Imagen ilustrativa cortesía de Timur Garifov - Unsplash
Imagen ilustrativa cortesía de Timur Garifov - Unsplash

Casey, una exitosa stripper de New York rescatada del infierno por el Niño Jesús y el Santo Rosario

Sor Faustina María Pía, religiosa de “Sisters of Life” (Hermanas de la Vida), evoca el momento en que fue testigo privilegiada de una impactante conversión gracias a la Virgen y el Rosario...

por Portaluz

1 Febrero de 2024

En la segunda temporada del programa Rosary Series: The Mysteries of the Rosary, publicado hace tres meses en YouTube -cuyo contenido ha sido difundido en una crónica en español por el portal mariano Un Rosario por Chile-, la Hermana Faustina, religiosa de las Sisters of Life, relata sucesos acaecidos "hace algunos años, poco antes de la Navidad", en New York.

Se encontraba, dice, cantando villancicos y repartiendo chocolate caliente con otras hermanas de su comunidad, para llenar con la alegre presencia de Cristo a personas que circulaban por el concurrido Midtown de Manhattan. De pronto, sus ojos se fijaron en una mujer que se detuvo y se animó a conversar con ella. "Se llamaba Casey", recuerda la hermana Faustina.

El infierno de Casey

La recién llegada, abriendo de improviso su corazón, comenzó a confidenciarle las penas que sufría en su trabajo como stripper de cabaret; en especial el dolor por tantas amigas perdidas, consumidas en su adicción a las drogas.

De inmediato Sor Faustina comprendió que ese relato era el grito de un alma que suplicaba auxilio y no tuvo que esforzarse mucho para que Casey siguiera sincerando sus desventuras. Cuando niña la stripper había sido un fervorosa católica y de una misteriosa manera en ese instante, al recordarlo ante la religiosa, volvía a elevar sus ojos a Dios. "Era un verdadero corazón abierto... se encontraba en la búsqueda de trascendencia. Mirándola, me impresionó el tesoro de su alma, y se lo dije de inmediato", dice Hermana Faustina y prosigue recordando... "Ella me miró, y le dije: «Sabes que puedes hablar con la Santísima Madre de la misma manera en que estás hablando conmigo. Sabes que ella es nuestra Madre y quiere cuidarte. Tienes un corazón hermoso. Te ama y extraña escucharte»", le alentó la hermana.

Sin noción del tiempo transcurrido ambas mujeres formaron allí, en la vía pública, un espacio de intensa espiritualidad, una poderosa invocación que Dios no iba a desatender. La hermana Faustina comenzó por recordarle a Casey aquellas oraciones marianas que habían fortalecido la fe de su infancia. Y ambas rezaron juntas una primera decena del Rosario. Este simple acto, sincero, lleno de fe, desencadenaría todo el poder que se derramaría desde el cielo para sanar el alma de Casey...

No cualquier Rosario

Como signo que sellaba aquel momento Casey le preguntó a la religiosa si podría regalarle un rosario. "Estaba feliz con la idea de que ella quisiera un rosario y metí la mano en el bolsillo", cuenta la hermana. Pero Dios le reservaba una sorpresa, un pequeño desafío de amor a la religiosa... "De repente mi corazón dio un vuelco porque en mi bolsillo solo había un rosario: el que mi padre me había dado. Era muy especial para él y me lo había obsequiado sólo unas semanas antes, y yo le tenía mucho cariño", reconoce hermana Faustina, pero aun así no lo dudó: "Sabía que estaba destinado para ella, así que lo puse en la palma de su mano y le dije: «Sabes, este es el rosario de mi papá, ahora es tuyo»".

Casey vaciló, pero tras un poco de insistencia, aceptó. Las dos hablaron sobre la ausencia del niño Jesús en el pesebre. Hermana Faustina le recordó a Casey que Jesús "vendría en Navidad.... Y de repente le dije: «Es como nuestros corazones. Se sienten un poco vacíos sin Jesús. Él quiere entrar en tu corazón. Todo lo que tenemos que hacer es pedirle que venga»", agregó.

Dos semanas después, Casey fue a la casa de las hermanas, pero Faustina no se encontraba en ese momento y las hermanas tomaron el mensaje para ella: "¿Pueden contarle a esa hermana que dejé mi trabajo en el club de striptease esa misma noche y entregué mi vida al Niño Jesús?", les confidenció una emocionada Casey.

"Sé que Dios me ama"

Después de aquel día, la comunidad no volvió a saber de Casey durante cuatro años hasta que una tarde, mientras caminaban por las calles de Manhattan, una mujer se les acercó pidiendo oraciones para un procedimiento cardíaco que tendría lugar en poco tiempo más. Era Casey, quien al ver a las hermanas reconoció de inmediato a Faustina. Se le acercó y con una sonrisa le dijo: "Eres la hermana que me dio el rosario. Todavía lo tengo y lo rezo todos los días, sé que Dios me ama".

La Hermana Faustina continúa misionando en la ciudad de Nueva York con sus hermanas de comunidad, brindando asistencia a mujeres en toda clase de necesidad.

Puedes ver la historia completa activando el siguiente video:

Fuente: UnRosarioporChile.cl