por Portaluz
3 Julio de 2025El espiritismo, la evocación de los espíritus u otras actividades semejantes, que buscan domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener incluso un poder sobrenatural que permita todo aquello que se anhela, es una de las seducciones que desde tiempos inmemoriales y hasta nuestros días, ha esgrimido el demonio para atrapar las almas. Por esto, el espiritismo es prohibido por la Iglesia (CIC 2117), pues constituye un serio peligro espiritual para la persona que incurre en su práctica o contemplación.
Lydie, una joven mujer francesa aprendió cuán verdaderas son esas advertencias de la Iglesia a riesgo de su propia vida, según relata en el video testimonio que antecede esta breve crónica de sus experiencias.
Nacida en una familia cristiana no practicante, fue su abuela paterna quien la educó en la fe. Recuerda, dice, que en el comedor ella tenía una foto del Papa en uno de los muros y también del presidente de la República en la muralla opuesta. "De pequeña eso me impresionó y también las estatuillas de Lourdes y representaciones de Cristo en la cruz que estaban por todas partes", comenta.
Solo por complacer a la abuela, los padres de Lydie aceptaron que ella asistiera al catecismo. Vivían en los suburbios de París y le encantaba acudir a escuchar esas historias sobre Jesús que daba su vida por salvar a todo el mundo. Estaba fascinada con este personaje a quien en su mente de niña veía como un superhéroe. Fue natural entonces para ella comenzar a rezarle a Jesús todas las noches, pero en silencio, cuando su madre apagaba las luces.
Y así continuó la vida de Lydie hasta que profesó su fe al recibir el sacramento de la Confirmación. Era una adolescente inquieta y algo trasgresora. Por ello tuvo un punto de inflexión espiritual cuando de improviso "alguien cercano me habló de las ciencias ocultas, en particular del espiritismo, la clarividencia, la reencarnación, la cartomancia y un montón de otras palabras terminadas en «cia». Eso despertó en mí un poco de duda, confusión al menos. Renuncié entonces a Jesús, al menos por un tiempo. Y me quedé así unos cuantos años", confidencia.
Un día la abuela, a quien tanto quería, murió. Y en su angustia, incapaz de aceptar la pérdida Lydie sólo quería volver a escucharla, saber que estaba aún con ella... Fruto de su periplo por el universo de las artes ocultas, pensó en sus alternativas y las puso en práctica: consultas mediante la Ouija e invocación directa al espíritu para que se manifestase en escritura libre con un lápiz que ella sostenía sobre un papel, previos rituales espíritas.
Hubo experiencias paranormales, sí, aunque también consecuencias según nos relata... "A medida que pasaba el tiempo, se producía un diálogo (con un espíritu), pero no era muy bonito, sino extraño y yo no reconocía a mi abuela, en la forma de pronunciar las frases, la forma de ser. No había ninguna referencia a mis recuerdos, en particular. Era un poco excéntrico, un poco raro. Me daba mucho miedo, pero al mismo tiempo me sentía prisionera, no podía parar. Cada vez que tenía tiempo libre, de hecho, volvía a coger el lápiz, incluso durante las clases, y empezaba de nuevo... La persona con la que me comunicaba fingía ser un protector, al principio. Finalmente, al cabo de un tiempo, empecé a recibir insultos. Tuve mucha ansiedad y mucho miedo. Pero cuando empecé a oír voces me preocupé mucho, mucho. Y, además, mi ánimo no mejoró, al contrario, empeoró. Creo que mi depresión empeoró e incluso tuve ideas suicidas. Eso duró diez meses. Ya no era soportable, ¡era realmente un infierno para mí!"
Acosada por ese espíritu al que había invocado, llena de miedo, Lydie cometió un nuevo error al decidir buscar ayuda consultando a un médium. Pero Dios puede escribir derecho sobre renglones torcidos y ella lo iba a experimentar...
Recuerda bien que usó su dinero de la beca de estudios para pagar los servicios del médium, quien tras escucharla comenzó con una perorata donde mezclaba conceptos de todas las religiones, sin atender a las preguntas que Lydie le hacía. Estaba por ponerse de pie y largarse cuando de pronto el médium en un claro estado alterado, el rostro y en especial los ojos demacrados, el cuerpo temblando le hizo una impensada recomendación: "¡Me dijo que fuera a un centro católico en el norte de Francia!, algo muy sorprendente. Pero no me dio la dirección exacta".
Lydie salió de la consulta confusa por lo ocurrido. Solo tiempo después cuando por gracia de Dios se encontrase de forma accidental con aquel lugar católico comprendió que la mano de Dios estaba sobre ella...
"Llegué a este centro. Allí había mucha gente rezando. El sacerdote me recibió en su despacho. Y le conté mi historia, le enseñé mis cuadernos. Rezó por mí y sentí el amor de Jesús en mi corazón. Me sentí abrumada, lloré. También sentí una gran paz. Necesitaba confesarme porque, con la iluminación del sacerdote, me dije: «Realmente he tomado un camino equivocado, me he puesto en peligro, me ha hecho daño». Y quise pedir perdón.
Recuperé mi libertad interior. En cualquier caso, ya no tengo ansiedad. Incluso he redescubierto la alegría. Mirando hacia atrás, me digo que lo sucedido con el médium fue sin duda contra su voluntad: Dios decidió intervenir y decirme: «¡Sal de ahí! ¡Es jodidamente peligroso! Vuelve por donde has venido antes, ¡es mucho más seguro!»
Así que les diría a todos aquellos que se sienten tentados por las ciencias ocultas o que las practican, que tengan mucho cuidado, que vean lo que aporta a sus vidas: ¿aporta paz o, por el contrario, ansiedad o depresión? En cualquier caso, aunque hoy no haya encontrado el número de teléfono de mi abuela para llamarla al cielo, sé que está con Dios y que puedo simplemente pensar en ella, rezar por ella. Que el vínculo no se rompe, porque tengo esta esperanza de que está con Dios y de que el Reino de Dios existe".