La conversión de Miguel en Tierra Santa: “La primera vez que estuve en Israel fue para celebrar el Orgullo Gay”

07 de julio de 2023

Su primera visita a Israel fue para la fiesta del Orgullo Gay. Pero una amiga católica le invitó a volver, y en esta ocasión escuchó cómo explicaban en Cafarnaúm el milagro de Jesús y el paralítico. “«Tus pecados te son perdonados», dijo Jesús… y eso es lo que yo quería, lo que necesitaba”, comenta Miguel. “Me confesé durante tres horas, el sacerdote que me escuchó se ganó el Cielo, es hoy mi padrino de bautizo”, confidencia. Miguel pudo después perdonar al padre que lo había abandonado, conocer a los otros hijos de su padre y caminar en la fe acompañado de otros hermanos.

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Uno de los testimonios más impactantes de la película Tierra Santa. El último peregrino es el de Miguel Euscate, un conocido maquillador en Madrid, de origen chileno, que cuenta en la película su historia de conversión a orillas del lago Tiberíades.

 

La historia de Miguel adquiere particular relevancia cuando en todo el mundo -también en Jerusalén y en Tel Aviv- el lobby LGBTQIA+ acaba de celebrar el llamado "Orgullo Gay". Porque ese era el mundo que identificaba a Miguel. "La primera vez que fui a Israel fui a celebrar la fiesta del Orgullo Gay", recuerda en la película difundida desde 2021 por GoyaProducciones.

 

En busca de "la masculinidad"

 

Por años Miguel se vio afectado por la ausencia de su padre quien abandonó el hogar cuando su mamá estaba embarazada. Creció con ella, con su hermana, una tía y una prima, sin vínculos paternos. Posteriormente, a partir de los 6 años, la nueva pareja de su madre empezó a maltratarlo gravemente. "No quería para mí el modelo de hombre que veía en casa", lamenta y revela que… "Anhelaba aquello de lo que creía carecía, la masculinidad. Comencé a buscarla en otros hombres, ya siendo adolescente". Y así se inició en la llamada vida gay: "Descubrí que podía ganarme el afecto de las personas en la medida que yo hiciera algo por complacer". En ese tiempo comenzó también a coquetear con el alcohol y las drogas, "no por gusto sino por ser aceptado en el ambiente en el que me movía", explica.

 

De familia protestante, Miguel acudió al pastor de su iglesia para explicarle sus problemas, pero éste le respondió que "la Iglesia no era un sitio para prostitutas ni homosexuales", recuerda y así, explica, "ese fue el momento en el que me cerré completamente a la fe vivida dentro de una Iglesia, aunque en mi interior yo seguía pidiendo, seguía rezando".

 

Mantenía una vida sexual activa y poco a poco -reconoce- "caí en una especie de adicción al sexo, no había día que no estuviese con una persona". Pero no estaba feliz con esta vida, sino "desesperado". Quizá por ello y viendo que no tenía nada por perder, accedió a la propuesta que le hacía una persona "muy importante" -dice- en su vida... una mujer católica que le invitaba a peregrinar a Tierra Santa, aunque él siempre se negaba. Conocía Israel por aquel “Orgullo Gay” al que había asistido, pero no había ido como peregrino a los Santos Lugares.

 

Conversión en Cafarnaúm

 

 

Al fin Miguel aceptó peregrinar y desde el primer instante todo fue distinto. "Lo primero que hago al abrir las ventanas de mi habitación, es ver enfrente el Mar de Galilea", dice… Y no sabía lo cerca que estaba de Cristo en aquel enclave que tanto frecuentó el Hijo de Dios durante su vida pública.

 

"La siguiente parada, y para mí este es el lugar de mi conversión, fue Cafarnaúm, donde se proclama la palabra del milagro que Jesucristo obra en el paralítico. ¡Lo que ocurre ahí es algo muy similar a lo que a mí me ocurre!", afirma y prosigue: "Todos esperaban un milagro de Jesús, pero antes de eso él le dice al paralítico: «Tus pecados son perdonados» (Mt 9, 1-8). En ese momento me di cuenta de que toda la vida había estado buscando ese perdón. Yo no era capaz de perdonarme de muchísimas cosas que había hecho, pero con esa palabra entendí que lo que necesitaba era eso", confidencia Miguel.

 

Cuenta que el sacerdote con quien se confesó -que luego sería su padrino de bautismo-, "se ganó el cielo ese día" porque estuvo tres horas escuchándole: "Yo no paré de sacar todo lo que tenía. A partir de ese momento comienzo a vivir otra peregrinación y a descubrir en cada lugar que Dios iba desmontando esta parálisis, y comienzo a caminar en una comunidad católica".

 

"Quien te perdona lo imperdonable te ama"

 

Dice que ya de regreso, su madre y su hermana, que le daban "por perdido", vieron tal cambio en él que su hermana se animó a peregrinar: "Quiero ir allí donde vas tú", le dijo. "El 7 de noviembre de 2014 nos bautizamos juntos en la iglesia. Fue una fiesta", destaca.

 

Desde ese momento, Miguel sintió la necesidad de conocer a su padre, lo buscó y lo encontró en Perú. Se fue hasta allá y descubrió que tenía cuatro hijos de otra relación. Pero descubrió también otra cosa: "Que ese perdón tan profundo que yo había sentido en Tierra Santa tenía que darlo también a él. Me pude poner enfrente de él y decirle que estaba todo perdonado y que podía morir en paz porque conmigo no tenía nada".

 

"Y es porque" -concluye- "quien te perdona lo imperdonable te ama. Y a mí Jesucristo, al perdonarme lo imperdonable, me hizo sentir tan profundamente amado por Él que el agradecimiento era todo lo que me movía".

 

 

Fuente: GoyaProducciones.com y CariFilii.es

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