“Han pasado nueve años y medio desde que me uní a la Iglesia Católica. Desde entonces, he aprendido muchas cosas sobre los santos, la Virgen, la Eucaristía, la Misa y la Iglesia Católica. Ha sido una gran bendición en mi vida”. Con estas palabras inicia su testimonio la escritora y crítico literaria Angela Lano quien nació en el seno de una conservadora familia presbiteriana en Estados Unidos.
Era la hija menor de un pastor presbiteriano y -aunque sabía que su padre había sido católico hasta la adolescencia- Angela no era una niña rebelde, sino que respetaba el conjunto de creencias religiosas presbiterianas que él le transmitía. Sin embargo, la figura de Santa Juana de Arco sería un desliz hacia el mundo católico que no podría evitar. “Estaba intrigada por ella. Saqué de la biblioteca una película sobre Santa Juana de Arco, así como un libro sobre esta santa”, comenta y recuerda que también en ese mismo período una de sus películas favoritas era The Sound Of Music (n. del ed.: conocida en Latinoamérica como “La Novicia Rebelde”). “Recuerdo haber hecho la señal de la cruz mientras se representaba una escena en la que aparecía ese gesto”, confidencia Angela.
También su padre vivía un proceso de retorno a la verdadera fe y el fallecimiento del bisabuelo de Angela puso a toda la familia en el corazón de un funeral vivido según los ritos de la fe católica que profesaba el fallecido. Poco tiempo después, en la Vigilia Pascual de 2012, Ángela adhirieron a la fe católica. Pero ella aún sentía nostalgia de su pasado como protestante…
La conversión de Ángela
La conversión del alma de Ángela llegaría en el encuentro con una poderosa devoción de la fe católica. Un domingo, estando en misa, el sacerdote habló de Santa Faustina y su diario con tanta pasión que pudo tocar el corazón de la joven. Y apenas le fue posible encontrarlo compró el Diario de Santa Faustina. Estaba feliz leyendo parte de la vida de esta singular católica, hasta que encontró el relato de cómo Dios le había inspirado la poderosa oración conocida como Coronilla de la Divina Misericordia.
Angela se sintió impactada de tal forma que se arrodilló en ese mismo instante y por primera vez en su vida rezó con fervor, gustando en el alma una tras otra las palabras de esa oración regalada por Jesús.
Unida a la Divina Misericordia
“Antes de conocer la coronilla de la Divina Misericordia, no me tomaba en serio mi fe católica. Era tibia. Afortunadamente, Dios me sacó del estado de tibieza e hizo arder mi corazón por Jesús y la Iglesia Católica”.
Esta gracia particular que recibió Ángela continuó educándola en la fe y adhesión a la misericordia que brota inagotable del amado Sagrado Corazón de Jesús. Cada vez que rezaba la Coronilla de la Divina Misericordia descubría, dice, que podía contarle a Dios sobre los momentos difíciles de la vida y sentir consuelo de Jesús aliviando sus penas. “También me ha ayudado cuando lucho contra una tentación. Al instante le entrego el problema al Señor. Tarda un poco en desaparecer la tentación. Cuando se va, me alegro de que Dios me haya dado fuerzas para superarla”.
El pasado año 2020, el día del padre, en medio de la pandemia del Covid, su abuelo estaba muriendo y Angela no dejó de estar a su lado. EN un momento recordó la “cuarta promesa”, enseñada por Jesús a Santa Faustina en la cual pide que se rece la coronilla de la Divina Misericordia en presencia de los moribundos. Y así lo hizo. “Quería que Jesús estuviera con mi abuelo mientras luchaba en su último momento”, recuerda y añade al finalizar: “Confiar en Jesús es mejor que dejarse llevar por el miedo. A veces es fácil dejarse llevar por la preocupación y olvidar que Jesús está cerca. Pero Dios no quiere que nos preocupemos por las cosas de este mundo. Quiere que recordemos que Él está cerca y que cuidará de nosotros”.
Fuentes: ChNetwork y Catholic Exchange