Lucietta Pennelli tenía 6 años cuando se enfermó de meningitis, era el año 1922. En aquella época ni siquiera existía la vacuna de prevención, por lo tanto escuchar en boca de los médicos ese diagnóstico era tener un billete, casi seguro, para la muerte.
De hecho, las palabras que oyeron decir los padres de Lucietta, Alfonso y Rachelle fueron las siguientes: "Lamentablemente debemos solo esperar la muerte de la niña", "si son creyentes, pongan sus esperanzas en ello, aquí ya no hay nada que hacer"…
Después de poco, Lucietta (como solían llamar a la pequeña niña) entró en coma y con el dolor inmenso que una madre puede sentir al tener que decir adiós a su hijita, preparó el vestido que usaría Lucietta, en su último viaje. Esa misma noche ocurrió.
Pero en ese tránsito la madre de la niña, que se había dormido a los pies de la cama de su hija, soñó con el capuchino más conocido de su parroquia, Padre Pío. Lo vio en el cabezal de la cama y que tocaba la muñeca de su hija antes de retirarse. En aquel momento la niña se despertó.
Alfonso, el padre, corrió inmediatamente a agradecer a Padre Pío, quien le dijo: "Vamos a la iglesia a agradecer a la Virgen María".
Cuando Lucietta se recuperó del todo, fue a visitar a Padre Pío acompañada de sus padres. El santo capuchino apenas la vio, dijo: "¡He aquí la muerta resucitada! ¡Querida Lucietta, si no estás muerta, es porque antes de que el carpintero tomase las medidas para tu ataúd, ha llegado la Virgen primero!"
Lucietta Pennelli murió el 9 de noviembre del 1996, fue una de las queridísimas hijas espirituales de Padre Pío. El santo siempre que la veía llegar le decía: "¡Aquí está, la muerta resucitada!"