¿Existen antecedentes históricos o relatos que arrojen luz sobre el por qué Papa Francisco deja cartas bajo una imagen de San José Dormido?, es la pregunta que desde hace algún tiempo se planteaba Charbel El Alam, monje de la Orden Libanesa Maronita.
Durante su investigación para encontrar una respuesta, se topó con un documento revelador, cuidadosamente guardado "en los archivos de un monasterio", dice el monje. Este documento le reveló entonces, los orígenes de la práctica de escribir cartas y depositarlas a los pies de los santos y en especial del glorioso patriarca…
"A medida que exploraba las páginas amarillentas y gastadas de este antiguo manuscrito, quedé fascinado por la profundidad del vínculo entre el Sumo Pontífice y esa devoción. El documento revela que dicha práctica no es simplemente una expresión individual de fe, sino que tiene raíces históricas que se remontan siglos atrás", revela el sacerdote Charbel El Alam.
Según lo que pudo recopilar -señala en un artículo publicado por el portal Eco Católico-, la práctica de escribir cartas para depositarlas ante (bajo) la imagen de la Virgen y los santos tiene su origen en la devoción popular a los grandes santos de la Iglesia. "A lo largo de muchos años, se han transmitido historias y relatos sobre los favores y milagros concedidos a aquellos que recurrieron a su intercesión a través de esta práctica", añade padre El Alam.
Esta manifestación de la devoción popular, que puede parecer simple a primera vista, está impregnada de una profunda fe y confianza en la intercesión divina. Al escribir sus intenciones y necesidades dirigidas a los santos, los fieles expresan sus preocupaciones, deseos y necesidades más íntimas, confiando en su sabiduría y bondad.
Una devoción enraizada en la Sagrada Escritura
Al respecto, el monje de la Orden Libanesa Maronita recuerda que esta práctica de Papa Francisco ya era habitual para el piadoso rey Ezequías, San Ignacio de Loyola o el joven santo Stanislas de Kostka…
El piadoso rey Ezequías -recuerda el monje El Alam citando al Antiguo Testamento- al recibir cartas del impío rey Senaquerib, las llevó al templo y las colocó abiertas sobre el altar, como si estuviera invitando a Dios a leerlas. El profeta Isaías le comunicó, en nombre del Señor, que sus súplicas habían sido escuchadas, tal y como nos transmiten las Sagradas Escrituras:
"Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó. Luego subió a la Casa de Yahveh y Ezequías la desenrolló ante Yahveh. Hizo Ezequías esta plegaria ante Yahveh: «Yahveh, Dios de Israel, que estás sobre los Querubines, tú sólo eres Dios en todos los reinos de la tierra, tú el que has hecho los cielos y la tierra. ¡Tiende, Yahveh, tu oído y escucha; abre, Yahveh, tus ojos y mira! Oye las palabras con que Senaquerib ha enviado a insultar al Dios vivo. Es verdad, Yahveh, que los reyes de Asiria han exterminado las naciones y han entregado sus dioses al fuego, porque ellos no son dioses, sino hechuras de mano de hombre, de madera y de piedra, y por eso han sido aniquilados. Ahora pues, Yahveh, Dios nuestro, sálvanos de su mano, y sabrán todos los reinos de la tierra que sólo tú eres Dios, Yahveh.» Isaías, hijo de Amós, envió a decir a Ezequías: «Así dice Yahveh, Dios de Israel: He escuchado tu plegaria acerca de Senaquerib, rey de Asiria." (II Reyes 19, 14-20)
Esta práctica devocional de escribir cartas o notas dirigidas a Dios, a la Virgen María o a los santos, las cuales son depositadas luego en un altar o a los pies de una imagen venerada, también era querida por San Ignacio de Loyola. De hecho, en los relatos de la Compañía de Jesús, se cuenta que San Ignacio, su fundador, tenía una profunda devoción por San José. En su oratorio, tenía una imagen de este gran santo, ante la cual realizaba sus oraciones y ofrecía el santo sacrificio.
"Era a los pies de San José donde depositaba por escrito sus dudas y dificultades más apremiantes, confiando en obtener soluciones. La constancia con la que actuaba de esta manera es prueba suficiente de que San José siempre escuchaba y respondía a las peticiones escritas de su fiel servidor", nos recuerda el sacerdote Charbel El Alam.
¿Tienes necesidad de una gracia particular? ¡Escríbele a San José!
De igual modo -dice-, el joven novicio polaco San Stanislas de Kostka, con fervor, expresó por escrito su anhelo de que su muerte coincidiera con el día de la Asunción de la Santa Virgen. "Con humildad, colocó la carta sobre su corazón durante la comunión. Tras este acto de fe, recibió la revelación de que su súplica había sido escuchada. Así, el joven santo finalmente encontró su descanso en el seno de María, pocos días después, en la misma festividad de la Asunción de la Santísima Virgen".
También es conocido que santo Tomás de Aquino tenía por costumbre escribir cada dificultad que encontraba en un papel y, colocándolo luego sobre su pecho, se dirigía a celebrar la Santa Misa. Esta simple pero poderosa costumbre le permitía regresar siempre con una mayor claridad sobre los temas que anteriormente le parecían envueltos en sombras.
"Las oraciones dirigidas a los santos -finaliza el monje El Alam, de la Orden Libanesa Maronita- son consideradas por Dios como dirigidas a Él mismo, y Él las escucha con prontitud y gracia. Por tanto, no debemos dudar de la efectividad de esta práctica ante los santos del cielo. Este conocimiento puede ser de particular interés para los devotos de San José, quienes buscan ganar el favor de su glorioso protector. Por eso, ¿tienes alguna gracia especial por la cual orar y deseas obtenerla? Escribe una carta a San José y colócala sobre su corazón o a los pies de una de sus imágenes para asegurar su favor".
Fuente: EcoCatólico.org