por Portaluz
1 Mayo de 2020Para dar énfasis a lo que ha vivido como un absoluto regalo de la gracia de Dios, en el relato de la joven francesa Gabrielle escucharemos repetirse -en el video al final- la habitual expresión “très, très, très...” (muy, muy, muy...).
Espontánea y en apenas tres minutos con trece segundos, ella nos regala a un ritmo vocal casi sin respiro los años del vacío, aquel tiempo de búsqueda y la gracia de una primavera espiritual que está vitalizando toda su existencia.
El ardiente corazón de Jesús la ha conquistado. ¿Quién podría resistirse? ...
Este es el relato de Gabrielle, que fue atea
"Nací en una familia que no era católica, sino atea. Y aunque nunca escuché hablar de Dios tuve la gracia de ser bautizada, pues mis padres querían congraciarse con mi abuela.
Al llegar mi adolescencia, alrededor de los 15 o 16 años, empecé a plantearme muchas preguntas existenciales como el ¿Por qué vivo? ¿Adónde voy? ¿Cuál es el sentido de mi vida? Y en aquellas dudas anduve un tiempo bastante triste porque realmente no sabía por qué vivir, cuál era la razón de mi existencia. Sentí un inmenso vacío.
Pero de forma inesperada, gracias al gusto que adquirí por la asignatura de filosofía en mi Instituto, pude comenzar a buscar la verdad. Hablo de la verdad con una gran V.
Transcurrió un año y mi sed de verdad comenzó a disminuir. Así entonces una noche, en la cual no me sentía anímicamente bien, pensé en todo aquello que me habían transmitido a lo largo de mi vida. Me dije que ya no soportaría más el andar suponiendo que hay un dios si no podía sentirlo. Entonces busqué y encontré una oración en Internet que recité... pidiéndole a Jesús que viniera a mí, ¡que viniese de una vez por todas a mi corazón para ser mi Salvador!
Mientras recitaba esta oración me entregué a su texto y unos días después de esto sucedió algo maravilloso. De repente sentí una muy, muy, muy gran presencia de amor que me envolvía. Estaba rebosante de la alegría del amor. Era muy fuerte. En este sentir supe que Dios existía, que Dios es todo amor...
Me llevó algunos meses procesar todo esto hasta comenzar un camino, en secreto, porque los más cercanos a mí eran profundamente ateos y tenía miedo de hablar lo que estaba viviendo. Entonces, solo cuando salí de casa por mis estudios comencé a ir a la misa, sola. Tal vez perdía algo, pero ganaba todo.
Una tarde me fui al presbiterio y le pude contar toda mi vida al sacerdote. Él quedó muy conmovido y me acompañó por una semana sin dejarme. Me confesé por primera vez y luego seguí siendo acompañada por él.
Recibí la primera comunión el pasado 20 de enero y el sacramento de la confirmación lo recibiré en Pentecostés. Estoy viviendo un momento intenso, soy muy creyente y feliz de lo vivido. Cuando conocemos el amor del corazón de Jesucristo sabemos y sentimos que nos queremos dar por entero.
Cristo es para mí una persona. Es Jesús. Él vino a mi vida haciéndome sentir su presencia de amor. Es también mi Salvador porque me ha liberado de todos los callejones sin salida de mi vida. Él es la persona que responde a todas mis preguntas, Él es la verdad. Agradezcamos a Cristo."El video-testimonio