“Emigrantes y refugiados nos interpelan. La respuesta del Evangelio de la misericordia”, es el lema que el Papa Francisco ha elegido para la 102ª Jornada Mundial de los Emigrantes y Refugiados, que se celebrara el 17 de enero de 2016. El mismo que fue publicado por el Pontificio Consejo para la pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.
La celebración de la Jornada Mundial en el contexto del Año de la Misericordia
El lema elegido por el Santo Padre se ubica en el contexto del Año de la Misericordia, y evidencia dos aspectos importantes de esta realidad. La primera parte del lema, “Emigrantes y refugiados nos interpelan”, nos presenta la dramática situación de muchos hombres y mujeres, obligados a abandonar sus propias tierras. Y no se debe olvidar, las recientes tragedias ocurridas en el mar, que han dejado varias víctimas entre los emigrantes.
Ante el evidente riesgo que este fenómeno sea olvidado, el Pontífice presenta el drama de los emigrantes y refugiados como una realidad que nos debe interpelar. En este sentido se ubica la Bula Misericordiae vultus cuando afirma: “No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio… Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo” (n. 15).
La segunda parte del lema, “La respuesta del Evangelio de la misericordia”, busca relacionar de modo explícito el fenómeno de la migración con la respuesta del mundo y, en particular, de la Iglesia. En este contexto, el Santo Padre invita al pueblo cristiano a reflexionar durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales, entre las que se encuentra la de acoger a los forasteros. Sin olvidar que Cristo mismo está presente entre “los pequeños”, y que al final de la vida seremos juzgados por nuestra respuesta de amor (Cfr. Mt 25,31-45).
Siendo discípula de Jesús, la Iglesia está llamada a “anunciar la liberación a cuantos son prisioneros de las nuevas formas de esclavitud de la sociedad moderna” (MV, 16), al mismo tiempo deberá profundizar en la relación entre justicia y misericordia, dos dimensiones de una única realidad (Cfr. MV, 20).
La Jornada Mundial del Emigrante y del refugiado
Esta Jornada tiene su origen en la Carta circular “El dolor y las preocupaciones”, que la Congregación Consistorial envió el 6 de diciembre de 1941 a los Ordinarios Diocesanos Italianos. En ella, se pedía por primera vez, instituir una jornada anual de sensibilización sobre el fenómeno de la migración y también para promover una colecta a favor de las obras pastorales para los emigrantes italianos y para la preparación de los agentes de pastoral. Como consecuencia de la misiva, el 12 de febrero de 1915 se celebró la Primera Jornada de los Emigrantes y Refugiados.