por Portaluz
9 Noviembre de 2023La Asociación Internacional de Exorcistas (AIE) de la Iglesia Católica, acaba de elegir a su nuevo presidente, el sacerdote checo Karel Orlita, de la diócesis de Brno.
Orlita, canonista, consultor externo del Dicasterio para las Causas de los Santos, de 53 años, fue elegido durante la reciente XIV Conferencia Internacional de la Asociación celebrada del 25 al 30 de septiembre en Sacrofano (Roma); en la cual estuvieron presentes 203 sacerdotes exorcistas de todos los continentes y alrededor de 100 auxiliares de exorcistas.
Desde su fundación en 1994 hasta la elección de Orlita, la AIE ha logrado avances significativos para la consolidación de su ministerio que -bien desplegado- beneficia a las personas en todo el mundo. Por ello el Papa Francisco les otorgó reconocimiento legal como "Asociación Privada de Fieles" el año 2014, potenciando así su labor que les ha permitido estar presentes en 58 países de todos los continentes y contar con una poderosa fuerza de exorcistas: 905 miembros en la batalla contra el demonio.
En este contexto padre Karel Orlita, entrevistado por el periodista Riccardo Benotti de la Agencia italiana de noticias SIR, ha señalado que asume el desafío de presidir la AIE "con la intención de mejorar lo mejorable, no arbitrariamente, sino con un estilo de verdadera sinodalidad".
Usted nació y creció en una familia cristiana durante los años del régimen comunista. Trabajó como herrero, cuando era imposible entrar al seminario. Lo espió la policía secreta debido a su fe en Cristo. ¿Fue una época decisiva para su vocación ministerial?
Los cristianos eran ciudadanos responsables y buenos trabajadores. Contribuyeron al bienestar de la República Checa y a su prestigio moral. Pero el comunismo no podía tolerarlo. Los vecinos de nuestra casa estaban a sueldo del régimen, nos espiaban y denunciaban todo lo que veían. Sobre todo, inventaban hechos: lo descubrimos cuando, en los años noventa, por fin pudimos acceder a los archivos. En aquel momento sentí la llamada del Señor. Mientras los funcionarios del partido odiaban a la Iglesia en la República Checa, Dios amaba a la gente; solo en mi familia surgieron cinco vocaciones a la vida consagrada.
Desde una pequeña ciudad de la República Checa a Roma, para dirigir la Asociación que representa a los exorcistas de todo el mundo.
Desde 2012 hasta hoy, bajo la presidencia del padre Francesco Bamonte, la AIE ha perfilado mejor sus objetivos y perfeccionado los instrumentos para alcanzarlos. Esta ha sido, sin duda, la razón principal de su crecimiento numérico y de su mayor consideración dentro de la Iglesia.
Mi compromiso será, por tanto, continuar por el mismo camino, asegurando la continuidad de contenidos y métodos; con la intención de mejorar lo mejorable, no arbitrariamente, sino con un estilo de verdadera sinodalidad.
¿Cómo llegó a ser exorcista?
Me formé en derecho canónico, así que solía ayudar al obispo en estas cuestiones. Un día, estando yo en la curia, el obispo abrió la puerta de su despacho y salió profundamente agitado. Había tenido un encuentro con un poseso y estaba perturbado, junto con el secretario que le acompañaba. Fue entonces cuando me pidió que me convirtiera en exorcista y me dio el mandato. Han pasado ya casi quince años.
En el seno de la Iglesia ha prosperado el reconocimiento de la AIE, cuyos miembros están presentes en 58 países del mundo. Sin embargo, en algunas diócesis sigue siendo difícil encontrar un exorcista al que acudir...
Las razones de esta dificultad varían de una diócesis a otra y no es posible resumirlas todas. Me limitaré a señalar que... no pocos obispos, deseosos más que nunca de poder contar con uno o varios exorcistas comprometidos en la pastoral de liberación de la acción extraordinaria del maligno, se quejan de no tener en su clero sacerdotes aptos para desempeñar el ministerio de exorcista.
Para ser exorcista no basta -dicen-, tener una buena preparación teológica y ser buenos sacerdotes, ¡se necesita algo más! Y en esto estoy totalmente de acuerdo.
¿Quiénes recurren a los exorcistas?
Son mujeres y hombres de fe que sufren una acción que Dios permite, a veces extraordinariamente, por parte del maligno. Pero también hay personas que acuden a nosotros como si fuéramos unos magos de bien, los magos católicos. No tienen claro que un exorcista es un sacerdote ejerciendo el ministerio de Cristo con autorización del obispo.
En primer lugar, el exorcista ayuda a la persona en su camino de fe, a mejorar la calidad de su vida cristiana. Y le ayuda con el exorcismo en la lucha personal, contra la agresión extraordinaria del maligno. Algunos están convencidos de que el exorcista les ayudará a librarse de esa perturbación, sin recorrer un camino de fe. Pero no funciona así. No existe ningún remedio en pastillas.
¿Desea manifestar alguna exhortación?
Remitiéndome al discurso que San Pablo VI pronunció en los Congresos Mariológico y Mariano el 16 de mayo de 1975, quisiera invitar a todos a recorrer y hacer recorrer a todos, especialmente a los jóvenes y a los jóvenes de corazón, ese camino que es accesible a todos, incluso a las almas sencillas: el camino de la belleza. Y para ello es necesario mirar a María, contemplar su belleza prístina; al mismo tiempo mirar a nuestros hermanos y hermanas que, por ser santos, reflejan la belleza infinita del Verbo hecho Hombre, de Aquel que es el más bello entre los hijos de los hombres, Jesús. Por desgracia, si nuestros ojos se dejan impactar demasiado a menudo por las imágenes engañosas de la belleza de este mundo, llegan incluso a cegarse.
Fuente: SIR