por Portaluz
5 Abril de 2024El sacerdote James Ruggieri tiene 56 años y acaba de ser elegido obispo de Portland, Maine (U.S.A.). Mientras reparte comida, charla con un vecino de raza negra sobre las diferencias que hay entre el rap de la costa este y el de la costa oeste de los Estados Unidos.
"Me estoy poniendo un poco nervioso", dice el hombre. "¿Por qué estás nervioso?", pregunta el obispo. "Porque es hora de acercarse a Dios, ¿sabes a qué me refiero?", dice el vecino. "No te preocupes. ¿Qué dijo Jesús? No tengas miedo", dice Ruggieri y, añade, "creo que deberías dedicarte al rap cristiano".
Un camión lleno de santos
El pasado mes de febrero, el Papa Francisco nombró a James Ruggieri obispo de un territorio que cubre todo el estado de Maine. Será el próximo siete de mayo, cuando el cardenal O'Malley, arzobispo de Boston, ordenará en la catedral al nuevo obispo de Portland, una diócesis sufragánea de Boston.
Sin embargo, como recoge National Catholic Register y difunde en español Religión en Libertad, convertirse en obispo no estaba en los planes del padre Ruggieri, cuya mayor ambición para el próximo año era terminar una segunda cocina para que pueda empezar a dar comida caliente a los más pobres.
Originario del estado de Rhode Island, Ruggieri se graduó en Providence College en 1990 con una licenciatura en estudios religiosos. Un perfil que encaja muy bien con los recientes nombramientos como obispos del Papa Francisco: hombres sin grandes estudios eclesiales, pero con mucha experiencia en las parroquias.
El padre Ruggieri es párroco de Providence desde 2003, una zona que tiene mezcla de hablantes de inglés y de español. Aunque este ocho de abril será su último día allí, hasta entonces, continúa conduciendo su camión todos los viernes y domingos por la tarde, entregando comida y ropa a personas sin hogar en tres lugares diferentes de la ciudad.
Su camión es un Grumman Olson blanco del año 1980. El pasado mes de marzo, el cuentakilómetros marcaba 45,597, pero dado que el camión se fabricó antes de que los cuentakilómetros tuvieran seis dígitos, nadie sabe cuál es el dígito que hay antes del "4".
El camión suele llamar mucho la atención por las calles de Providence. En el lado derecho tiene una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe y otra de la imagen de la Divina Misericordia. En el lado izquierdo tiene imágenes de San Juan Pablo II y de la Madre Teresa.
"Saca lo mejor de cada uno"
En el medio, en grandes letras azules, con la primera letra de cada palabra en mayúscula, hay una cita de Mateo 25:40: "En verdad os digo que todo lo que hicisteis por uno de estos hermanos míos más pequeños, se lo hicisteis a mí".
Sobre el salpicadero hay estatuas de cerca de 15 santos, incluido San Patricio, a quien está dedicada su parroquia. Además, en las puertas traseras está el nombre de Proyecto Emmanuel y su lema: "Alimentamos a la gente".
Margarita Rivera-Zuleta acude a la cocina parroquial dos viernes al mes (y más, si es necesario), de ocho a una de la tarde, para ayudar a preparar 250 comidas calientes, además de otras 90 para los estudiantes de la escuela parroquial. "Me encanta lo que hago. Me encanta venir aquí. Es un lugar especial. Aquí me encuentro a Jesús", explica la voluntaria.
Sobre el padre Ruggieri, comenta: "Es un hombre maravilloso, un hombre humilde, un hombre santo. Es un futuro santo". La iglesia de Ruggieri está rodeada por las aulas de la escuela secundaria que él mismo fundó en 2009, la única administrada por una parroquia en todo Rhode Island. Y, aunque cada matrícula cuesta 13.000 dólares por alumno al año y nadie puede pagarlo, Ruggieri se las ingenia para conseguir ese dinero.
El padre Ruggieri enseña teología en la escuela y llena las vacantes según vaya siendo necesario. Lorraine Cournoyer, secretaria parroquial de St. Patrick, dice que siempre acude al padre Ruggieri en busca de consejo espiritual. "El padre James saca lo mejor de cada uno. Es muy generoso y humilde", comenta.
"Padre usted es un buen hombre"
El padre Ruggieri es alto y delgado, con una ligera inclinación de cuerpo al caminar. Sonríe con facilidad y tiene una voz suave. Durante una salida reciente con su camión, llevaba una chaqueta gris de una empresa de construcción, un gorro de lana y sus gafas.
La primera parada del camión es el parking de Crossroads Rhode Island, que ofrece alojamiento a personas sin hogar. Varias decenas de personas hacen cola antes de ser atendidas. El ambiente es festivo. El padre Ruggieri toma de la mano a un hombre, como si fueran viejos amigos. Los necesitados reciben una bolsa con comida caliente, pasteles donados por una panadería, café, té y calcetines.
La segunda parada es en la esquina entre dos concurridas calles. Un hombre hispano se queda charlando con el padre Ruggieri. Tiene una cruz tatuada sobre la ceja izquierda. "Padre, usted es un buen hombre. Nunca había visto esto antes", dice Sam. Sin embargo, no todos en el barrio están contentos con su labor.
En la tercera parada, un hombre blanco con pendientes en la nariz coge una bolsa de comida y dice: "Todavía odio a los católicos". "¿Qué?", responde el sacerdote, sin escucharlo por el ruido ambiental. "Aún odio a los católicos por lo que me hicieron", repite, y luego se marcha. Ruggieri dice que procura conocer a las personas que vienen a buscar comida. "Siempre digo que si escuchas sus historias puedes entenderlas mejor".
Estupefacto
A las cuatro menos cinco minutos de la tarde del sábado 3 de febrero, mientras estaba preparándose para decir misa, el padre Ruggieri recibió una llamada del cardenal Christophe Pierre, nuncio apostólico en los Estados Unidos, diciéndole que el Papa Francisco quería que fuera el próximo obispo de Portland.
El padre Ruggieri quedó estupefacto. Pero dijo que sí. Luego subió y empezó la misa. Desde entonces, ha estado tratando de aprender todo lo que pueda sobre cómo ser obispo. Le consuela el hecho de que tampoco sabía cómo ser pastor antes de empezar a serlo.
"Cada día es un recordatorio de que no eres sólo un obispo, sino que estás casado con esta Iglesia local", dijo el padre Ruggieri. De esta forma dice que quiere acercarse a sus nuevos sacerdotes y a su nuevo rebaño. "Lo veo como si estuviera dentro con ellos. Mi esperanza es conocerlos, servirlos y amarlos lo mejor que pueda", concluye.