El abandono de su esposo infiel remeció las certezas de Angélica y la dispuso al reencuentro con Dios
El abandono de su esposo infiel remeció las certezas de Angélica y la dispuso al reencuentro con Dios

El abandono de su esposo infiel remeció las certezas de Angélica y la dispuso al reencuentro con Dios

“Les quiero decir a las esposas que estén padeciendo alguna pena por sus hijos o por sus maridos, que nunca se olviden que Dios las ama, que se aferren siempre a Dios y que, si realmente lo aceptan en su vida para siempre, su vida va a cambiar totalmente y no van a necesitar nada más”.

por Portaluz. Ana Beatriz Becerra

22 Abril de 2022

Angélica Enríquez es una mujer mexicana, madre de familia y administradora de empresas, quien creció en un hogar donde “aprendimos a rezar, pero mamá a lo mejor por el mundo no nos formó en algunos aspectos y el mundo nos envolvió cuando fuimos creciendo a mí y a mis hermanos”, comienza relatando a Portaluz.

Con tan solo 13 años fue seducida por la erotización cultural confidencia. “Se veía muy normal la sexualización de las muchachas; por ejemplo, vestirse provocativamente y yo crecí pensando que mostrar el cuerpo estaba muy bien y siempre trataba de vestirme lo más apretadito que se viera toda la silueta” dice.

Así entonces pronto comenzó a mantener relaciones sexuales y algunas prácticas paganas que la separaban cada vez más de las enseñanzas de Jesús en los evangelios. “El muchacho con el que andaba se llevaba con los hippies y una vez fui a un concierto de rock muy fuerte... Aprendí a tocar tambores africanos, porque ellos hacían ritos santeros. Allí muchos fumaban marihuana y bebían alcohol en exceso, yo gracias a Dios nunca hice eso”.

El padre le propone abortar

Finalmente, su escaso autocuidado tuvo como consecuencia un embarazo no deseado a los 24 años. Entonces, por las convenciones sociales, ella y su novio se vieron forzados a casarse. “Mi mamá se molestó y mi papá me propuso abortar, diciendo que si quería me casara, pero primero abortara. Yo me molesté mucho y gracias a Dios defendí a mi bebé, a mi niña que ya tiene nueve años”.

Viéndose casada y con una hija, Angélica imaginó que su vida por fin tomaba buen rumbo, certeza que pronto se derrumbaría. “Mi hija tenía como tres años cuando mi esposo comenzó a estar raro. Finalmente supe que había embarazado a otra muchacha más joven que yo. Sufrí tanto”.

Por aquél tiempo ella también quedó embarazada de su segundo hijo y de nuevo le propusieron abortar... “Ese segundo bebé mi esposo no lo quería y me dijo: «Te voy a comprar unas pastillas para que no lo tengas”, recuerda.

Angélica no aceptó y esto potenció el conflicto que ya tenían por las infidelidades de él. Fue un período de dolor y maduración para ella, enfrentando en soledad su embarazo pues el esposo se marchó de casa y su familia tampoco la apoyaba.

Su respuesta al dolor y la infidelidad fue acercarse a Dios

En este tránsito Angélica luchó por encontrar un sentido trascendente para su vida y la de sus hijos. “A raíz de que mi esposo me fue infiel es que tuve una verdadera conversión, porque yo siempre quería acercarme a Dios, pero era muy light. Pero empecé a ir a retiros, acercándome como tiene que ser y decidí cambiar mi vida totalmente”, afirma. Fue tan trascendente su renovación espiritual que actualmente agradece lo vivido. “Sí, le doy gracias a Dios que lo permitió y le doy a gracias a Dios porque si Él no hubiera permitido eso, no sé qué sería de mi alma”.

Los cambios llegaron no solo espiritualmente sino también en sus prácticas cotidianas: “Cambié mi forma de vestir, empecé a ir a misa diario y a rezar. Fue entonces que mi esposo comenzó a querer regresar, pero hubo mucho ataque del mal”, comenta Angélica.

Actualmente para esta esposa y madre de dos hijos su primer objetivo es la salvación de su alma y la de su familia: “Con mi hija rezamos muchas oraciones, trato de inculcarle los valores y me levanto temprano. Me pongo a rezar el rosario, a las 12 el ángelus, a las 3 la coronilla de la misericordia y en la noche tratamos de leer la biblia. Vamos a misa todos los domingos; entre semana en lo posible también vamos. A mi hijo que tiene un año y cinco meses le pongo canciones católicas para que vaya aprendiendo a rezar. Regalo muchos escapularios del Carmen y trato de hablarle a las personas de Dios” afirma.

Angélica, emocionada y empoderada en su fe, finaliza este testimonio con el siguiente mensaje: “Les quiero decir a las esposas que estén padeciendo alguna pena por sus hijos o por sus maridos, que nunca se olviden que Dios las ama, que se aferren siempre a Dios y que, si realmente lo aceptan en su vida para siempre, su vida va a cambiar totalmente y no van a necesitar nada más”.