y, al mismo tiempo, a la herida de la Iglesia dividida, que sigue sangrando y que en los últimos años ha visto surgir nuevas laceraciones. Regresar con la memoria viva a un tiempo en el que las Iglesias estaban unidas, a un concilio que también se celebró para unificar la fecha de la Pascua, es un signo de esperanza. La unidad de la Iglesia, la unidad entre las Iglesias, el diálogo ecuménico, el retorno a las raíces del Evangelio, de los Padres, de los primeros concilios, es una manera de dejarse interpelar por las palabras de Jesús: "Que sean todos uno; como tú, oh Padre, estás en mí y yo estoy en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado". La unidad de los creyentes en Cristo tiene un valor incalculable, no solo para el anuncio evangélico. Lo tiene también para la paz en el mundo.

Esa paz que todavía falta precisamente en la tierra donde Jesús vivió su vida terrenal, que falta en las tierras israelíes y palestinas, que falta en el Líbano bombardeado por el ejército israelí para contrarrestar a los milicianos de Hezbolá. La segunda etapa del viaje lleva a León XIV a la región marcada por conflictos que han costado un altísimo número de vidas humanas, especialmente civiles, especialmente niños.

El Papa que se presentó al mundo con las primeras palabras dichas por Jesús después de la resurrección: "¡La paz sea con todos ustedes!", al inicio de su pontificado, va a tocar las heridas de un pueblo que lleva décadas sin conocer la paz. Va a llevar su testimonio inerme donde incluso en los últimos días ha resonado el siniestro estruendo de las bombas, para decir no a la ineluctabilidad de la guerra, del odio y de la violencia. Va a consolar a los cristianos que viven en ese país y en los países vecinos, y que están tentados de abandonar su tierra, para recordarles cuán preciosa es su presencia y su testimonio de fraternidad y convivencia pacífica con los miembros de otras religiones.