Hace tiempo tuve la grata experiencia de ver la película "Cuarto de Guerra", la cual les recomiendo ampliamente, y que, aunque está realizada por nuestros hermanos separados, presenta con gran realismo la necesidad de regresar a la oración como el arma más poderosa que Dios nos dejó para poder luchar en este mundo que busca destruir nuestra vida y nuestros hogares.
El modernismo busca convertirnos en "activistas" de las causas de la vida y de la sociedad, cuando nuestra actividad debe realizarse en lo secreto de nuestros cuartos, en nuestro corazón desde donde se desarrolla la guerra. Reconocer que nuestro enemigo no es el gobierno que busca imponer nuevas leyes y doctrinas que son contrarias al Evangelio, sino que nuestro verdadero enemigo es Satanás que busca destruir nuestra sociedad y nuestras familias y que contra él las manifestaciones y otras iniciativas son poco eficaces.
No hay nada más eficaz que una hora de oración de rodillas delante del Señor, con lágrimas en los ojos y una ardiente súplica para que las cosas puedan cambiar. La oración es el instrumento con el cual combatimos: el aborto, la equidad de sexos, las iniciativas por una educación que pervierte a nuestra niñez y juventud.
Al final de la película, se hace la invitación a levantarnos como un gran ejército, como soldados de Cristo que combaten toda esta maldad desde nuestro "Cuarto de guerra", con súplicas y peticiones a quien realmente puede cambiar el curso de la historia: DIOS.
Mientras el cristiano no entienda esto, mientras no volvamos a una vida intensa de oración, será prácticamente imposible cambiar el rumbo de las cosas. Hay que buscar que cada día más gente se una a nuestro ejército de oración, pues solo de esta manera todos los cristianos, católicos y no católicos podremos vencer las amenazas del demonio contra nuestra sociedad, contra los matrimonios, las familias, los hijos, la vida, etcétera.
Hermanos, la victoria ante todas estas amenazas no es nuestra sino de Dios. Dejemos que Él las combata por nosotros. Nosotros busquemos orar y vivir en conformidad con el Evangelio; rindamos nuestra vida a Cristo y unámonos a su ejército de amor para que Él sea quien venza y nos regrese lo que Satanás nos ha usurpado.