El reciente documento de la Congregación para la Educación Católica, titulado «Varón y mujer los creó» dice, ya en su número 1º: «En muchos casos han sido estructurados y propuestos caminos educativos que «transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la justa razón». La desorientación antropológica, que caracteriza ampliamente el clima cultural de nuestro tiempo, ha ciertamente contribuido a desestructurar la familia, con la tendencia a cancelar las diferencias entre el hombre y la mujer».
En este artículo me voy a referir a la incompatibilidad entre Ideología de Género y Fe.
En la Biblia en la narración de la Creación se nos dice: «Creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó macho y hembra» (Gén 1,27). Los seres humanos somos varones o mujeres y así se ha entendido universalmente hasta ahora, como lo prueban los libros de ciencias. En cambio, en la ideología de género es necesario abolir las propias identidades masculinas y femeninas, subordinadas al sexo biológico y que las personas se dejen llevar por sus múltiples y variables orientaciones sexuales, en las que cada individuo es radicalmente autónomo. Las personas tenemos, según esta ideología, un género que puede manifestarse como heterosexual, homosexual. lésbico, transexual, intersexual, bisexual, y así hasta más de cien posibilidades. En la ideología de género no existen diferencias sexuales por naturaleza, sino sólo roles o papeles sociales opcionales en la conducta del individuo, no aceptándose una sexualidad natural y estable de la conducta humana, porque esto es una actitud represora. En esta mentalidad se intenta destruir la familia, la maternidad y el hogar. Entre lo que nos enseña la Biblia y lo que dice la ideología de género, creo que, si aceptamos la ideología de género salimos claramente perdiendo.
Pero, además, la ideología de género es incompatible con el quinto y el sexto mandamiento del Decálogo.
La ideología de género promueve, contra el precepto de «no matarás», el aborto y la eutanasia. La Iglesia Católica considera el aborto como un crimen abominable (cf. Gaudium et Spes nº 51), tanto más cuanto que los avances médicos prueban que la vida humana (y la de cualquier animal) se inicia con la fecundación. El aborto viola muy gravemente la dignidad de un ser humano, quitándole la vida. En Medicina esto se sabía por lo menos desde Hipócrates (siglo V a.c.).
En cuanto a la eutanasia la Iglesia la rechaza. El Papa Francisco declara en su Exhortación Apostólica «Amoris Laetitia»: «La eutanasia y el suicidio asistido son graves amenazas para las familias de todo el mundo» (nº 48). El personal sanitario está para curar y no para matar, no siendo desde luego lo mismo provocar la muerte que permitirla. Nadie tiene derecho a matar a nadie. Pero si hay que decir no a la eutanasia, también hay que decirlo al encarnizamiento terapéutico y en cambio un sí a los tratamientos paliativos.
En lo referente al sexto mandamiento, la Iglesia nos enseña que «el uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine» (Catecismo de la Iglesia Católica nº 2352). En cambio, en la Ideología de Género la sexualidad está al servicio simplemente del placer, no del amor, no hay normas morales y todo está permitido, salvo la relación normal entre cónyuges, porque en ella el marido actúa como opresor y la esposa como esclava. Es decir sí a la masturbación, a la pederastia, a la fornicación, a la promiscuidad, a las relaciones homosexuales y al matrimonio con gente del propio sexo, y no al matrimonio, a la familia y a la maternidad. Es decir, lo mismo que enseña la Moral Católica, pero al revés.
Semejantes aberraciones nos indican que la Ideología de Género es una ideología diabólica. Ante mi afirmación que la Ideología de Género es la Moral del Diablo, un sacerdote me preguntó. «¿Quién en la Iglesia opina lo mismo que tú?», le respondí: «Un tal san Juan Pablo II, un tal Benedicto XVI y un tal Francisco, y cada vez más personas desde cardenales a simples fieles». Sólo en la «Amoris Laetitia» encontramos el rechazo a la ideología de género en los números 53, 56, 153, 155, 251, 285 y 286.