Recordando a Jesús el Buen Pastor, el Papa Francisco reiteró a los párrocos de la Diócesis de Roma, en el tradicional encuentro de comienzos de Cuaresma, que el cura es “hombre de misericordia y de compasión y servidor de todos”.
“Hoy olvidamos todo con demasiada prisa, ¡incluso el Magisterio de la Iglesia! En parte es inevitable, pero no podemos olvidar los grandes contenidos, intuiciones y consignas dejadas al Pueblo de Dios. Y la de la Divina Misericordia es una de ellas. Es una consigna que Él nos dio, que viene desde lo alto. Nos corresponde a nosotros, como ministros de la Iglesia, mantener vivo este mensaje, sobre todo en la predicación y en los gestos, en los signos, en las opciones pastorales. Por ejemplo, la opción de volver a dar prioridad al Sacramento de la Reconciliación, y al mismo tiempo, a las obras de misericordia. Reconciliar, hacer paz mediante el Sacramento y también con las palabras y las obras de misericordia”.
Jesús tiene las «entrañas de Dios», dijo el Pontífice... “Está lleno de ternura hacia la gente, en especial hacia los excluidos, los pecadores, los enfermos de los que nadie cuida”, recordó también el Obispo de Roma a sus presbíteros, señalando que los curas «asépticos» y de «laboratorio» no ayudan a la Iglesia. Iglesia – volvió a recordar - que es como un «hospital de campaña», que debe curar las heridas. “Hay tanta gente herida, por problemas materiales, por escándalos, también en la Iglesia... Gente herida por ilusiones del mundo”. Volviendo al tema del sacramento de la Reconciliación, el Papa puso de relieve que ni el laxismo ni el rigorismo hacen crecer la santidad. “Mientras que la misericordia acompaña el camino de la santidad y lo hace a través del sufrimiento pastoral, que es una forma de misericordia. Quiere decir – explicó- sufrir por y con las personas, como un padre y una madre sufren por sus hijos”.