La Eucaristía con que Papa Francisco celebró la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, dió el marco y realce a este inicio del Año Jubilar. En su homilía el Pontífice destacó:
"La fiesta de hoy de la Inmaculada Concepción tiene un específico mensaje para comunicarnos: nos recuerda que nuestra vida es un don, todo es misericordia... implica dos cosas: acoger plenamente a Dios y su gracia misericordiosa en nuestra vida; transformarse a su vez en artífices de misericordia a través de un auténtico camino evangélico. La fiesta de la Inmaculada se transforma en la fiesta de todos nosotros si, con nuestros ‘Sí’ cotidianos, conseguimos vencer nuestro egoísmo y hacer más feliz la vida de nuestros hermanos, al donarles esperanza, secando aquellas lágrimas y donando un poco de alegría. A imitación de María, estamos llamados a transformarnos en portadores de Cristo y testigos de su amor, mirando en primer lugar a quienes son privilegiados a los ojos de Jesús: ‘Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver’".