por Portaluz
15 Enero de 2021María Cereceda acaba de celebrar en el 2020 sus 25 años de consagrada en el Regnum Christi. Pero el año no comenzó bien, según relata ella misma en el portal web de esta Sociedad de Vida Apostólica. A María le invadió una profunda crisis existencial, de tal manera que dudaba de su propia vocación. ¿Por qué estaba en esta situación? ¿No debía estar contenta? “Era mi año jubilar, el tan esperado para celebrar mis 25 años de consagración. Y de repente todo perdía sentido: ¿Estos años para qué? ¿Qué voy a celebrar?”
Decidió hacer en verano unos ejercicios espirituales que llevaron a reforzar su estado de crisis existencial. Y le rondaban decenas de interrogantes...
“¿Qué cosas me motivaban? ¿Qué deseos encontraba en mi corazón? Vacío... no encontraba respuesta. A lo largo de esos días de oración, fui descubriendo cómo había llenado mi vida de voluntarismo, de esfuerzo personal, de buscar ser la consagrada 'perfecta'. Perfecta ¿a los ojos de quién? ¿Del mundo? ¡Qué vacío me provocaba descubrir esto! ¿Y si este vacío era signo de que había errado el camino? ¿Y si Dios no me hablaba porque me había aferrado a la vida consagrada sin tener vocación? Nunca antes me había atrevido a platearme de manera tan directa si tenía o no vocación. Tenía que hacerlo, no podía seguir así. Y fue entonces cuando mi Jesús vino a rescatarme. Era su esposa y no quería perderme. Llevaba meses intentando haciéndome caer en la cuenta que ese pecado que yo veía como una traba para ser esa consagrada que yo quería ser, no era sino el camino para alcanzar la libertad en el amor. Era en el reconocimiento de mi propio pecado, el entregárselo a Él, lo que me llevaría a descubrir su Amor misericordioso. Y así fue... en esos ejercicios mi Jesús me permitió entrar en el misterio de su Amor y adentrarme en esa intimidad que viene del reconocimiento de su presencia permanente en mi vida. Descubrí, en resumen, que tengo marido... Me llevó al desierto de mi propia vida, me habló al corazón y se quedó conmigo”.
Lo que el Covid permitió
Terminó sus ejercicios con el gozo de querer compartir con la gente lo que Jesús había hecho en su vida. Todo volvió a tener color, alegría -dice María-, sintiéndose identificada como consagrada en el Regnum Christi. “Así que lo celebramos 'a lo grande', bueno, lo que el covid nos permitió. Y pude expresar a la gente que quería lo que Jesús había hecho conmigo. A mi familia de sangre y espiritual, a mis amigos... regalo tras regalo. Con una descarada presencia del Señor en cada momento, con gestos inconfundibles que me permitían descubrir su presencia cada día”.
Ha pasado medio año y aunque aún padece la tentación del “hacer” del construir 'la consagrada' que proyecta en su mente... descubre -señala- que a pesar de su pobreza e incapacidad por hacer aquello a lo que se ha comprometido, “Jesús sigue saliendo a mi encuentro, a recordarme que es Él y no yo el que hace TODO y que necesita mi NADA para manifestarse”.