
por Equipo Portaluz
6 Noviembre de 2013En la madrugada del pasado 28 de octubre en la quietud de la noche, mientras dormía, el alma del sacerdote Ignacio Larrañaga -al fallecer su cuerpo- comenzó a experimentar en plenitud aquello que enseñó a miles en sus retiros, conferencias y talleres de oración; y que señalaba como el perfil esencial de la Santísima Virgen en el libro de su autoría “El silencio de María”...
“...tú vives perdida y encontrada en el mar sin fondo del Misterio del Señor... Estás dentro de Dios, y Dios dentro de ti. El misterio Total te envuelve y te penetra, te posee, ocupa e integra todo tu ser”.El alma mariana y franciscana de Ignacio
En sus 84 años de vida, Ignacio se esforzó por vivir aquello que en la página 44 del libro antes citado identificó como la actitud permanente del alma de María ante Dios, y que el evangelista Lucas refiere en el capítulo 1, versículo 38 de su evangelio: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra».
Es el mismo sacerdote quien con sus palabras desnuda esta identidad de siervo que le habita, en la entrevista que concedió en agosto del 2007 al programa de televisión La Belleza del Pensar:
“Mi vida ha sido variada, sinuosa, porque no existe línea recta en la vida humana. Dieciséis libros... y sobre todo caminar y caminar de aeropuerto en aeropuerto por 32 años, 35 países, cuatro continentes sólo haciendo dos cosas fundamentales: Uno, implantar al Dios vivo y verdadero en los corazones... enseñándoles a relacionarse con el Señor de una manera variada, sistemática, experimental y progresiva desde los primeros pasos hasta las alturas más importantes de la contemplación transformante. Lo segundo es guerra a muerte contra el sufrimiento... sacar las espinas, disecar las fuentes de la angustia, la tristeza; los imposibles lanzarlos a las manos de Dios. Hacer que nuestro corazón esté en una perpetua paz y sosiego y más felices y más contentos.”
Si bien nació en Loyola (País Vasco, España)... ciudad natal de San Ignacio, fundador de los jesuitas, Larrañaga se identificó con la espiritualidad de San Francisco, ordenándose como sacerdote de los Hermanos Menores Capuchinos en 1952. Movido por el testimonio del Santo de Asís, su objetivo -dirá en la referida entrevista- era comunicar vivencialmente “un programa de santificación Cristificante de tal manera que se pueda decir al final de todos nosotros, al igual que de Jesús: pasó por todas partes haciendo el bien a todos”.Una vida, un alma, con destellos de eternidad
“Restablecer” y fortalecer en su prójimo la íntima experiencia del “Amar a Dios y sentirse amado por Dios” para luego potenciarlos al servicio, apasionaba toda su vida, dirá en la misma entrevista. Y quién mejor que la Santísima Virgen podía servirle de ejemplo para mostrarlo...
“No existe dispersión en ti. En un acto simple y total, tu alma, toda inmóvil, está paralizada e identificada con el Señor. Estás abismada en el Señor y, al mismo tiempo, atenta a los hermanos, como en Caná”, escribe Larrañaga, refiriéndose a la Virgen, en la presentación de su libro “El silencio de María”.
Hoy, cuando el eco de su amor a Dios en el servicio al prójimo, late con fuerza en todos quienes fueron acompañados por él, estas palabras que pronunció en la entrevista concedida a La Belleza del Pensar, son un pequeño reflejo del testimonio de este apóstol de la oración...
“Al final las palabras van desapareciendo y queda el silencio, porque sólo en el silencio se puede contener al Infinito... al final sólo queda no un nombre sino un pronombre... es Él. Él Es y me ama, y eso basta. (...) Somos criaturas hechas por Dios y para Dios. Por eso somos buscadores inevitables del Eterno. Sed de Dios.”
Información anexa
Si deseas mayor información sobre padre Ignacio, sus obras, los Talleres de Oración, accede aquí al portal que él mismo fundó.Puedes ver en “Otrocanal.cl” el video completo de la entrevista pulsando aquí .