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Ángeles en el fuego. La extraordinaria historia de un rescate que parecía imposible

Quienes estaban en el lugar del accidente llegaron a ver a este extraño personaje que salió del bosque y volvió a él sin hablar con nadie ni identificarse.

por CBN/ Portaluz

1 Mayo de 2014

Dann Stadler recuerda el accidente de coche horrible que casi tomó su vida, y la vida de su esposa Tracey. Dann dice:

“Había tantos restos empujando sobre nosotros que no nos podíamos mover. Tracey estaba atrapada literalmente por el motor y todo lo demás se había derrumbado sobre ella”.

“Miré a mi esposo y él se inclinó para tratar de desabrochar el cinturón de seguridad”, dice Tracey, “y luego zas, se inició el fuego. Traté de llegar a él, pero no me podía mover. Estaba atrapada”.CBN. Testimonio original en video:

Regresaban de celebrar en la casa de los padres de Tracey en Port St. Lucie (Florida, Estados Unidos) aquel 7 de septiembre de 1989, cuando ocurrió la catástrofe. En la noche de su aniversario de bodas, Dann y Tracey Stadler luchaban por sus vidas dentro de su triturado coche que comenzaba a incendiarse. Habían sido chocados por Mark Payne quien conducía ebrio en dirección contraria por la autopista interestatal. El conductor del otro vehículo estaba muerto. Los esposos Stadler permanecían atrapados y heridos de gravedad.

“El coche entero -dice Tracey- se llenó de humo. Podía oler el cuero en llamas. Podía oler la carne quemada. Yo sabía que iba a empezar a prenderme fuego muy pronto porque no podía respirar. Ya casi sentía mis pulmones ardiendo”.

Otros autos -continúa narrando Dann- llegaron a la escena y rápidamente comenzaron las labores de rescate. “Detuvieron sus autos y corrieron hasta el coche que ahora estaba envuelto en humo y llamas.”

La oración de invocación ante el peligro

“Ellos -recuerda- comenzaron a orar tan pronto como se encontraron con los restos y se pusieron en acción rápidamente. Hacían todo lo que podían espiritualmente para que fuéremos rescatados; sin embargo estábamos a disposición de la voluntad de Dios; ellos estaban allí, orando, participando en ella”.

“Recuerdo haberme inclinado para arriba y mirar a todas estas personas que hacían fila y que estaban histéricas. Incluso me miré a los ojos con una mujer”, dice Tracey.

Las puertas del coche estaban cerradas. Un hombre tiró del marco de la puerta del lado del conductor hasta que el vidrio finalmente estalló. “La ventana se rompió en mil pedazos y el tipo se cayó”, agrega Dann, prosiguiendo el relato... “Yo en ese instante estaba, literalmente prendido de fuego, mi cara, mi cabeza, mi lado derecho, el brazo derecho, la pierna derecha, todos ellos se estaban quemando. Pude salir cuando vinieron hacia mí, me agarraron y me tiraron a la hierba. De inmediato comencé a rodar sobre ella para apagar el fuego. ¡Pero Tracey continuaba atrapada en el coche! Ella podía sentir su cara ardiendo y en ese momento supo que iba a morir”.

En los brazos de un ángel

Fue entonces, cuenta la propia Tracey, cuando una intervención y experiencia extraordinaria, fuera de toda lógica natural, dejaría atónitos no sólo a los esposos Stadler, sino a quienes allí estaban y cuyos testimonios han quedado registrados en el libro Angels in the Fire: The Dramatic True Story of an Impossible Rescue publicado el pasado año 2013 por editorial Bethany House.

“«Esto es todo. Me voy» -dice Tracey que pensó-... Así que oré. Dije oraciones que ni siquiera sabía que estaban en mi mente. Le dije: «Padre te pido que me perdones por mis pecados. Tú has dicho que tienes muchas mansiones en el cielo y yo oro para que haya una para mí». Y agregué con todo el corazón: «Por favor, no dejes que me queme hasta la muerte». Fue entonces que miré hacia arriba ¡y allí estaba él!”.

“Cuando digo 'Él' -precisa la esposa de Dann- es que era una persona que yo sabía que no era de este mundo. Era un enviado del Cielo en una forma angelical. Simplemente me levantó y me fui con él. Me sacó y me puso lejos del lugar del accidente. En ese momento yo sé que dejé mi cuerpo. Sé que lo hice. Él me dijo que podía mirar hacia atrás, pero yo no quería. Y a medida que nos alejábamos del lugar del accidente más paz sentía. ¿Y el amor? El amor no se puede explicar; somos demasiado finitos en nuestras palabras. No se puede explicar en términos humanos. El amor, como que estás yendo a casa. No había dolor, ni pesar, sólo anticipación. Lo único que importaba era mi relación con Cristo. Y me sentí como si estuviera en los brazos de Dios, de Jesucristo mismo”.

El amor de una madre desde el cielo

Tracey dice que mientras ascendían hacia lo que recuerda como el cielo, vio a su abuela, quien había muerto cuando Tracey era una niña. “Yo estaba muy emocionada de verla y ella estaba encantada de verme. Me conocía y yo la conocí de inmediato. Empecé a ir hacia ella, pero me detuve y le dije: «¡Megan!»... que es nuestra hija mayor, quien tenía nueve meses de edad en aquél momento. Y dije, «¡tengo que volver!». Yo sabía que iba a ver el rostro de Dios. Lo sabía. Pero no podía dejar que Megan creciera sola. Entonces empezamos a bajar, y esto fue justo lo contrario de ir para arriba. Era duro, hacía frío. Fue rápido y doloroso volver”.

La mujer dice que así su espíritu volvió a su cuerpo dañado y quemado. Al mismo tiempo, los equipos de rescate -según se registra en el libro testimonial- señalan haber visto a un hombre caminar fuera del bosque y hasta el coche. “Ellos le vieron acercarse cada vez más al coche y él parecía tener un resplandor a su alrededor”, recuerda Dann.

Cristo sana y el ángel es su mensajero

“En ese instante -precisa el esposo de Tracey-, había otro hombre, que estaba detrás de toda esta escena. Él estaba orando fervientemente por nuestro rescate y nuestra recuperación. Nos contó más tarde que justo cuando el ángel llegó, se le doblaron las rodillas porque sintió el poder sanador de Jesucristo con tanta intensidad que lo dominó y lo abrumó”.

Dann testimonia que vio también a una persona... “se inclinó sobre ella y le puso las manos sobre su cara”... y a los pocos segundos “los equipos de rescate liberaron a Tracey...”

“Él tomó mis manos -precisa Tracey refiriéndose al anónimo personaje- y supe que me estaba sanando. Y dijo: «Tracey, todo va a estar bien»”.

Dann con emoción recuerda aquél instante que transcurría en medio del caos de la situación, pero como en paralelo porque todo se inundaba de paz... “Se dio la vuelta, miró y cerró los ojos como un hombre y muy lenta y deliberadamente me dijo: «Cuida de Tracey». ¡Pero nadie sabía nuestros nombres en ese momento!... ¡El bolso de Tracey estaba en el coche, quemado, y ella fue sacada inconsciente desde el coche! Yo no había estado hablando de su nombre, Tracey no había hablado de su nombre, para que el supiera su nombre, él sólo pudo haber sido enviado desde el cielo”.

El hombre se volvió sobre sus pasos recuerdan los testigos y se dirigió de vuelta al bosque. Poco después, los servicios de emergencia transportaron a Dann y Tracey a hospitales cercanos. Vinieron meses de prueba, quemados, con múltiples fracturas, pero que los esposos sobrellevaban con alegría para asombro de todos.

En su libro Dann y Tracey relatan cómo Dios ha usado el accidente para mostrar su presencia de misericordia...

“Yo reconozco el hecho de que Dios está conmigo todos los días a través de todas las cosas; en las decisiones más pequeñas, Él está ahí”, dice Tracey. “Dios estaba allí por nosotros -agrega Dann-, Jesucristo estaba allí para nosotros. Él nos dio la curación. Hoy, en los desafíos que hemos enfrentado, la alegría de que Cristo está siempre con nosotros nos sostiene”.