Enfrentando el miedo a los misiles rusos la hermana Teresa da testimonio de fe y solidaridad en Odesa

25 de marzo de 2022

"Muchas gracias por sus oraciones, sentimos un gran apoyo espiritual, porque humanamente no tendría sentido. Personalmente, siento una gran paz y trato de compartirla con los demás. Sigo repitiendo que estamos en manos de Dios. Él sabe mejor lo que necesitamos y no nos dejará".

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Según informaron esta semana funcionarios del Pentágono, más de 1.100 misiles ha lanzado Rusia sobre Ucrania desde que comenzó la guerra, matando a miles de civiles y dejado en escombros sus hogares.

 

En la plaza Soborna, zona centro de Odesa, las alarmas antiaéreas se mezclan con el repique de las campanas de la Catedral de la Transfiguración, que empiezan a sonar cuando se activan las sirenas ante un posible ataque. A pocas cuadras del lugar y al igual que todos sus vecinos Teresa Matayja, una hermana misionera, Salesiana de María Auxiliadora, corre a protegerse al refugio más cercano. Poco después, en conversación telefónica nos habla de los miedos, la fe y la esperanza en medio del asedio constante.

 

"Vivimos en el centro de Odesa", comienza diciendo, "y somos tres: dos polacas y una eslovaca. Nos quedamos porque nos pareció correcto hacerlo: la gente de aquí necesita una presencia de la Iglesia. Me refiero a los civiles, pero también a los militares".

 

Siervas y hermanas de los que sufren

 

 

Estas misioneras salesianas realizan labores de asistencia y ayuda en hospitales, a familias, soldados, huérfanos y también acogen a jóvenes estudiantes que trabajan prestando ayuda en hospitales durante el día. "Dos de nosotras también realizamos trabajos de voluntariado en Cáritas. Todos los días vamos a nuestra iglesia parroquial, aunque esté en la zona más peligrosa, cerca del puerto", comenta.

 

"Una de nuestras tareas", prosigue relatando la hermana Teresa, "es recoger los alimentos y la ayuda que llegan y luego redistribuirlos. Por supuesto cada vez es más difícil hacer llegar la ayuda, pero contamos con el apoyo de la Iglesia polaca y de las organizaciones humanitarias".

 

"Dios sabe lo que necesitamos"

 

 

La vida en Odesa, reconoce la religiosa, transcurre con la brutal tensión emocional que genera vivir esperando el siguiente bombardeo que podría destruir tu hogar y matarte. "Por ahora, la ciudad no ha sido destruida por los bombardeos. Mucha gente se ha ido, pero la mayoría de los habitantes siguen aquí. Por supuesto, se oyen disparos y explosiones. Hay muchas alarmas nocturnas. No creo que los rusos puedan venir por el mar, pero sí por dos caminos por tierra. Sin embargo, la guerra se cierne sobre la labor de la Iglesia y los civiles. Nos han vuelto a preguntar recientemente, y también nuestra Madre General, si tenemos miedo y si queremos irnos. Por supuesto que tenemos miedo, pero sentimos que nuestro lugar está aquí".

 

Existe ese miedo -reconoce la hermana Teresa- pero afirma que al mismo tiempo hay esperanza. "También estamos aquí para hablar con la gente y darles la esperanza de que estamos en manos de Dios. No es que tengamos que decirle a Dios lo que tiene que hacer, Él sabe lo que tiene que hacer, y nosotros simplemente debemos confiar. De momento, estamos aquí, aguantamos, no perdemos la esperanza, creemos que esto acabará. Tal vez no tan rápido, pero no es probable que Ucrania se rinda. Confiamos en que Ucrania seguirá siendo Ucrania. Muchas gracias por sus oraciones, sentimos un gran apoyo espiritual, porque humanamente no tendría sentido. Personalmente, siento una gran paz y trato de compartirla con los demás. Sigo repitiendo que estamos en manos de Dios. Él sabe mejor lo que necesitamos y no nos dejará".

 

 

Fuentes: SIR , Salezjański Ośrodek Misyjny (Centro de Misiones Salesianas)

 

 

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