por Portaluz
6 Mayo de 2023De pequeño, a Trevor Williams le encantaba ir al estadio con su padre: las luces brillantes, el olor a palomitas, el chasquido del bate, los jugadores más grandes que el resto de la gente... y todo eso.
Ahora que es padre, Trevor espera transmitir ese amor por el deporte a sus cuatro hijos. Pero sus hijos viven el día del partido de forma diferente a la del aficionado medio. Comen sus perritos calientes en la casa club de los jugadores, ven las prácticas de bateo desde el campo y animan a su padre cuando lanza desde el montículo para los Washington Nationals. "Si yo tuviera la edad de mi hijo y supiera que eso me estaba pasando a mí, me habría vuelto loco", afirma.
Pero más que transmitir el amor por el béisbol, se esfuerza por impartir el amor de Dios a su familia y a todos los que conoce. "No me vean como Trevor el jugador de béisbol", dice. "Soy Trevor el hombre católico que quiere construir el cielo".
Williams nació y creció en San Diego, y jugó al béisbol desde la liga infantil hasta el instituto antes de lanzar durante tres años en la Universidad Estatal de Arizona en Tempe. Tras ser seleccionado por los Miami Marlins, jugó su primer partido en las grandes ligas con los Pittsburgh Pirates. Allí jugó cinco temporadas, luego pasó a los Chicago Cubs, seguidos de los New York Mets antes de aterrizar en Washington esta temporada con un contrato de dos años. Él y su familia viven en McLean, donde son feligreses de la iglesia de St. John the Beloved.
Con los santos tatuados en el cuerpo
El lanzador, de 31 años, mide 1,90 m, lleva el pelo castaño hasta los hombros y luce barba. Además del logotipo rojo de los Nationals, muestra su fe en la manga, concretamente en los tatuajes que cubren sus brazos. Cada uno cuenta la historia de su devoción a un santo diferente: San Miguel, San José y San Benito de Nursia, por nombrar algunos.
Trevor se crió en el catolicismo, pero cuando era adolescente asistió a un grupo juvenil que le animó a abrazar su fe. "Tuve un mentor que me dijo: 'Mira, cada decisión que tomes destruirá el reino de los cielos o lo construirá, así que si esto va a ser lo más importante de tu vida, demuéstralo'", dice. "Me enamoré de la Eucaristía, me enamoré de la adoración, me enamoré de Cristo y de su Iglesia. Era algo que anhelaba toda mi vida y no sabía que lo anhelaba hasta que vino a mí".
Conoció a su mujer, Jackie, cuando estaba en el último curso del instituto. "Ella cantaba en nuestra iglesia y yo siempre pensé que era mucho mayor que yo", dice. "Llevaba toda la vida enamorado de ella y resulta que sólo era un año mayor que yo". Salieron juntos durante la universidad y se casaron poco después.
La fe en familia
Además de educar a sus hijos en casa, Jackie y Trevor también forman parte de la junta de una organización benéfica muy cercana a sus corazones: el Project 34. En la universidad, Trevor compartía habitación con un amigo de su época de jugador de béisbol, Cory Hahn. Durante uno de los primeros partidos de la carrera universitaria de Hahn, éste resbaló en segunda base y se rompió el cuello, quedando paralítico. Hahn se graduó en la universidad y ahora trabaja como coordinador de cazatalentos profesionales para los Diamondbacks de Arizona.
"Como yo he tenido la oportunidad de jugar en las Grandes Ligas y él también está en el béisbol, pensó que teníamos que hacer algo y ayudar a la comunidad de lesionados medulares", dijo Trevor. Junto con otros amigos de la universidad, los hombres crearon Project 34, un homenaje al número que Hahn llevaba en la universidad. La organización benéfica concede ayudas para sillas de ruedas eléctricas, mejoras en el hogar, rehabilitación y cualquier otra cosa que pueda necesitar una persona con lesión medular. "Por suerte, hemos recibido mucho apoyo de equipos, jugadores y personas de todo el mundo", afirma.
Fe, eucaristía y obras
La carrera de Trevor en la MLB ha dado a conocer Project 34 y su fe católica. Durante la temporada de béisbol, a menudo asiste a misa en la sala de conferencias de prensa del Nationals Park, gracias a Catholic Athletes for Christ, una organización con sede en Alexandria que ayuda a los jugadores profesionales de béisbol, fútbol americano, otros atletas, empleados del deporte y sus familias a asistir a misa y permanecer conectados con su fe.
"Estoy muy agradecido de que exista este ministerio para no tener que ir a misa los domingos a las 6 de la mañana", dice Trevor riendo. "Es divertido ver a la Iglesia católica viva fuera de la iglesia, ver a la gente celebrar misa en un estadio de béisbol".
Mirada de eternidad
A lo largo de los años, Trevor ha descubierto que tanto jugar al béisbol como practicar la fe requiere una dedicación diaria. "Si dejara de jugar al béisbol durante cuatro o cinco días, o incluso un solo día, y volviera e intentara rendir al máximo nivel, sería horrible", afirma. "Si quieres que sea lo más importante de tu vida, tienes que trabajar. Tengo cosas específicas que necesito hacer como jugador de béisbol para ser mejor compañero de equipo, mejor lanzador, para ser más fuerte, para ser más agudo en el montículo, para saber qué lanzamientos hacer. Y lo mismo me ocurre cuando quiero ser mejor marido. ¿Cómo quiero ser mejor padre? ¿Cómo quiero ser mejor católico? Todo empieza con cinco minutos de santidad y hay que partir de ahí".
Su fe le ayuda a mantener su trabajo en perspectiva. "Cuanto más entendemos que el béisbol no es lo más importante del mundo, más libre eres jugando, más libre eres en tus interacciones con tus compañeros de equipo", dijo. "Eso me ha ayudado tremendamente, porque en el gran esquema de las cosas, cuando morimos, ojalá en estado de gracia, y subamos y San Pedro te esté mirando, ¿te dirá acaso cuál fue tu ERA (promedio de carreras ganadas) en 2023? No te va a preguntar eso", dijo Trevor, e hizo una pausa antes de añadir: "Espero que no".
Fuente: CatholicHerald.com de Arlington.