En homilía del viernes 15 de enero

Papa Francisco habla del poder transformador y gratuito de la fe

15 de enero de 2016

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“¿Cómo es mi fe en Jesucristo?”. Fue la pregunta que el Papa Francisco planteó en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta este viernes 15 de enero. El Pontífice se inspiró en el Evangelio al enseñar que para comprender verdaderamente a Jesús, no debemos tener el corazón cerrado, sino seguirle por el camino del perdón y de la humillación. Destacó también que nadie puede comprar la fe, pues se trata de un don que cambia la propia vida.

La gente hace de todo para acercarse a Jesús y no piensa en los riesgos que puede correr con tal de escucharlo o sencillamente rozarlo dijo el Santo Padre Francisco basándose en lo que escribe el evangelista San Marcos que narra la curación del paralítico en Cafarnaúm. Era tanta la gente que se encontraba ante la casa donde estaba Jesús que tuvieron que destapar el techo y desde allí bajar al enfermo en su camilla, recordó.

El Papa comentó que el paralítico tenía fe, la misma fe de aquella señora que estaba en medio de la muchedumbre cuando Jesús iba a la casa de Jairo y que tocó un borde del manto del Señor para ser curada. La misma fe del centurión que pedía la curación de su siervo. “La fe fuerte, contagiosa, que va adelante”  – dijo el Vicario de Cristo – gracias, precisamente, al “corazón abierto a la fe”.

Con el corazón cerrado no podemos comprender a Jesús

De la vicisitud del paralítico, el Pontífice señaló que “Jesús da un paso hacia adelante”. En Nazaret, al inicio de su ministerio, “dijo en la Sinagoga que había sido enviado para liberar a los oprimidos, a los encarcelados, para dar la vista a los ciegos… inaugurando un año de gracia”, es decir un año “de perdón, de acercamiento al Señor. Inaugurar un camino hacia Dios”. Pero aquí – puntualizó el Papa –  da un paso más: no sólo cura a los enfermos, sino que perdona sus pecados.

“Estaban allí los que tenían el corazón cerrado, que aceptaban – hasta cierto punto – que Jesús fuera un sanador. Pero, perdonar los pecados… ¡es fuerte! ¡Este hombre va más allá! No tiene el derecho de decir esto, porque sólo Dios puede perdonar los pecados, y Jesús, que sabía lo que ellos pensaban dice: ‘¿Yo soy Dios’? No, no lo dice. ‘¿Por qué piensan estas cosas? Porque saben que el Hijo del Hombre tiene el poder  – ¡es el paso hacia adelante! – de perdonar los pecados. Levántate, toma tu camilla y queda curado’. Comienza a hablar con aquel lenguaje que en cierto momento desanimará a la gente, a algunos discípulos que lo seguían… Es duro este lenguaje, cuando habla de comer su Cuerpo como camino de salvación”.

Preguntémonos si la fe en Jesús cambia verdaderamente nuestra vida

El Papa Francisco invitó a creer en que Jesucristo viene a “salvarnos de las enfermedades”, pero ante todo a “salvarnos de nuestros pecados, a salvarnos y a conducirnos al Padre. Fue enviado por este motivo, para dar su vida por nuestra salvación. Y éste es el punto más difícil de entender”, no sólo por los escribas. Cuando Jesús se hace ver con un poder mayor al del hombre “para dar aquel perdón, para dar la vida, para recrear la humanidad, mientras también sus discípulos dudaban… Y se van”. Y Jesús – recordó el Pontífice – “debe preguntar a su pequeño grupo: ‘¿También ustedes quieren irse?’”.

“La fe en Jesucristo –continuó el Papa…-. ¿Cómo es mi fe en Jesucristo? ¿Creo que Jesucristo es Dios, es el Hijo de Dios? ¿Y esta fe me cambia la vida? ¿Hace que en mi corazón se inaugure este año de gracia, este año de perdón, este año de acercamiento al Señor? La fe es un don. Nadie ‘merece’ la fe. Nadie la puede comprar. Es un don. ‘Mi’ fe en Jesucristo, ¿me lleva a la humillación? No digo a la humildad: a la humillación, al arrepentimiento, a la oración que pide: ‘Perdóname, Señor. Tú eres Dios. Tú ‘puedes’ perdonar mis pecados”.

La prueba de nuestra fe es la capacidad de alabar a Dios

Que el Señor – dijo el  Papa, iniciando una invocación orante –, “nos haga crecer en la fe”. Luego recordó que la gente “buscaba a Jesús para oírlo” porque hablaba “con autoridad, no como hablan los escribas”. A la vez que añadió que la gente lo seguía porque curaba, “¡hace milagros!”. Pero al final, “esta gente, después de haber visto esto, se fue y todos se maravillaron y alababan a Dios”.

“La alabanza. La prueba de que yo creo que Jesucristo es Dios en mi vida, que me ha sido enviado para ‘perdonarme’, es la alabanza: si yo tengo la capacidad de alabar a Dios. Alabar al Señor. Es gratuito, esto. La alabanza es gratuita. Es un sentimiento que da el Espíritu Santo que te lleva a decir: ‘Tú eres el único Dios’. Que el Señor nos haga crecer en esta fe en Jesucristo Dios, que nos perdona, nos ofrece el año de gracia y esta fe nos lleva a la alabanza”.


 

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