Sé paciente
No corras, regálate tiempos con Dios. No sea que la Navidad te encuentre estresado y sin "el traje de fiesta" apropiado. Goza de la alegría que nace sabiendo que celebrarás a tu Salvador.
Haz oración
No puede haber preparación para la Navidad sin oración. Si nos cuesta orar, este es el tiempo para fortalecer nuestra vida de oración, es el tiempo para disfrutar el orar en familia.
Confiésate
La confesión es esencial en el tiempo de Adviento. No solo limpia nuestra alma para que Jesús pueda habitar en ella, sino que también nos da la gracia para no volver a pecar. ¿Por qué no fijar una fecha para ir juntos, toda la familia, a confesarse?
Asiste a misa
La mejor preparación es recibir la eucaristía, pues la Navidad no solo es un recuerdo del nacimiento de Jesús, sino también una preparación para cuando nos encontremos con Cristo en el cielo.
Despréndete de algo
Todo tiempo de espera y preparación debe ir acompañado de un desprendimiento de lo que no es esencial para enfocarnos en Cristo, en lo que da sentido de eternidad. La clave es preguntarnos qué cosa o costumbre nos está distrayendo de Dios y desprendernos de ello.
Ayuda a tu prójimo
El Adviento también es un tiempo para salir de nosotros mismos y poner atención a las necesidades de otras personas en nuestra vida, de encontrar a Cristo en el prójimo. Una manera de hacerlo es ayudando de forma material o espiritual a una persona o familia que lo necesite: llamarles para preguntarles cómo están, escucharlos, ayudarles a que tengan los medios necesarios para celebrar la Navidad de manera especial, etcétera.
Aprovecha las tradiciones
Los signos exteriores nos ayudan a prepararnos. En Adviento es costumbre tener la Corona de Adviento, poner las luces, el pesebre, el árbol de Navidad… Todo esto colabora a nuestra alma. Investiga el significado cristiano de estas prácticas, para que así te puedan ayudar a prepararte para la venida de Jesús.