(RV).- Con ocasión del primer aniversario del viaje del Papa Francisco a Bolivia en julio de 2015, recordamos las palabras del Papa pronunciadas durante la visita al Centro de Rehabilitación Palmasola, en Santa Cruz de la Sierra.
"No podía dejar Bolivia sin venir a verlos, sin dejar de compartir la fe y la esperanza que nace del amor entregado en la cruz. Gracias por recibirme. Sé que se han preparado y rezado por mí. Muchas gracias". Así comenzaba su discurso el Papa de la cercanía y de la misericordia, quien en su último día en Bolivia quiso ir a la periferia de la existencia, visitando el Centro de Rehabilitación de Santa Cruz-Palmasola.
En las callejuelas de tierra y lodo, el Papa se inclinó sobre los fracasos, desilusiones y dificultades de los presos, y recordó que el dolor no es capaz de apagar la esperanza en lo más profundo del corazón, y que la vida sigue brotando con fuerza aún en circunstancias adversas, a la vez que les pidió oración porque también él "debe hacer penitencia por sus errores", y los alentó a rezar para encontrar la consolación del amor de Dios, que sana y devuelve dignidad.
"¿Quién está ante ustedes? Podrían preguntarse. Me gustaría responderles la pregunta con una certeza de mi vida, con una certeza que me ha marcado para siempre. El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados. Y es así es como me presento. No tengo mucho más para darles u ofrecerles, pero lo que tengo y lo que amo, sí quiero dárselo, sí quiero compartirlo: es Jesús, Jesucristo, la misericordia del Padre".
La realidad de la cárcel, - dijo el romano pontífice - , el hacinamiento y la violencia, pide a las instituciones una respuesta rápida, y la Policía penitenciaria "debe dar dignidad, no humillar, alentar, no afligir":
"Reclusión no es lo mismo que exclusión –que quede claro–, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad. Son muchos los elementos que juegan en su contra en este lugar –lo sé bien, y vos mencionaste algunos con mucha claridad - dijo dirigiéndose a la persona que había dado su testimonio al principio - el hacinamiento, la lentitud de la justicia, la falta de terapias ocupacionales y de políticas de rehabilitación, la violencia, la carencia de facilidades de estudios universitarios, lo cual hace necesaria una rápida y eficaz alianza interinstitucional para encontrar respuestas". "Mientras se lucha por eso, no podemos dar todo por perdido, hay cosas que hoy podemos hacer", aseguró.
En la mirada de Jesús crucificado todos pueden encontrar espacio y experimentar el perdón: "y si en algún momento estamos tristes, estamos mal, bajoneados, los invito a mirar el rostro de Jesús crucificado. En su mirada, todos podemos encontrar espacio. Todos podemos poner junto a Él nuestras heridas, nuestros dolores, así como también nuestros errores, nuestros pecados, tantas cosas en las que nos podemos haber equivocado. En las llagas de Jesús encuentran lugar nuestras llagas. Porque todos estamos llagados, de una u otra manera. Y llevar nuestras llagas a las llagas de Jesús. ¿Para qué? Para ser curadas, lavadas, transformadas, resucitadas. El murió por vos, por mí, para darnos su mano y levantarnos. Charlen, charlen con los curas que vienen, charlen. Charlen con los hermanos y las hermanas que vienen, charlen. Charlen con todos los que vienen a hablarles de Jesús. Jesús quiere levantarlos siempre".