
por Cardenal Felipe Arizmendi Esquivel
Hechos
En días pasados, celebré la Primera Comunión de varios niños y niñas. Antes de la Misa, el párroco me dijo que, entre ellos, estaba la hija del líder local del grupo armado dedicado a la extorsión, quien ya no vive en la comunidad, pero su hija participó en la catequesis parroquial.
El papá no estuvo en la celebración. Hasta allí, nada preocupante. En la homilía y en la oración de los fieles, hice alguna breve alusión a que Dios no está de acuerdo con el abuso de las armas. Al término de la celebración, el párroco se dio cuenta de que el padrino de la niña era el líder municipal de dicho grupo armado, y lo más grave, que estuvo en la Misa con su arma corta al cinto. No sabemos si antes se confesó en otra parte y si recibió la Comunión. Además, después de la Misa me platicaron que, durante la celebración, estuvieron en las puertas del atrio parroquial dos camionetas con jóvenes con armas largas, quizá para proteger a su líder...
Algo semejante pasa en algunas celebraciones religiosas. Esos criminales participan en ellas, pero extorsionan, asesinan y levantan a quien no se somete a sus órdenes. Hay diócesis donde levantan a un sacerdote y lo obligan a que vaya a algún lugar a celebrar un bautismo, unos quince años o una boda, sin seguir todos los procedimientos normales para estos casos. Algunos obispos han dicho a los sacerdotes que no se pueden resistir violentamente y que vayan y celebren lo que se les pide, pero que hagan muy larga la celebración, supliendo de esa manera las catequesis presacramentales que no han recibido. Hay ocasiones en que los sacerdotes piden a los que llevan armas que las dejen en la sacristía o en otro lugar de la parroquia, mientras es la celebración; después, las vuelven a llevar, como acostumbran. La mayoría de estos grupos son católicos y llevan algún escapulario u otra imagen religiosa, pero no viven conforme a nuestra fe. ¡Eso no es verdadero catolicismo!
Algunas instituciones de nuestro episcopado, con ayuda de la Universidad Pontificia de México, han impartido unas charlas a sacerdotes para que sepan cómo dialogar, no negociar, con esos grupos criminales. Yo he hablado con dos líderes de mi región, e intento hacerlo con otro, no para negociar intereses personales, sino para invitarles a cambiar de vida y para que respeten a las personas y a nuestros pueblos. No podemos quedarnos sólo en lamentos y en críticas a las autoridades que no hacen lo suficiente para detener el crimen de la extorsión.
Esto no pasa sólo con grupos armados. En cualquier celebración, por ejemplo del Bautismo o de la Confirmación, en que papás y padrinos se comprometen a renunciar a las obras del demonio y mantenerse firmes en la fe católica, al terminar el rito hacen grandes fiestas con borracheras que la costumbre considera como normales, siendo que son contrarias a la fe. O siguen viviendo en su vida ordinaria como si no fueran creyentes.
Iluminación
El Papa León XIV nos ha dicho: "Obedecer a los mandamientos del Señor y convertirse a Él no significa multiplicar actos exteriores, sino, al contrario, se trata de volver al propio corazón para descubrir que precisamente allí Dios ha escrito su ley del amor. Si en lo íntimo de nuestra vida descubrimos que Cristo, como buen samaritano, nos ama y se hace cargo de nosotros".
Acciones
Tratemos de ser coherentes con nuestra fe católica. Si decimos creer en Dios y estar dispuestos a vivir conforme a sus mandamientos, amémoslo a Él con todo el corazón y amémonos unos a otros, procurando siempre el bien de los demás, sin hacerles daño.